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Jueves 01 de marzo de 2012

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Ecológico Kiswara

Cultivos transgénicos entre detractores y defensores

01 mar 2012

Fuente: La Habana (PL)

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Argentina y Brasil encabezaron durante el 2011 en América del Sur los países que incrementaron los cultivos transgénicos, los cuales junto a China, India y Suráfrica superaron en más del doble lo registrado por los países desarrollados.

Un informe del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (Isaaa), indicó que Argentina, uno de los principales productores, alcanzó 23,7 millones de hectáreas dedicadas a esa modalidad en 2011.

Esa cifra representa 14,8 por ciento del área global cultivada con transgénicos y un aumento del 3,5 por ciento con respecto al año anterior.

Hasta la fecha, es el tercer país que más productos modificados genéticamente usa en el mundo, en tanto el gobierno prevé en su Plan Estratégico Agroalimentario llevar la cosecha hasta los 160 millones de toneladas para el 2020, desde los 100 millones que obtiene actualmente.

"El avance científico es de tal magnitud y de tal velocidad que cosas que nos parecían mágicas o imposibles hasta hace muy poco tiempo, hoy se han realizado, multiplicando la productividad a través de la ciencia y la tecnología como nunca se había visto", aseguró recientemente la presidenta de Argentina, Cristina Fernández.

Según el Isaaa, Argentina autorizó en 2011 la siembra comercial de tres variedades de maíz y dos de soja, con lo cual completó una lista de tres tipos de ese cereal, 16 de maíz y tres de algodón aprobados hasta el momento.

Para la venidera temporada está previsto plantar allí 38 millones de hectáreas de soja genéticamente modificada bajo la técnica de siembra directa. Esta superficie representa más del 65 por ciento del área agrícola del país.

Brasil, por su parte, fue en 2011 el motor de la expansión mundial en el cultivo de transgénicos y puede desplazar en los próximos años a Estados Unidos como primer productor del planeta, de acuerdo con el Isaaa, una ONG especializada en biotecnología de la agricultura.

Las estadísticas indican que EE.UU. lideró ese año la producción agrícola de organismos genéticamente modificados (OGM) con 69 millones de hectáreas plantadas, seguido de Brasil, con 30,3 millones, Argentina con 23,7 e India con 10,6.

El gigante suramericano registró una expansión del 20 por ciento en las plantaciones transgénicas, sobre 2010, lo que representó 4,9 millones de hectáreas más.

Para Clive James, presidente del Isaaa, el liderazgo de Brasil se debe "al modelo desarrollado en el país, de rápida aprobación de las semillas, y por la capacidad de desarrollar sus propias tecnologías".

"Le llevará un tiempo alcanzar a Estados Unidos, pero creo que la voluntad política está ahí y el objetivo es aumentar la productividad a través de la biotecnología, tanto para su mercado interno como para sus exportaciones, especialmente a China, su primer socio comercial. Además está aportando nuevos plantíos transgénicos, por ejemplo en caña de azúcar", añadió.

Dicha institución precisó que la tasa de crecimiento de los cultivos genéticamente modificados en los países en desarrollo en 2011 fue de 11 por ciento, equivalente a 8,2 millones de hectáreas.

Tal cantidad duplicó el aumento experimentado por las naciones industrializadas, que fue de cinco por ciento, unos 3,8 millones de hectáreas.

En su informe el Isaaa agregó que el pasado año el aumento en los Estados en desarrollo significó alrededor de la mitad de los cultivos transgénicos globales, y se espera que en el presente supere el número de hectáreas cultivadas por los industrializados.

En el nivel mundial, en 2011 se sembraron 12 millones de hectáreas más que en 2010, lo que representa una tasa de crecimiento anual del ocho por ciento, actividad liderada por Argentina, Brasil, China, India y Sudáfrica, que, en conjunto, constituyen el 40 por ciento de la población del planeta.

Aun cuando especialistas y ecologistas insisten en que la seguridad de los productos transgénicos o genéticamente modificados no está comprobada científicamente, en total se cultivaron 160 millones de hectáreas por parte de 16,7 millones de agricultores en 29 naciones.

OPINIONES E INTERESES ENCONTRADOS

Desde el inicio de su comercialización en 1996, se han adoptado más de 100 millones de decisiones para sembrar y resembrar una cifra superior a los mil 250 millones de hectáreas con transgénicos, un área 25 por ciento más grande que la de Estados Unidos o China.

Montse Arias, cofundadora de la Asociación Vida Sana y directora de la revista The Ecologist para España y Latinoamérica, comentó en un artículo que por la complicidad entre los gobiernos y la industria de la biotecnología los transgénicos siguen comercializándose libremente bajo el amparo de la ley.

Estas nuevas creaciones genéticas nunca han formado parte de los alimentos consumidos por el hombre y sus consecuencias para la salud, el medio ambiente e incluso del sistema agrícola, son difícilmente imaginables desde la perspectiva actual.

Incluso las empresas de seguros hicieron saber hace varios años que no asegurarían la liberación al ambiente de organismos manipulados genéticamente, contra la posibilidad de daño ambiental catastrófico a largo plazo.

El argumento es lógico: todavía la industria carece de una ciencia de evaluación de riesgo de ecología predictiva, con la cual juzgar el riesgo de determinada introducción.

El peligro empieza cuando el conocimiento biotecnológico se queda en manos y bajo el control de las industrias para usos comerciales, sin tener en cuenta la repercusión en la salud y en el medio ambiente.

Tales ardides son utilizados por los gigantes sojeros: Noble, Nidera, Cargill, Grobocopatel, Molinos, Bunge, Aceitera General Deheza y Vicentin, entre otros, que, según los entendidos, utilizan agrotóxicos nocivos para los seres humanos.

Además, mienten y envenenan a la gente con el aval de los grandes medios de comunicación, los cuales omiten datos relevantes sobre investigaciones científicas que documentan la peligrosidad de esos productos químicos.

Cáncer, infertilidad, abortos, malformaciones fetales, en seres humanos y animales; y mutaciones biológicas y genéticas de todo tipo que destruyen la salud de las personas, son algunas de las secuelas apuntadas en contra de los transgénicos. No por gusto la Unión Europea prohíbe la entrada en su territorio de cualquier cargamento de cereales, plantas o vegetales transgénicos o que presenten algunas de sus trazas.

Sin embargo, sus defensores insisten en que esos tipos de cultivo resisten mejor las sequías, frío, enfermedades y agrotóxicos, y tienen mayor productividad. También plantean que pueden ser usados para aumentar el contenido nutricional de los alimentos.

Para ellos son decisivos en el desafío de alimentar a la población mundial que debe alcanzar los nueve mil millones de personas en 2050.

Fuente: La Habana (PL)
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