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Domingo 27 de marzo de 2016

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Cultural El Duende

Literatura que aborda la civilización y barbarie: Lucio V. Mansilla

27 mar 2016

En "Historia de la Literatura Hispanoamericana" de la profesora y crítica inglesa Jean Franco, se aborda la obra "Una excursión a los indios ranqueles" (1870) del escritor, político y militar Lucio Mansilla (Argentina, 1831-1913)

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Precisamente en el momento de transición de una comunidad nómada y pastoril a otra sedentaria y cada vez más industrializada, aparecen dos obras que invertirán por completo las categorías de civilización y barbarie que había establecido Sarmiento. Estas dos obras son el poema de José Hernández Martín Fierro y el relato de un viaje a tierras indias escrito por Lucio V. Mansilla, Una excursión a los indios ranqueles (1870). Mansilla, hijo de una familia que había ocupado una posición preeminente durante el régimen de Rosas y que por lo tanto sufrió un eclipse después de 1852, era un hombre interesante y complejo, un caso único por la apología que hace frecuentemente de los indígenas. Mansilla no idealiza al buen salvaje. Su viaje tenía por objeto asegurarse pacíficamente unas concesiones de los indios para que se pudieran construir ferrocarriles. Pero a pesar de la repugnancia que siente por la suciedad y sordidez de los poblados, es sensible a ciertas virtudes indias y critica con frecuencia la "civilización" que, a diferencia de Sarmiento, no ve únicamente como algo beneficioso. Si Sarmiento quería llevar la civilización y el progreso a la pampa, Mansilla ve el progreso en términos morales; el cristianismo es superior por su enseñanzas al paganismo, pero esta superioridad tiene que demostrase con el ejemplo. Así, Mansilla hace un esfuerzo por comprender a los indios con objeto de persuadirles de las virtudes del cristianismo. Por ejemplo, se corta las uñas de los pies en público para ganarse su confianza. Y para demostrar su espíritu cristiano coge en brazos a un hombre enfermo de viruelas. A pesar de la repulsión que siente por aquello insiste en poner al hombre en un carromato, sintiéndose recompensado por la idea de que "aquel fue un verdadero triunfo de la civilización sombre la barbarie; del cristianismo sobre la idolatría". Pero en ciertas cosas se ve obligado a admitir que los indios están más cerca del espíritu del cristianismo que los criollos. Su hospitalidad y su generosidad dejan en mal lugar a la sociedad llamada "cristiana". Y es lo suficientemente honrado como para confesar que gran parte de lo que se llama barbarie de los indios no es más que un aspecto de su pobreza, dado que las mismas costumbres se dan también entre los blancos pobres.

La verdad del asunto es que Mansilla se encontró en un dilema que Sarmiento nunca tuvo que plantearse. Su misión entre los indios le convirtió en el instrumento del gobierno de Sarmiento que deseaba asegurarse el consentimiento de los indios para que los ferrocarriles pudieran atravesar sus territorios, pero los indios y el propio Mansilla comprendían que la llegada del ferrocarril tenía forzosamente que perturbar e incluso destruir la vida de los indios. Cuando Mansilla se reunió con los jefes fue consciente del infortunio de aquella raza antaño tan noble, y comprendió la ignominia que significaba tener que vivir de limosna de un gobierno hostil. Y tuvo la honradez de admitir que había cambiado de opinión acerca de su raza. Antes creía en la superioridad de los europeos. Ahora, declara, "pienso de distinta manera". Los malos gobiernos de cualquier raza producen malas consecuencias, y las fuerzas morales siempre predominan sobre las físicas. De ahí que la conducta del verdadero cristiano deba ser ejemplar en toda ocasión.

Sin embargo, el dramatismo del libro de Mansilla se debe a la impotencia del ejemplo cristiano ante las fuerzas económicas. Todos los ejemplos cristianos del mundo no pueden impedir que los criollos ávidos de tierra invadan el territorio indio. El concepto de la civilización de Sarmiento y no el de Mansilla triunfará.

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