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Domingo 26 de febrero de 2012

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Revista Dominical

Artesanos del Carnaval

26 feb 2012

Fuente: La Patria

Por: Javier Claure C.

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Los artesanos del Carnaval de Oruro han creado una especie de “talleres familiares” en la famosa calle La Paz. Generación tras generación desarrollaron obras de arte, cuya belleza se luce en los diferentes conjuntos folklóricos que participan en el Carnaval.

Estos artistas de manos prodigiosas, como veremos más adelante, han trabajado desde muy jóvenes ayudando a sus abuelos, padres y otros familiares con gran experiencia en el oficio. Por eso han adquirido mucho conocimiento para realizar trabajos en torno a personajes míticos de un mundo oculto. Historia y misticismo se van mezclando en esas filigranas, con las cuales se rinde culto a la Virgen del Socavón.

Cada familia o taller tiene su propio secreto y estilo de trabajo. Podemos mencionar a familias conocidas como “los Flores”, “los Molina”, “los Quiroga”, “los López”, “los Crispín”, “los Cruz”, “los Churqui”, “los Aguilar” etc.

Se cree que los primeros artesanos empezaron haciendo imágenes de santos para las iglesias y los pueblos. Otros se dedicaban a bordar estandartes para los colegios y las cofradías religiosas. Pero cuando se creó la danza de la diablada, en 1904, empezaron a componer caretas o máscaras de diablo como hoy en día se llaman. O sea, podríamos decir que se pasó de un arte español, a un arte nativo cada vez más perfecto y estilizado.

El bordado forma parte del contexto mitológico orureño. Figuras de sapos, lagartos, víboras, dragones y hormigas son bellamente bordados en las capas, pollerines y pecheras de los diablos. Los bordadores dan rienda suelta a su imaginación para crear, milímetro a milímetro, un hermoso mosaico simbólico de la identidad cultural boliviana. Hilos de diferentes colores van simétricamente entrelazados y configuran contornos, líneas, formas, círculos y figuras geométricas del universo andino.

Para conocer el trabajo y demás detalles de estos artesanos, dejemos que sean ellos mismos los que nos expliquen acerca de su arte. El primer entrevistado, proviene de una de las familias más eminentes en el arte de hacer máscaras de diablo. Fernando Flores pertenece a la cuarta generación y tiene su taller en la calle Soria Galvarro y Belzu. Su tienda se llama “El Quirquincho” y las máscaras que hace esta familia, suelen estar presentes en los afiches que imprime la Prefectura (actual Gobernación) cada año.

Javier Claure (J.C.): He leído en el periódico que tu abuelo, Pánfilo Flores, fue uno de los que modernizó las caretas de diablo, ¿verdad?

Fernando Flores (F.F.): Sí, es cierto, este proceso fue más bien para la comodidad del danzarín. Las primeras caretas no eran muy grandes y no había mucho espacio para decorarlas con los animales de las cuatro plagas. Esas caretas, solamente cubrían el rostro y mi abuelo fue la persona que le dio un toque más certero. Introdujo nuevos materiales como el cartón, espejos, focos y pequeñas planchas de termo que se utiliza para mantener caliente algún líquido. Además, añadió la nuca a la careta y se convirtió en máscara. Así se creó más espacio para la decoración. Hemos logrado la transformación de la careta, pero sin tergiversar su origen.

J.C.: ¿Cómo plasmas, en las máscaras de diablo, los siete pecados capitales?

F.F.: En realidad no existen adornos en las máscaras de diablo que estén relacionados con los siete pecados capitales. Esto se refleja más bien en los colores. El amarillo representa, por ejemplo, la pereza, el negro; la ira, etcétera. En el relato de estos pecados, convoca el Arcángel Miguel al Lucifer, al Satanás y a toda su corte del infierno. Con las máscaras, los humanos, ocultamos los siete pecados capitales.

J.C.: ¿Qué diferencia existe entre las máscaras de diablo que llevan 3, 4, 5 y hasta 7 cabezas de dragón?

F.F.: La diferencia está en el peso y lo llamativo que suelen ser cuando estas máscaras llevan cabezas de dragón. Cuanto más cabezas, más espectacular es la máscara. El danzarín, entonces, se siente orgulloso porque todo el mundo lo mira y le saca fotos. Los miembros de la diablada Auténtica, empezaron a exigir máscaras grandes y espectaculares para llamar la atención.

J.C.: ¿Influyen los danzarines en el diseño de las máscaras de diablo?

F.F.: Si, de alguna manera lo hacen. En la Asociación de Careteros, se han dictado normas para el trabajo de las máscaras. Pero también es cierto que han aparecido algunos artesanos que no siguen estas normas. A la gente le gusta impresionar y están haciendo máscaras de diablo con quijada. Han introducido el vampiro y el cóndor.

Nosotros conservamos la máscara de diablo tradicional. Si alguna persona desea un diseño fuera de lugar y lejos de la mitología orureña, le aconsejamos los elementos que deben llevar las máscaras. No hacemos máscaras “a patadas”. Somos tradicionalistas en este sentido.

J.C.: ¿Cómo y por qué nació la idea de hacer el Carnaval de los Artesanos?

F.F.: Los artesanos de este sector de la ciudad, somos también devotos de la Virgen del Socavón. Trabajamos duro, muchas veces hasta horas antes que empiece el Carnaval y no tenemos tiempo para rendirle homenaje a la mamita milagrosa. La juventud de la calle La Paz, los careteros, bordadores y vecinos hemos creado este pequeño Carnaval, precisamente para venerar a la Virgen del Socavón, y pedirle que nos vaya bien el próximo año.

La siguiente entrevistada pertenece al “Centro Artesanal Berna” de la familia Cruz, especializados en máscaras de morenos y achachis. Pero también hacen máscaras de diablos, matracas y cetros. Los dueños me hicieron pasear por su taller y pude observar la elaboración de máscaras de moreno.

Javier Claure (J.C.): ¿Cuantos años trabajan haciendo caretas?

Eimi Cruz (E.C.): Bueno, mi padre abrió el taller cuando tenía 20 años. Estamos hablando de 61 años de trabajo. Somos 7 hermanos y todos trabajamos en este rubro. Es una tradición de familia que se ha ido heredando de generación en generación.

J.C.: ¿Cuantas horas trabajan al día?

E.C.: Es un trabajo artesanal y pues no tenemos horarios fijos ni feriados. Permanentemente estamos preparando máscaras que los clientes nos piden para Carnaval, pero también para las diferentes fiestas de los pueblos.

J.C.: ¿Qué material utilizan para hacer las máscaras de moreno y achachi?

E.C.: Utilizamos hojalatas, varillas, pomada para soldar, pinceles, diferentes pinturas, perlas, lentejuelas, espejos etc. Antes se utilizaba una plancha que era pesada, luego la hojalata de las latas de manteca que también era pesada y gruesa. Ahora utilizamos la hojalata de las latas de alcohol que es una lata más liviana. Y, por supuesto, es mucho más cómodo para el danzarín. Esta hojalata es manejable y se puede niquelar, entonces da la impresión que es de plata. Nuestro arte no es igual a la de un carpintero o zapatero. Los operarios, en este tipo de trabajos, suelen golpearse o cortarse las manos a menudo. Y no es fácil encontrar trabajadores de este arte.

J.C.: ¿Suelen hacer innovaciones cuando diseñan las caretas?

E.C.: Sí claro, cuando la Unesco declaró al Carnaval orureño como “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”, diseñamos nuevas caretas de achachis que llevaban una Ave Fénix.

J.C.: ¿Cuánto cuesta una máscara de moreno?

E.C.: Hay máscaras desde 450 bolivianos. No alquilamos máscaras porque casi siempre se malogran. No es como una tela que se puede planchar o cosa por el estilo.

J.C.: ¿Qué significa para ustedes el Carnaval de Oruro?

E.C.: Es una fiesta pagana y se rinde homenaje a la Virgen del Socavón. Es la máxima expresión de la cultura boliviana, donde se muestran diferentes tipos de baile. Y no se baila por bailar, todos los conjuntos tienen una coreografía bien estudiada. Los movimientos son armónicos y cadenciosos. Oruro se convierte en un lugar que acoge a muchos turistas que vienen a presenciar nuestro folklore.

Fuente: La Patria
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