Estando en Camboya era preciso conocer obligadamente las ruinas de Angkor Watt como vestigios de un poderoso imperio de la antigüedad y un memorial a las vÃctimas del peor genocidio ocurrido en los últimos tiempos.
Con el intenso calor que superaba los 40 grados y una humedad agobiante no era muy agradable moverse, pero con mi jefa holandesa decidimos tomar un Tuc Tuc, que es un carrito impulsado por una motocicleta, muy usado como transporte público urbano en toda el Asia. Cerca de 40 minutos duraba el viaje hacia Choeung Ek, un Campo de Exterminio, distante a 10 kilmetros, 10 kilómetros, de la capital
Phnom Penh.
La periferia de las grandes ciudades siempre muestra una cara diferente de la realidad de un paÃs, y el humo de las cocinas, en las poblaciones, se mezclaba con el olor de la basura amontonada que revolvÃan los perros y muchos niños, jugando bulliciosamente alrededor.
Al llegar a la entrada de lo que parecÃa un parque hermoso, con lagunas y muchos árboles añosos, vimos una fila de turistas extranjeros que esperaban para entrar. Dos mujeres rubias de mediana edad salÃan abrazadas del recinto y una de ellas lloraba casi ahogándose en sollozos mientras la otra trataba de consolarla.
Un sendero muy bien señalizado invitaba a seguir una ruta ordenada pero la mayorÃa de las personas caminaba en diferentes direcciones escuchando el relato de lo que allà habÃa ocurrido. Los lugares estaban numerados para consultar al guÃa virtual, que en este caso era la voz melodiosa de un español que describÃa claramente lo acontecido frente a cada número. Unos cuantos pasos bastaron para caer en cuenta que estábamos pisando restos de ropa, botones y muchos huesos humanos que semienterrados aparecÃan por todas partes. Las expresiones en el rostro de los visitantes se iba poniendo cada vez más dura, y varios caminaban escuchando mientras brotaban algunas lágrimas que rodaban por sus mejillas. Lo ocurrido fue horrible y estaba muy bien descrito por el guÃa virtual.
Al llegar a un lugar denominado "El árbol de los Niños" la emoción contenida se desbordaba, pues un grueso tronco adornado en la actualidad con cintas y colores, a manera de ofrendas espontaneas, habÃa servido a los Jemeres Rojos para matar a los niños de entre 2 y 10 años, que eran hijos de la "Gente de Abril", considerados enemigos del Estado, y para ahorrar balas eran azotadas sus cabezas en ese árbol hasta quedar sin vida y ser arrojados finalmente a alguna de las 120 fosas comunes encontradas, de las cuales 43 aún no han sido abiertas.
Se cree que más de 170.000 personas murieron allà y en recuerdo de esas vÃctimas se construyó una torre de 17 pisos con 8.000 cráneos que recuerda esa fatÃdica fecha.
Quienes usaban lentes ópticos (de aumento) eran sospechosos de ser intelectuales, por lo tanto enemigos, que era preciso eliminar. En aquel entonces, la población total del paÃs era de 7.500.000 habitantes y murieron o desaparecieron a manos de los Jemeres Rojos casi 3 millones de personas, poco menos de un tercio de la población total.
Una invasión a Viet Nam puso fin a esta dictadura el 7 de enero de 1979, y su lÃder Pol Pot murió en el exilio, rodeado de sus hijos y nietos, el 15 de abril de 1998, porque nunca fue vetado por la ONU ni otros organismos internacionales.
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