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Sábado 25 de febrero de 2012

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El Amor y la Generosidad

25 feb 2012

Fuente: La Patria

Por El Alquimista

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Es necesario amar y ser amado, pero para desgracia del mundo muchos hombres y mujeres ni aman ni son amados. Eso que llamamos amor es algo desconocido para las personas y lo confunden fácilmente con la pasión y con el temor. Si las gentes pudieran verdaderamente amar y ser amadas, las guerras serían imposibles sobre la faz de la tierra.

Muchos matrimonios que podrían ser intensamente felices, no lo son debido a los viejos resentimientos acumulados en su memoria, manteniéndolos vivos al evocarlos a menudo. Si los cónyuges tuvieran generosidad, olvidarían el pasado doloroso y vivirían en plenitud, llenos de verdadera felicidad. La mente mata al amor, lo destruye. Las experiencias, los viejos disgustos, los antiguos celos y resentimientos acumulados en la memoria, destruyen el amor. Muchas esposas resentidas podrían ser felices si tuvieran generosidad suficiente como para olvidar el pasado y vivir en el presente adorando a sus esposos. Muchos maridos podrían ser verdaderamente felices con sus esposas si tuvieran generosidad suficiente, como para perdonar viejos errores y echar al olvido rencillas y sinsabores acumulados en la memoria.

Es urgente que los matrimonios comprendan la honda significación de vivir el momento presente plenamente, sin interferencias del pasado o preocupaciones por el futuro. Esposos y esposas deben sentirse siempre como recién casados, olvidando lo pasado y viviendo alegremente en el presente. El amor y los resentimientos son substancias atómicas incompatibles. En el amor no pueden existir resentimientos y susceptibilidades de ninguna especie. El amor es eterno perdón.

Existe amor en aquellos que sienten angustia verdadera por los sufrimientos de sus amigos y enemigos. Existe amor verdadero en aquél que de todo corazón trabaja por el bienestar de los desamparados, de los necesitados. Existe amor en aquel que de manera espontánea y natural siente simpatía por el campesino esforzado que riega el surco, por el aldeano que sufre, por el mendigo que pide una moneda y por el humilde perro que fallece de hambre a la vera del camino. Cuando de todo corazón ayudamos a alguien, cuando en forma natural y espontánea cuidamos el árbol y regamos las flores del jardín sin que nadie nos lo exija, existe auténtica generosidad, verdadera simpatía, verdadero amor. Desafortunadamente para el mundo, la mayoría de las gentes no tienen verdadera generosidad. Solo se preocupan por sus propios logros egoístas, anhelos, éxitos, conocimientos, experiencias, sufrimientos, placeres, etc. En el mundo existen muchas personas que poseen falsa generosidad. Existe falsa generosidad en el político astuto, en el zorro electoral que derrocha dinero con el propósito egoísta de conseguir poder, prestigio, posición y riquezas solo para si. La verdadera generosidad es completamente desinteresada, pero fácilmente se puede confundir con la falsa generosidad egoísta.Debemos ser generosos de corazón; la generosidad verdadera no es de la mente, la generosidad auténtica es el perfume del corazón. Si las personas tuvieran generosidad olvidarían todos los resentimientos acumulados en la memoria, todas las experiencias dolorosas del pasado y aprenderían a vivir de momento en momento, siempre felices, siempre generosos, llenas de verdadera sinceridad y amor. Desgraciadamente el ego es memoria y vive en el pasado, quiere siempre volver al pasado. El pasado acaba con las gentes, destruye la felicidad, mata el amor. La mente embotellada en el pasado jamás puede comprender en forma íntegra la honda significación del eterno presente.

Son muchos los que buscan consuelo, pidiendo un bálsamo precioso para sanar su adolorido corazón, mas son pocos aquellos que se preocupan por consolar al afligido. Muchos relatan el estado miserable en que viven, pero son raros aquellos que parten el único pan que tienen, para compartirlo con los otros necesitados. No quieren las gentes entender que detrás de todo efecto existe una causa y que sólo alterando la causa interna modificamos el efecto. Nuestro querido ego es energía que ha vivido en nosotros desde vidas pasadas y que ha originado causas pretéritas cuyos efectos presentes condicionan nuestra existencia. Necesitamos generosidad para modificar causas y transformar consecuencias. Necesitamos generosidad para dirigir sabiamente el barco de nuestra vida. Necesitamos generosidad para transformar radicalmente nuestra propia vida. La legítima generosidad efectiva no es de la mente. La autentica simpatía y el verdadero afecto sincero, jamás pueden ser el resultado del miedo. Es necesario comprender que el miedo destruye la simpatía, acaba con la generosidad del corazón y aniquila en nosotros el perfume delicioso del amor. El miedo es la raíz de toda corrupción, el origen secreto de toda guerra, el veneno mortal que degenera y mata.

Debemos comprender la necesidad de encaminarnos por la senda de la generosidad verdadera, el valor y la sinceridad del corazón. En el pasado cultivamos el veneno del miedo, dando como fruto, la corrupción, el caos y la anarquía. Desarrollemos ahora una ética consciente que incentive el sentido de cooperación para desplazar totalmente al horrible batallar de la competencia egoísta. Se hace imposible saber cooperar cuando excluimos el principio de la generosidad efectiva y el amor verdadero. Solo tomando conciencia de lo que es en nosotros el egoísmo y la falta de generosidad, brota en nuestro corazón la fragancia deliciosa del Verdadero Amor y de la Efectiva Generosidad, que son manifestaciones de nuestro espíritu inmortal y eterno. (Extractado de las enseñanzas de S.A.W.)

Fuente: La Patria
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