Miercoles 07 de junio de 2017
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Editorial y opiniones
La realidad de una nación con derecho a su independencia plena: Kurdistán
07 jun 2017
Adhemar Ávalos Ortiz
Los kurdos son un pueblo de origen indoeuropeo que se asentaron en el sur de Anatolia, hoy Turquía y sus alrededores, en torno al siglo X A. C. Se considera que sus orígenes se remontan a los medos que se enfrentaron primero a los asirios y luego a los aqueménidas, por los que fueron derrotados en el año 550 A. C. El Imperio medo, que duró 128 años, fue conquistado por Ciro el Grande, fundador del Imperio aqueménida y que a su vez fue conquistado, en el 332 A. C, por Alejandro Magno. Pero ésta es solamente historia con todas sus imperfecciones y su realidad es muy diferente. Son los otomanos los que definieron su vida desde hace muchos siglos, violentando los derechos naturales de los pueblos contrarios a su religión fundamentalista.
Durante la Edad Media los kurdos tuvieron una relativa libertad bajo el dominio islámico. Sin embargo, con el auge del Imperio otomano, el país fue fragmentado en dos Estados: el otomano y el persa. En la parte otomana, los feudos kurdos mantuvieron una amplia autonomía hasta el siglo XIX. Tras el fin de la Primera Guerra Mundial, con el Imperio otomano en proceso de desintegración, el fallido proyecto del Tratado de Sevres, que nunca fue ratificado ni entró en vigor, reconocía el derecho a la autodeterminación de las nacionalidades de los antiguos imperios, y preveía la creación de un Estado kurdo. El Tratado y en concreto su artículo 62 definió las fronteras y la hipotética composición del futuro Kurdistán. El Kurdistán concebido en el Tratado habría sido un país con dos terceras partes de su territorio eliminadas, incluyendo sus áreas fértiles y sus tradicionales tierras de pastoreo. En 1925 una insurrección kurda fue derrotada por las tropas turcas.
