En el buen decir popular…”a nadie se le quita lo bailado, bien o mal se disfrutó de ese encanto” y en realidad eso es lo que pasa con los orureños, que después de lo bailado hay que volver a la realidad y reiniciar la actividad normal, la rutina, lo de siempre hasta que llegue el nuevo Carnaval.
En todos los niveles habrá balance sea técnico o profesional, como debe suceder en las entidades públicas, caso de la Alcaldía y la Gobernación, como sucede también en el sector empresarial, el comercio informal y por supuesto en la economía familiar.
Los días de Carnaval generaron ingresos para mucha gente, para algunas empresas, para los vendedores ambulantes que vendieron lo que pudieron, un inusitado entusiasmo del sector informal que copó las calles y acabó con sus productos, los revendedores de todo, las grandes industrias salieron satisfechas del proceso carnavalero y se cumplió ese objetivo de saber que el Carnaval de Oruro produce un gran movimiento económico, favorece por supuesto a una gran cantidad de personas, pero también deja saldo negativo en muchas otras.
Pasa la euforia, queda la satisfacción por lo hecho y la conformidad por el resultado, obligando tal situación a un retorno a la realidad, a seguir en la batalla cotidiana en pos de mejores condiciones de vida por supuesto en el cumplimiento de los deberes formales.
¿En qué quedaron las cosas antes del Carnaval? Ese es un dolor de cabeza que volverán a sentir las autoridades pues los problemas que quedaron pendientes reaparecerán una vez que se normalicen las actividades y tienen que ver con obras pendientes, atención a los barrios marginales que por la época lluviosa esperan atención de emergencia que no se cumplió porque la prioridad era Carnaval.
El asunto de los planes importantes como el Puerto Seco, las obras en la carretera hacia Pisiga, el Aeropuerto Internacional, el Mercado Central y el reordenamiento del tráfico vehicular y del comercio informal, el avance de la “construcción” del estatuto autonomista y el pago de la millonaria cuenta de la ex prefectura… son sólo algunas de las obligaciones que deben retomar las autoridades para encaminar sus gestiones.
En la población civil, aunque no parezca importante, también hay un saldo de actividades que son propias del Carnaval, empezando por reordenar la casa, pero sobre todo la economía familiar que ha sido con seguridad alterada en mayor o menor proporción y merece también un reajuste para volver a la actividad rutinaria del orureño, después de Carnaval.
Quedan algunos programas carnavaleros, no para todos, pero si para una buena cantidad de las comparsas y sus seguidores que recién comenzarán su Carnaval en el sur de la ciudad en el cierre de Tentación. Lo hecho, hecho está y a nadie le quitan lo bailado, fue otra promesa de fe y devoción y otro año de alegría en Oruro donde se vive el mejor Carnaval del mundo.
Fuente: La Patria
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