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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 El Quijote, hoy - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
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Fragmento
Cabe reconocer de inicio que "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha", ha sido objeto de una lectura interminable, y cada lectura -en cualquier momento de la historia y desde cualquier perspectiva personal- ilumina diferentes zonas de verdad y certidumbre de la obra, y continúa abriendo una perspectiva generosa a un mayor enriquecimiento en el tiempo.
Al respecto, es ilustrativa la sentencia que pone Borges en boca de uno de sus personajes respecto a la novela: el Quijote -me dijo Menard- fue ante todo un libro agradable; ahora es una ocasión de brindis patriótico, de soberbia gramatical, de obscenas ediciones de lujo. La gloria es una incomprensión y quizá la peor.
En medio del maremágnum de abordajes a obra tan capital, se han explotado innumerables filones, unos venidos a más, otros a menos. Las lÃneas que siguen, en nuestro caso, se ocuparán de resaltar análisis infrecuentes a la hora de comprender el Quijote, lo que, por supuesto, implica una toma de posición respecto al sentido de la novela.
De entrada: para nada se trata de una obra funcional, sino una obra difÃcil de encasillar, por lo mismo, su poder generador de adscripciones es notable.
El pensamiento -en apariencia excentrado- del Quijote nos enfrenta al medio social y la historia que le tocó vivir. Por detrás de esas páginas, crÃticas de las novelas de caballerÃa, se abre un espacio a la diatriba social y a un enjundioso cuestionamiento de la sociedad y valores de la España en tránsito de la Edad Media al Renacimiento.
Don Quijote, hidalgo de aldeuela, proviene de la condición más subalterna de la sociedad nobiliaria, particularmente cuando esta condición era objeto de desprecio y minusvalorización, siendo por tanto un personaje marginal a la nobleza, hecho que se corrobora con su status económico depauperado lo que le impedÃa mantener una situación social a la altura de su rango.
Cabe aclarar que, históricamente, los hidalgos sufren una considerable devaluación entre el s. XVI y principios del s. XVII, mientras los caballeros consolidan, a la inversa su posición. Como consecuencia lógica, la hidalguÃa pierde buena parte de su prestigio social, sobre todo por la carencia de medios económicos.
Esta situación -ya en la obra- lleva a nuestro personaje a una situación de radical marginalidad, oscilando entre el exilio metafÃsico y su propia soledad. Y de la soledad a la lectura obsesiva, y de ella a la locura como recurso supletorio de las propias limitaciones a fin de sustituir, paralelamente, al mundo de carencias y limitaciones de un hidalgo venido a menos.
El Quijote considera el dinero como el factor crÃtico que provoca la ruina y la decadencia de la caballerÃa andante, anteponiendo al mismo, los valores heroicos y el sentido de libertad. Por ello dice: La libertad, Sancho es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieran los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra, ni el mar encubre; por la libertad, asà como por la honra, se puede y debe aventurar la vida y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
Asimismo, abstrae a la corte, en tanto centro del poder opresivo, hasta el punto de que no figura en sus andanzas. En efecto, el mundo en que se mueve el Quijote es antÃpoda al universo de la nobleza y la protoburguesÃa epocal, su trato -como el de Cristo- es con campesinos, labradores, golfas, peregrinos, vagabundos, galeotes, curas de pueblo, artistas ambulantes. Su escudero, Sancho, es un analfabeto y Dulcinea, hija de aldeanos.
En su concepción, las normas y los valores se invierten, y pierden sentido de la realidad. La distorsión óptica, por la cual los objetos cotidianos se transforman a los ojos de su mente -los molinos se convierten en gigantes, las ovejas en soldados, las ventas en castillos- muestra que, lejos de ser un descuido caprichoso, la trastrocación tiene un efecto de sugestión. En eso estriba el acto creador, como un dios en el ejercicio de sus potencialidades.
Nada más alejada de la patologÃa que la locura de Don Quijote; comparte con la utopÃa su inconformismo y su imaginario generatriz. Al mismo tiempo que asemeja un encierro es una puerta abierta a la libertad creativa y a la capacidad de encarnar ese no-lugar que la utopÃa predica como posibilidad humana. Es, en fin, en su acendrada condición, una invitación a la reinvención permanente y al desarraigo de aquello que nos rutiniza arrastrándonos a la parálisis. El pensador rumano, Emile Cioran, a propósito escribÃa: "La razón, herrumbre de nuestra vitalidad; es el loco que hay en nosotros el que nos obliga a la aventura, [...] si nos abandona estamos perdidos." Y Cortázar, no menos intenso y contextual, señalaba: "Sigamos siendo locos, madres y abuelitas de la plaza de Mayo, gentes de pluma y de palabras, exiliados de dentro y de fuera. Sigamos siendo locos, argentinos: no hay manera de acabar con esa razón que vocifera sus eslóganes de orden, disciplina y patriotismo".
Mas, no todo se queda en la historia, y la suprahistoria que erige la locura. En la novela -Cervantes de por medio- se desarrollan temas que cohesionan y proyectan filosóficamente la obra. Por ejemplo, es lo que resalta el filósofo húngaro G. Lukács, cuando señala que el Quijote narra la primera gran lucha de la interioridad con la banalidad de la vida en el mundo.
En un mundo vacuo, despojado de programas trascendentes, sin orden divino que garantice sus significados, el hombre se debate entre sus aspiraciones interiores y la realización exterior de las mismas -o, dicho lacanianamente- entre la plataforma del deseo y las censura que impone el Nombre del Padre
-Nom-du Père. Con esto, Cervantes no sólo parece haber intuido una de las claves de la modernidad, sino incluso el aspecto central de la relación del hombre con el mundo.
El pensamiento de Quijote nos enfrenta con fuerza crÃtica a la manera de asumir la realidad de las cosas, sobre el valor de la vida, sobre el alcance real de muchas de las convenciones e ilusiones con las que construimos nuestra existencia en este mundo. Bien leÃdo, Cervantes mantiene cierta ambigüedad en los temas morales y religiosos. Es muy probable que nuestro autor haya bebido de la sabidurÃa erasmista, en efecto, Erasmo de Róterdam habÃa puesto en horizonte la eterna dualidad del ser humano. Tres temas habÃalos reflexionado a fondo: la locura, la dualidad de la verdad y la ilusión de las apariencias.
Por lo mismo, en el Quijote se halla el germen de la novela clásica y barroca, tradicional o experimental, moderna y postmoderna. En ella laten las formas narrativas del pasado, el presente y el futuro.
Edwin Guzmán Ortiz. Oruro, 1953. Poeta, crÃtico de arte y docente universitario.
Tomado de "Homenaje a Cervantes"
PEN Oruro, 2011-12
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