Delmira Agustini. Montevideo, 24 de octubre de 1886 - 6 de julio de 1914. Poeta y activista feminista. Formó parte de la Generación del 900, junto a Julio Herrera y Reissig, Leopoldo Lugones, Rubén Darío y Horacio Quiroga, al que consideraba su maestro. Su estilo pertenece a la primera fase del Modernismo y sus temas tratan de la fantasía y de materias exóticas. Su obra se caracteriza por una fuerte carga erótica. Entre sus títulos destacan: El libro blanco (1907), Cantos de la mañana (1910), Los cálices vacíos (1913), Ediciones póstumas: El rosario de eros y Los astros del abismo (1924), Correspondencia sexual (1969).
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Ofrendando el libro
Porque haces tú can de la leona
más fuerte de la Vida, y la aprisiona
la cadena de rosas de tu brazo.
Porque tu cuerpo es la raíz, el lazo
esencial de los troncos discordantes
del placer y el dolor, plantas gigantes.
Porque emerge en tu mano bella y fuerte,
como en broche de místicos diamantes
el más embriagador lis de la Muerte.
Porque sobre el Espacio te diviso,
puente de luz, perfume y melodía,
comunicando infierno y paraíso.
–Con alma fúlgida y carne sombría...
Con tu retrato
Yo no sé si mis ojos o mis manos
encendieron la vida en tu retrato;
nubes humanas, rayos sobrehumanos,
todo tu Yo de emperador innato.
¡Amanece a mis ojos, en mis manos!
Por eso, toda en llamas, yo desato
cabellos y alma para tu retrato,
¡Y me abro en flor!… Entonces, soberanos
De la sombra y la luz, tus ojos graves
dicen grandezas que yo sé y tú sabes…
Y te dejo morir… Queda en mis manos
Una gran mancha lívida y sombría…
y renaces en mi melancolía
¡formado de astros fríos y lejanos!
De mi numen a la muerte
Emperatriz sombría,
si un día,
herido de un capricho misterioso y aciago,
yo llegara a tu torre sombría
con mi leve y espléndido bagaje de rey mago
a volcar en tu copa de mármol mis martirios,
sellarás más tu puerta y apagarás tus cirios...
En mi raro tesoro,
hay, entre los diamantes y topacios de oro,
y el gran rubí sangriento como enconada herida,
¡el capullo azulado y ardiente de una estrella
que ha de abrir a los ojos suspensos de la Vida,
con una lumbre nueva, inmarcesible y bella!
¡Ave envidia!
¡Áspid punzante de la envidia, Ave!
Tú fustigas la calma que congela,
el rayo brota en la violencia, el ave
en paz se esponja y acosada vuela.
Si hay en Luzbel emanación divina
en ti hay vislumbre de infernal nobleza,
rampante, alada, la ambición fascina–
Y si tu instinto al lodazal se inclina
¡Reptil tú eres y tu ley es esa!
Mírame mucho que mi mente inflamas
con la luz fiera de tus ojos crueles…
¡Ah si vieras cuál lucen tus escamas
en el tronco vivaz de mis laureles!
Gozaste el día que abismé mis galas,
cóndor herido renegando el vuelo;
¡Hoy concluye tu triunfo, hay en las alas
fatalidad que las impulsa al cielo!
Si de mis cantos al gran haz sonoro
tu cinta anudas de azabache fiero,
sabio te sé: de mi auroral tesoro
¡Lo que dejes caer yo no lo quiero!
Esa cinta sombría es la Victoria…
cuando describes tu ondulado rostro
por todos los sendero de la gloria
muerdes sombras de ala, luces de astro.
forja en la noche de tu vida impía
cruces soñadas de mi blanca musa,
¡Si ha de vivir hasta cegar un día
tus siniestras pupilas de Medusa!
No huyas, no, te quiero, así, a mi lado
hasta la muerte, y más allá: ¿te asombra?
seguido la experiencia me ha enseñado
que la sombra da luz y la luz sombra…
y estrecha y muerde en el furor ingente;
flor de una aciaga Flora es esclarecida,
¡Quiero mostrarme al porvenir de frente,
con el blasón supremo de tu diente
en los pétalos todos de mi vida!
El vampiro
En el regazo de la tarde triste
yo invoqué tu dolor... Sentirlo era
¡Sentirte el corazón! Palideciste
hasta la voz, tus párpados de cera.
Bajaron... y callaste... Pareciste
Oír pasar la Muerte... Yo que abriera
tu herida mordí en ella –¿me sentiste?–
¡Como en el oro de un panal mordiera!
Y exprimí más, traidora, dulcemente
tu corazón herido mortalmente,
por la cruel daga y exquisita.
De un mal sin nombre, ¡hasta sangrarlo en llanto!
y las mil bocas de mi sed maldita
tendí a esa frente abierta en tu quebranto.
¿Por qué fui tu vampiro de amargura?
¿Soy flor o estirpe de una especie oscura
que come llagas y que bebe el llanto?
La esperanza
Soy el dulce consuelo del que sufre,
soy bálsamo que alienta al afligido,
y soy quien muchas veces salva al hombre
del crimen o el suicidio.
Yo le sirvo al mortal que me alimenta
contra el dolor de sin igual muralla,
soy quien seca su llanto dolorido
y calma su pesar ¡Soy la Esperanza!
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