Domingo 04 de marzo de 2012
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Editorial y opiniones
No hay democracia sin una prensa libre
04 mar 2012
Por: Víctor Martínez González
La libertad de prensa en el mundo atraviesa un momento crítico en un año marcado por las revueltas en los países árabes, los cambios de gobierno en muchos estados de América Latina y el control que tratan de ejercer las élites políticas y financieras sobre los medios de comunicación. Los utilizan como plataformas para desprestigiar y silenciar a la oposición y a los sectores más críticos con el gobierno en el poder. Varios organismos y asociaciones han mostrado su preocupación ante la falta de pluralidad y de calidad en los contenidos informativos de muchos países.
Bajo el lema “si controlas a la prensa controlas el país”, los gobiernos siempre han intentado someter la información a sus propios intereses para lograr mayor margen de movimiento. Esta pugna parece ahora decantarse a favor del poder, que encuentra en la precariedad del mercado de la comunicación una oportunidad para pujar y hacerse con el control de los medios.
El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) sostiene que “en países de América Latina con altos niveles de polarización política como Venezuela, Ecuador y Nicaragua, los líderes electos han invertido en grandes medios, generando enormes conglomerados de prensa oficiales que promueven sus agendas políticas personales”. Carlos Lauría, del programa de las Américas del CPJ advierte de la tendencia de algunos gobiernos de generar medios que supuestamente sirven al interés público pero que en realidad tienen una agenda de propaganda gubernamental. De este modo, se utiliza a los medios de comunicación para marginar, silenciar e incluso atacar a periodistas y medios independientes y críticos. El estudio explica también cómo “esos presidentes -en alusión a Hugo Chávez y Rafael Correa- describen a los ejecutivos de medios privados como la ‘oligarquía’ y ‘la élite empresarial’, decididos a sesgar la cobertura periodística a favor de la oposición política. Los gobiernos de estos países justifican su accionar contra la prensa, a quien se le suele negar el acceso a funcionarios y a eventos públicos, al acusar a los medios de ser el enemigo del pueblo”. El objetivo último es conseguir el desprestigio y la neutralización de cualquier voz crítica con las políticas del gobierno. Algunos grupos criminales con gran influencia y poder también se sirven de estas tácticas con el propósito de ocultar sus delitos.