Loading...
Invitado


Domingo 27 de mayo de 2012

Portada Principal
Cultural El Duende

David Huerta

27 may 2012

Fuente: LA PATRIA

David Huerta, Ciudad de México, 1949. Ha publicado, entre otros, los poemarios: Cuadernos de noviembre (1976), Huellas del civilizado (1977), Incurable (1987), Historia (1990), Los objetos están más cerca de lo que aparentan (1990), Hacia la superficie (2002), Versión (2006) y La calle blanca (2006)

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

La Noche del Cuerpo

En la noche del cuerpo se preparan

los alimentos de Dios,

la cena carmesí de los esclavos,

el místico bocado

de los turbios amantes

sudor, lágrimas, mierda

el humus lento, el óvalo marchito,

el resto náufrago del visionario,

el regalo sedente

que se posa en la tierra

un vapor de Demonios

rodea los Testimonios.

En la noche del cuerpo

se preparan de nuevo

para sus explosiones

diurnas, para el momento

en que habrán de salir

entre el humo feroz de su estallido.

Escena de costumbres

La región que buscabas en el azul del sábado

es una reliquia

desprendida del corazón húmedo del aire:

una zona de poca fortuna

Para la riqueza de tus manos rectas y dolorosas,

metidas en el azar de un brusco acercamiento

o penetradas por el disturbio de una desnudez

que nadie sospecharía.

Ahora tu escena es una composición

de velocidades e imaginaciones nuevas:

accidentes de cacería, oscuros trapos,

paredes repletas para tu ojo sin costumbre.

Tu cuerpo es un vino

que atravesaba la confusión de cuerdas y

relojería sin manchar el mantel,

una medicina en la atmósfera de cabellos del sábado,

una pálida risa

que se desvaneció detrás de ti.

Escucha cómo se propaga

la escasa conversación de los otros,

tensa en las bocas cuidadas para la muerte,

ilesa y reflejante

como una gastada maquinaria sobre la carne del mundo,

tocada una y otra vez por la salud y el orgullo, invadida

por un enorme paisaje conmovedor.

Nocturno

Milímetros de ti convergen ahogándose,

bajo la noche, la fantasía de toda

la transparencia empozada en el cuarto.

Tu mirada oscila con un cerrado esplendor,

y en tu saliva surgen pedazos de nombres,

alas de quemaduras:

la noche resuena en tu paladar

con paso lentísimo de larva y roce tibio,

de animales numerosos

extraviados en el reino de tus ropas, mezcladas

de cualquier modo en la silla sombría,

bajo techos muertos y lúcidos,

recogido tú en los dones del sueño sobre

tu cabeza hipnotizada de silencio.

Olvidar

Aquí están los nervios

que envuelven, como un papel fragante,

las melodías obtusas

del rencor.

¿Y aquí la risa

como un pájaro ebrio?

Escuchar. Olvidar. Dos neblinas.

La espuma del sufrimiento

cala en el encaje náufrago

de mi silbido matinal.

Aquí están los sonidos

olvidadizos, las crepitaciones

que amarillean.

Una vez más,

todo será escuchar

u olvidar.

Olvidaré estos doblados

enigmas, estos relojes

rectilíneos de esperas,

Este cuerpo ajeno

en la llama de sándal.

El peso de una chispa

Entro en una gasa letárgica

hecha de fantasma y Purgatorio.

Está detrás de una velocidad de párpado

la fractura de una Afirmación.

Pero yo nada puedo ya afirmar

en esta ensordecedora negociación

de bien, mal, política, moralidad.

Entro y salgo de vestiduras tensas,

la Afirmación me enardece:

debo escoger, tomar partido,

pronunciar una sentencia

y mantener los ojos abiertos.

Entro luego en ámbito

de arenas evangélicas,

veo sombras de manos y huelo

el vibrante viático de mi Hermano.

Salgo a los dédalos del mundo.

No renunciaré a este entrar y salir.

No escucharé las Órdenes. Tendré,

entre los fantasmas y los purgatorios,

sobre el calor de las manos que proyectan

esta sombra de un collar blanco,

la dávida necesaria. Sostendré,

al entrar y salir, el peso de una chispa

que sale de una gota o un río de sangre

todo lo que me une a esto

y a lo otro, diminutivamente

a mi hermano, al mundo

Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos: