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Domingo 06 de noviembre de 2016

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Revista Dominical

La obra jesuítica en la Real Audiencia de Charcas

06 nov 2016

Por: Aníbal Abel Alarcón Caparroz

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La Real Audiencia de Charcas integrada por el más alto tribunal militar español tenía la tarea de administrar la vasta planicie demográfica de Hispanoamérica, cuyo extenso territorio abarcaba desde el Perú, Chile, Paraguay, Bolivia y Argentina hasta el sur de Buenos Aires. Su jurisdicción en lo judicial, político, administrativo, militar y religioso. Por el apoyo recibido del Rey Felipe II, llegaron los primeros jesuitas al Perú en 1568, su misión se circunscribía al apostolado y a la educación de los hijos de los españoles. La jerarquía eclesiástica que controlaba las colonias americanas era la misma que en Europa.

La obra misional jesuítica

Una de las obras más importantes que realizaron los padres de la Compañía de Jesús, durante los casi doscientos años de su vigencia (1576-1767), en Hispanoamérica colonial, fue la de evangelizar a miles de indígenas en los más de sesenta pueblos misionales que fundaron a lo largo del territorio de Charcas, pero también fue trascendental su aporte a la educación, ya que una vez establecidos en las principales ciudades americanas, aparte de construir casas e iglesias, fundaron colegios y universidades; tanto para beneficio de hijos de españoles, como también para los hijos de los nobles indígenas, lo cierto es que no hubo desde un principio marcada discriminación.

Uno de los medios que los jesuitas pusieron en práctica para evangelizar, fue de concentrar o reducir en asentamientos fijos, denominados "Reducciones o misiones", a las antes dispersas nómadas o seminómadas etnias indígenas de la selva. En la Europa de siglo XVI, si bien aún se ponía en duda la "naturaleza humana", y el alma de los salvajes de cualquier lugar de la tierra, los jesuitas, al igual que los europeos instruidos, defendían su naturaleza humana y su especial inteligencia.

La pedagogía usada para la educación de los indígenas en las reducciones jesuíticas de Charcas, recorrió a una estética (en Arquitectura, escultura, pintura, música, danzas, teatro, etc), orientada fundamentalmente a los sentidos y al intelecto para lograr que el nativo antes sólo cazador y recolector, se siente en comunidades donde reinaba el régimen de la razón.

De esta manera se efectuó paulatinamente a una transición de una actitud indígena pasivo-defensiva- y de simple subsistencia, a un estado activo de goce comunitario, de trabajo organizado de siembra y cosecha, de creación con el disfrute espiritual de la contemplación de lo creado. Por ejemplo, los indígenas con la ayuda de los sacerdotes, construían sus propios instrumentos musicales, intervenían en la creación de partituras, formando coros a varias voces y orquestas magistralmente organizadas; que perdurarán en la actualidad, especialmente en el Oriente boliviano. La creación y ejecución virtuosa de la música, alcanzaban los más altos niveles de belleza universal. Según Leibinitz "La música es el ejercicio aritmético del espíritu, que no es consciente de los números "y fue precisamente la música el medio decisivo para alcanzar el éxito en las misiones jesuíticas. La vasta e inconmensurable, como magnífica obra estilo barroco de los jesuitas, plasmada en su totalidad como "Obra de arte", para la humanidad, y reflejada en elocuentes imágenes maravillosas de retablos, altares, fachadas e iglesias propiamente dichas, es elocuente muestra de sabiduría y destreza misional y religiosa.

Los jesuitas se establecen en 1611, en la Villa de San Felipe de Austria, denominada hoy Oruro, inmediatamente se construyen la Iglesia y colegio donde se dictaban cátedras de gramática y latín. Algunos años después, amplían la residencia y la Iglesia gracias a la ayuda de don Fernando Valencia, azoguero español, quien donó para dicha construcción alrededor de trece mil pesos, la portada principal de la iglesia era de estilo barroco, se encuentra reconstruida, actualmente la iglesia del Socavón; el púlpito y muchos otros elementos del retablo y parte de alfarje, la cubierta y el arco triunfal se encuentran en la iglesia de San Miguel de la ranchería. Lastimosamente en el presente artículo no figura absolutamente ninguna imagen de lo mencionado líneas arriba.

El origen en el tránsito sociocultural sin ninguna distorsión y difundir mediante varios medios de comunicación de gracia el exterior el maravilloso acervo cultural de lo nuestro.

La expulsión 1767

Los jesuitas, irreductible bastión de fidelidad al Papa, eran considerados como los peligrosos defensores de la filosofía política Tomista, contraria a cualquier tipo de absolutismo: En la confabulación anti jesuítica europea del siglo XVIII, también fueron acusados de ser intrigantes, de inmiscuirse en políticas de Estado, de enriquecimiento ilícito y de tratar de crear estados independientes dentro de territorios monárquicos.

Otra acusación que pesaba sobre la Orden era la de participar en revueltas populares, tanto en España como en América y específicamente en Paraguay cuando se aprobaron los nuevos límites entre España y Portugal en 1750.

La expulsión de los jesuitas de los reinos católicos, comienza en el año 1759, cuando José Manuel I, Rey de Portugal, decreta la supresión de la Compañía y dispone la salida de los jesuitas de todos los territorios. Algunos años después en 1762, Luis XV, Rey de Francia, firma el decreto de disolución de esta Orden, expulsando a los jesuitas de Francia y sus colonias.

Por cédula real de 27 de febrero de 1767, el Rey de España, Carlos III, firma el decreto de extrañamiento de los regulares de la Compañía de Jesús en todo su reino, incluidas las colonias en América y Filipinas. El decreto de expulsión luego del largo viaje, es entregado el 19 de julio de 1767, en la sede de la Real Audiencia de Charcas. Su presidente Juan Martínez de Tineo. Con el oidor Joseph López, Lizperguer apesadumbrados, tuvieron que obedecerlo. Este decreto, mediando la tardanza de las comunicaciones de la época, comenzó a ejecutarse en todas las ciudades y reducciones. Cientos de religiosos, sin importar la edad ni la condición física, tuvieron que salir caminando, en medio de la tristeza y los llantos de la gente a la que tanto había amado. De esta manera, al martirio y asesinato que sufrieron muchos de ellos por parte de los indígenas en el inicio de su misión, se sumaron las muertes de los que no resistieron el dolor de la injusticia y los rigores de la fatiga, la pobreza y el hambre en su partida.

Ese fue el final de aquella utopía, que lejos de ser algo imaginario, ideal irrealizable, fue construida por la humanidad y tuvo un lugar concreto, donde se desarrollaron. Se llamaron misiones jesuíticas en la Real Audiencia de Charcas. Sin embargo, la gigantesca obra educativa y misión conseguidas por unos cuantos jesuitas, aún siguen rindiendo sus frutos, más de 200 años después. Perviven en los pueblos aún activos, la moral, la devoción y la entrega al prójimo, aprendida del testimonio de los jesuitas.

En la Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca, gracias a las avanzadas enseñanzas jesuíticas, germinó la idea de independencia para el continente hispanoamericano, sus artes y sobre todo la pintura y la antigua música barroca misional, son rescatadas revalorizando sus admiradas como obras excelsas en el mundo entero. Algunos templos de las reducciones como universidades y colegios de las ciudades, además estancias vienen siendo bellamente restaurados. La Unesco ha inscrito en su totalidad este patrimonio artístico y cultural de la humanidad.

REF: Resumen y compilación del texto: La Obra Jesuítica de la Real Audiencia de Charcas (Perú-Bolivia-Argentina-Paraguay). Autores: Roberto Salinas I Zurza-Mario Linares Urioste. Segunda Edición de 700 ejemplares. Edit. Tupaj Katari-Nov. 2015. Sucre-Bolivia.

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