Pezuela y su lugarteniente, Pedro Antonio de Olañeta, retiraron sus fuerzas hasta Oruro. Los montoneros ocuparon Potosà y Chuquisaca, recibiendo cordialmente a los argentinos.
Pero, otra vez, la debilidad de Rondeau consintió en que sus hombres se entregaran al abuso.
En La Plata se reunió una asamblea popular y un nuevo Cabildo eligió a Manuel Asencio Padilla como jefe militar y civil de la capital y las provincias. Padilla encargó las labores de jefe civil al ciudadano patriota Juan Antonio Fernández pero, Rondeau desconoció a la nueva autoridad, designando por su parte al Coronel MartÃn RodrÃguez.
En Potosà se constituyó una Comisión de Recuperación, que se ocupó de confiscar las alhajas y monedas de plata de los habitantes, pretextando que eran bienes de emigrados realistas, con lo que se cometieron graves injusticias y se abrió paso a una desenfrenada corrupción de los oficiales argentinos encargados del acopio.
Durante siete meses, las fuerzas argentinas remolonearon en preparativos de nunca acabar.
Pezuela ganó la partida en Venta y Media, y cuando los argentinos viraban hacia Cochabamba, los realistas los sorprendieron en Sipe Sipe, el 29 de noviembre de 1815, terminándolos sin atenuantes.
Rondeau logró escapar con dos y tres de sus compañeros, siendo general la desbandada de los sobrevivientes. Asà terminó, deslucida y sin gloria, la intención de los criollos de las Provincias Bajas de liberar a las Provincias Altas.
La batalla de Sipe Sipe (Cochabamba) hizo eclosionar el descontento de los guerrilleros que ayudaron con hombres, armas, bagajes y cabalgaduras a Rondeau, el que luego de incorporar a los irregulares a sus regimientos habÃa desparramado a los jefes de las republiquetas, para que no le hicieran sombra.
Si antes las ciudades se volcaron contra Castelli y Belgrano (en menos grado contra esta último, que fue el mejor de los jefes argentinos), ahora el campo se sublevaba contra Rondeau.
Este oficial escribió un oficio a Manuel Asencio Padilla desde La Plata, por donde pasó de retorno a sus lares el 7 de diciembre de 1815, en el que le pedÃa "redoblar sus esfuerzos para hostilizar al enemigo".
Sin embargo, expresando el resentimiento de los combatientes altoperuanos, Padilla le contestó en tono fuerte el 21 del mismo mes, planteando por primera vez la autonomÃa de las Provincias Altas.
La carta que se reproducirá en la segunda parte de esta publicación constituye uno de los documentos fundamentales del separatismo altoperuano.
Continuará
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