Ojo clínico en la formación del futuro médico y la mala praxis médica
28 feb 2012
Por: Gonzalo Nigoević Heredia
Retrotrayendo a la década de 1970. Tuve la suerte que el Profesor Dr. Guillermo Jáuregui Guachalla sea mi catedrático de Nefrología, quien con sólo ver el caminar del paciente tenía ya un diagnóstico certero; con la anamnesis, el examen físico y cuando se requería oler o ver la coloración de un humor del paciente confirmaba su diagnóstico. En esas épocas no existía la ecografía ni la resonancia magnética, ni la mala praxis medica, lo importante era la semiología en el paciente.
El ojo clínico es un don innato o adquirido con el transcurso de los años de desempeño médico; conocí a numerosos catedráticos de Medicina de la Universidad Mayor de San Andrés y a profesionales de Oruro que tienen este “don innato”. Parafraseando a Napoleón Candray “ojo clínico es el don que tenía el Dr. Sir Joseph Bell”, conocido por su gran capacidad de observación y admirables diagnósticos “con solo mirar al paciente”, inspiró a Sir Arthur Conan Doyle en la creación de los personajes Sherlock Holmes y Dr. Watson.
En la enseñanza de pre y postgrado, la medicina siempre será una ciencia y un arte, la ciencia está escrita en los libros, el arte es la experiencia de años, se obtiene con la lectura y transferencia de conocimientos de la práctica hospitalaria. Es inconcebible que en la formación de pre o postgrado no se realicen las prácticas de laboratorio; o de semiología con pacientes.
Los Derechos Humanos nos limitan a cumplir con las normas de la semiología, en perjuicio el paciente y de los futuros médicos, quienes sólo serán galenos de escritorio y los casos de mala praxis médica subirán a niveles impensados y regresaríamos a la etapa en que confiaríamos nuestra salud al sastrecillo especializado en Estados Unidos de Norteamérica.
Candray menciona a José de Letamendi: “El médico que sólo sabe de medicina, ni de medicina sabe”. El Dr. Bell: “La educación que el Dr. Conan Doyle recibió como estudiante de medicina le enseñó a observar, y la práctica de la medicina general y de la especialidad constituyó un espléndido entrenamiento para un hombre dotado de ojos, memoria e imaginación. Ojos y oídos que saben ver y oír, memoria para registrar en el acto y para recordar, a placer, las impresiones de los sentidos, e imaginación capaz de tejer una teoría, de trabar los eslabones de una cadena rota o de desenredar una pista enmarañada. Todas esas cosas constituyen el herramental profesional de quien ha de diagnosticar con éxito.”
Debido al abuso de la técnica y al olvido de la semiótica, los médicos modernos estamos perdiendo el “ojo clínico”, esa habilidad para emplear los sentidos como forma fina y sencilla de diagnosticar.
Colofón: el Ojo Clínico es innato para algunos, otros lo adquieren y otros nunca lo obtienen y caen en la quincha de la mala praxis.
(*) Ginecólogo Obstetra
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