El Bala y el Chepete o la destrucción final de la Naturaleza

En las palabras que se escriben al principio se habla de una realidad triste, pero a la vez necesaria de reflejar, existe una confrontación de grupos que solamente apelan a sus intereses. El Gobierno nacional, el de entidades corporativas, como lo hicieron los anteriores, quiere conseguir recursos a rajatabla para complacer a la gente, y los sectores ambientalistas piensan que no se toque nada, en su filosofía utópica, buena en palabra, pero en la práctica nula. Ambos tienen razón en parte, pero existen una tercera y hasta cuarta línea que pasan por entender la realidad, independientemente de criterios demagógicos.

Ahora, hay que analizar el problema desde una perspectiva histórica. Existe una grave crisis económica en el mundo, no por la carencia de recursos, sino por su mala distribución, dar a unos mucho y a otros poco. Pero, el problema fundamental no radica en esta pequeña partícula del problema, la que consiste en lo siguiente: "No hay solución sin encontrar un punto de acuerdo con los fundamentalistas ecológicos". Ellos tienen la visión facilista de que el tema del medioambiente se puede resolver por simple voluntad, craso error. La depredación de la naturaleza es principalmente humana y si no se entiende su naturaleza, entonces, estamos equivocados terriblemente.

Es imposible que los cambios esenciales vayan a pasar por la buena voluntad de la gente. En los seres humanos, mujeres y hombres, existe una determinación perversa. Lo han demostrado a todo lo largo de la historia y lo seguirán haciendo. En su naturaleza llevan la maldad. ¿Y en qué consiste esta hipótesis? En la idea de que los cambios provendrán de la asimilación, un tanto forzada, de que las transformaciones serán posibles condicionadamente, pero también por el convencimiento. Una cosa dual, hipócrita, pero necesaria, e imprescindible.

Ahora, es imposible cualquier cambio si no se modifica en Bolivia la idea de que los grupos originarios aman la conservación natural, es un terrible error. En realidad, ellos utilizan los recursos para su uso particular. Pensar que los términos de los fanáticos ambientalistas condicen con lo que se requiere hoy para proteger la Naturaleza es absolutamente errado. Lo que ellos manejan es un discurso barato que radica en sus ideas que vienen a continuación: 1. El capitalismo y toda sociedad desarrollista son malos por naturaleza. 2. Las áreas protegidas naturales son la preservación del futuro del mundo. 3. Los pobres económicamente cambiarán la faz del planeta. 4. Hay que crear áreas naturales sin presencia humana.

Muy bonito, no obstante se equivocan en el sentido de su radical postura. El ser humano es malo por naturaleza. Como lo dijo el pensador inglés Hobbes: "El hombre es el lobo del hombre". Si los bolivianos no tendrían comida en los próximos 20 años extenderán la frontera agrícola hasta límites insostenibles, hasta 60% del horizonte de cultivo. Las represas costarán un 1% de la biodiversidad. Sin embargo garantizarán recursos para sostener a 2 millones de personas en los próximos 100 años. No es deseable, evidentemente, por los animales, pero se debe ser realista, los proyectos bien encaminados harán posible una economía sostenible por 200 años. Lo demás será la destrucción completa de toda la Amazonia. Y Bolivia ya no puede permitirse semejantes aventuras. Está en el límite de su destrucción. Las represas se deben construir, no por el MAS sino por el sentido común.