El Puerto Seco, considerado estratégicamente el proyecto más importante del Departamento de Oruro para movilizar y consolidar su desarrollo, sigue en el tapete de una mesa de discusión en la que los protagonistas aún no se ponen de acuerdo sobre la mejor opción de poner en marcha el proyecto que requiere de una infraestructura especial, que sin ser un ejemplo de modernidad para este tipo de emprendimientos, debería más bien comenzar con lo que existe a mano y permite operabilidad casi de inmediato.
El tema del Puerto Seco tiene una serie de connotaciones particulares a partir de la adjudicación a una empresa de las responsabilidades de elaboración del proyecto a diseño final, lo que hubiera permitido avanzar en la concreción de esa intención que Oruro arrastra por muchos años, no sucedió así y ahora se debe recuperar tres de cinco millones de bolivianos que se gastaron en la contratación de una empresa que aparentemente no cumplió con los objetivos que obligaba el convenio de licitación.
En niveles del empresariado privado se proporcionaron algunas pautas, por supuesto muy sólidas, para mostrar lo que debe ser en realidad un Puerto Seco, estableciendo las necesidades prioritarias de cierta infraestructura que, sin ser absolutamente gigante, permitiría poner en marcha el proyecto de forma casi inmediata y seguir luego con las ampliaciones que paulatinamente exijan las operaciones portuarias, específicamente administrativas, de recepción, depósito o embarque de variedad de mercaderías en tránsito por el Puerto Seco orureño.
Personeros de la ex Prefectura y de la actual Gobernación visitaron in situ las instalaciones de un Puerto Seco en Uruguay, observando las características de infraestructura que muy bien pueden implementarse en el caso orureño, sin la necesidad de “extremar” recursos para forzar su ubicación en un predio de dominio rural y por tanto de controversia comunitaria.
Ya se ha visto que los vecinos de una localidad insisten en que se instale el parque en su jurisdicción, una consultora que analizó el asunto técnicamente sugiere otra ubicación y ya se genera un problema de intereses comunitarios, exactamente lo que observa el sector del empresariado privado, puntualizando que las pugnas entre comunarios profundizará la división de los orureños y lo único que se vislumbra en esa situación es la postergación del proyecto, poner en riesgo su financiamiento y postergar el anhelo generalizado de la población de tener un Puerto Seco en funcionamiento que sirva al desarrollo regional.
Antes que se profundicen las pugnas entre comunidades las autoridades locales deberían asumir responsablemente la tarea de implementar el Puerto Seco en estructuras que ya existen (en Inti Raymi) y que constituyen una buena base para comenzar el proyecto, fundamentalmente ahorrando una millonada de pesos que buena falta nos hacen para fortalecer el mismo proyecto en su fase de implementación administrativa, eliminando en tal sentido las controversias, los intereses sectarios y políticos y dando paso objetivamente al funcionamiento del Puerto Seco en su sistema operativo de servicios logísticos para facilitar las operaciones de tránsito de importaciones y exportaciones. Este paso inicial pero fundamental necesita decisiones y no confrontaciones.
Al interés de poner en marcha un macroproyecto regional como es el Puerto Seco, se suma como buena noticia el hecho de que faltan contadísimos kilómetros para tener asfaltado el tramo caminero entre Huachacalla y Pisiga en la parte de conexión vial en la frontera con Chile, pero debe apurarse el trabajo en los tramos restantes para concretar también la carretera biocéanica. El aeropuerto internacional será complemento ideal para encarar el proyecto del Puerto Seco, no demoremos más ese anhelo vital para Oruro y su progreso.
Fuente: La Patria
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