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Domingo 17 de enero de 2016

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Revista Dominical

Se encuentra en el departamento de Oruro

El misterio de Alcaya

17 ene 2016

Su existencia data de hace 3.000 años antes de Cristo � Por: Dehymar Antezana - Periodista LA PATRIA

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Si bien en el lugar existe una cantidad innumerable de cráneos y osamentas humanas momificadas por todos lados, no es precisamente la escena de una historia de terror que dejó una dictadura o el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial.

Es todo lo contrario, es un lugar milenario, enigmático, misterioso, único, lleno de interrogantes y respuestas a la vez que solo el tiempo y los estudiosos en arqueología o antropología podrán descifrar. En sus ruinas, tejidos, cerámica están una serie de mensajes que se tardarán en descubrir, pero la ciudad denominada como "perdida", está allí.

Sí, está en el departamento de Oruro, municipio de Salinas de Garci Mendoza a 229 kilómetros al Sur de la urbe orureña. Aquel sitio extraño, se llama Alcaya y está próximo al salar y el volcán Thunupa.

Se han escuchado una diversidad de historias sobre este sitio, entre ellas leyendas y cuentos que pasaron las fronteras del tiempo, mediante la transmisión oral. En la actualidad, son sus distintos guías quienes se encargan de difundirla cada vez que llevan a los visitantes por sus diferentes pasillos.

Elvis Alanez Janco es uno de los guías, quien con agilidad física subió cada uno de los peldaños que llegan hasta la cima y luego descienden para volver a la comunidad que está al pie de los cerros, Panturrani y Taypi Qollu.

�l contó que la antigua ciudadela altiplánica fue construida hace 3.000 años antes de Cristo, aunque estudiosos han establecido que su existencia data entre 1.200 a 1.400 años después de Cristo.

Según la leyenda que contó, Alcaya fue edificada solo cuando existía la Luna, sin embargo, al momento que el Astro Rey se apoderó del firmamento, todos sus habitantes se ocultaron donde pudieron y murieron en el interior de los huecos que había entre las rocas de las montañas.

Desde ese entonces permanecen allí, en medio de catacumbas rústicas y por todos lados, osamentas momificadas, cráneos en la misma condición que sobreviven al paso del tiempo.

ALCAYA

Para llegar a Alcaya, primero hay que arribar a Salinas de Garci Mendoza, luego seguir en vehículo durante unos 15 a 20 minutos hacia el Oeste. Allí se encuentra la comunidad, sus habitantes son muy hospitalarios y dan la bienvenida al turista. Se organizaron por turnos, para administrar el albergue transitorio como el museo que está en ese sitio.

Nuestro guía Elvis se encargó del paseo por el misterioso mundo de las ruinas de Alcaya. Para conocer en su integridad se deben subir los escalones. A los pocos metros se observa un cráneo que está a vista del visitante. Algunos creyentes suelen colocarle un cigarro a la altura de la boca y otros le echan algunas hojas de coca, es para pedir permiso para ingresar a su sitio sagrado, dicen.

El camino no es nada fácil, se debe estar en buen estado atlético, pero el cansancio se pierde al observar las construcciones de piedra de los alcayeños, cuyos techos en una mayoría fueron reconstruidos por los comunarios sin ningún asesoramiento alguno, lo que hace suponer que en su sangre está presente esta cultura, ya que prácticamente le dieron la forma auténtica.

La gran parte de esas construcciones rústicas son piedras planas colocadas unas sobre otras. En la parte superior, existe un cuadrado, que a simple vista se podría deducir que es la ventana de la construcción, sin embargo, es la puerta de ingreso a esas edificaciones.

Los habitantes de Alcaya solían colocar las rodillas al ingreso de sus rústicas viviendas, que con el tiempo se fueron hundiendo, como si una gota constante de agua daría forma a la roca.

En el trayecto se observan más cráneos, chullpares, osamentas momificadas en medio de sus tejidos nativos, cerámica, instrumentos musicales, utensilios hasta llegar a un sector donde está el ara, un altar donde se hacían los sacrificios a sus dioses para prosperidad y buena cosecha.

CEMENTERIO

La ruta continúa como si uno se dirigiese al cielo. El guía dice: "Este sitio es conocido como el cementerio", es una planicie pequeña donde se observan varias rocas planas que tapan agujeros en la superficie. Lo que sorprende es que al desprender esas rocas de sus sitios, se observan en el interior momias y más cráneos. Al estar allí, una fuerte brisa irrumpió. Era como si las almas de esos cuerpos momificados quisieran comunicarse con los ocasionales visitantes.

Fue percibido también por el guía, quien se sorprendió por lo sucedido. Al salir de aquel sitio el viento cesó en su fuerza, incluso cuando la pequeña expedición llegó a la cima de Alcaya, fue realmente rarísimo.

Elvis afirmó que durante la vigencia de esa cultura milenaria no se conocía el dinero, por el contrario la forma de supervivencia y economía se lo hacía mediante el trueque, además que los habitantes de esa cultura comercializaban la sal del Thunupa, muy requerida por los pueblos vecinos que llegaban hasta allí para lograr ese elemento indispensable.

Asimismo, ellos poseían ganado y se encargaban del cultivo de la tierra. Elvis, el guía afirmó que estaban organizados por estratos sociales. Los más ricos vivían en lo más alto de la montaña, los de clase media en la parte media y los de clase baja al pie del cerro. Los ricos de los pobres se diferenciaban por la cantidad de ganado y tierras que tenían.

REINA

Se cree que vivían bajo un régimen matriarcal, ya que existe un sector en las ruinas dónde están tres momias, una de ellas conocida como la reina y escoltada por dos esqueletos que se cree, fueron guerreros.

Por otro lado, los alcayeños conocían perfectamente el color, hecho que se delata en sus tejidos. No solo son de colores naturales hechos de oveja, llama o vicuña, sino también ellos se encargaron de utilizar los pigmentos de las plantas o hierbas para lograr colores llamativos como el rojo, morado o verde. Esas muestras están en el museo de Alcaya.

También tenían instrumentos musicales como los "jula-julas" de cuatro tubos y cerámica que en la actualidad se los encuentra en medio de las ruinas.

El museo natural tuvo también sus consecuencias, no solo por la degradación ocasionada por la lluvia, el viento, el sol o la tierra, sino también por la mano del hombre, ya que en varias oportunidades se sorprendió a los visitantes, principalmente extranjeros, llevarse piezas de Alcaya.

Aquel hecho motivó a la comunidad a colocar protectores para evitar el saqueo. Pese a esa situación estas ruinas mantienen su encanto, solo se las aprecia cuando uno está allí en contacto directo con el misterio y el enigma. Alcaya aún es la interrogante de una cultura que debe dar muchas respuestas a la existencia del hombre.

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