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Domingo 19 de febrero de 2012

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Cultural El Duende

Grigol Abashidze

19 feb 2012

Fuente: La Patria

Grigol Abashidze. Giorgia, 1914 -1994. Escritor y filólogo. Premio del Estado de la URSS en poesía (1951). Su antología de 1938 lo hizo popular porque revivió el estilo clásico de la poesía combinando historia, simbolismo y filosofía con el presente. Publicó: Am did khmaurshi, Poladis simghera, Zarzmis Zmaneba, Shavi qalaqis gazapkhuli, Giorgi VI, Ganmeordeba, Gazapkhuli, Sakure, Samgoris velze. En novela épica: Lasharela (1957); Didi ghame (1963) y Tsotne Dadiani anu kartvelta datsema da amaghleba (1975), trilogía magistral que analiza la historia del siglo 13 de Georgia y la instauración del yugo mongol. La letra del Himno Estatal de Georgia entonado durante su época de República Socialista Soviética (1946 a 1991) fue compuesta por el vate junto a Alexander Abasheli

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Lejos de Giorgia

No como el subio

que estudia el pasado en sus viajes,

ni como el creyente

que reza ante cada imagen,

mas lejos de Giorgia,

en tierras extrañas, pues veo:

soy el prisionero de templos

antiguos y antiguos museos.

Recorro las salas de Louvre

con ciega envidia y salgo de Oficios

llorando mis lágrimas tibias:

no me apesadumbra

aquella riqueza increíble

que pasma la imaginación

más potente, invencible,

no odio a aquellos señores de alta nobleza

que hicieron palacios,

reunieron inmensas riquezas.

Pues no, porque es otra

la envidia que a mí me tortura

y evoca el destino

de cada maestro en pintura.

Envidio a los milagrosos gigantes,

los magos de los claroscuros antiguos

que atento indago,

pues sacrificaron la vida,

el cuerpo y la mente, al arte amado,

al arte genial solamente,

supieron medir con la eternidad

los instantes de vida

que puede tener el mejor habitante,

supieron quedarse a solas

en tiempos de antaño

con todo el trabajo y los sueños,

que duran sus años.

***

Mas, ¿tengo el derecho

de echarles en cara su sino?

La vida apacible

también suele ser un destino.

El hombre depende del sino,

y por eso, ante nada aclaro:

mi envidia es admiración franca, honrada.

Envidio

y voy imaginándome límpidos días

hasta la vejez de trabajo inspirado, alegría…

¡Qué bien que sería

si nuestros pintores georgianos

hubiesen tenido una vida de esas, hermanos!

¡Qué bien que sería

si el odio del cruel adversario

no los persiguiera en toda la vida,

a diario, si hubiesen podido pintar

con el alma serena, en altas paredes,

la Santa Asunción y la Cena!

¡Qué bien que sería

si ellos hubiesen podido

hacer para siempre

el retrato indeleble y sentido

del trabajador del trigal,

su mirada derecha

cuando ara la tierra

o alza en la vid su cosecha!

Mas, qué he de decir

de aquellas sombrías jornadas,

de tiempos severos

como una tormenta inclemente,

si entonces la Patria anhelaba

–y antes que nada–

guerreros en vez ce pintores,

creadores conscientes.

Si el cielo agitaba la bruma sin fin,

ciega y sorda,

el humo y el polvo que alzaban

las pérfidas hordas,

ni hablar ya del arte,

vivir no quería el georgiano

durante el Juicio Final de los tiempos lejanos.

Y fue un gran honor para los creadores de entonces,

con la bendición de la virgen,

bajo el sol de bronce,

morir combatiendo en contra de viles espadas

delante del tiempo que ellos, devotos, pintaran.

***

Sí, los que soñaron con Georgia

en su hermosa grandeza,

se pueden nombrar,

son los mártires de alta nobleza,

y yo los recuerdo con un lagrimón pasajero

al ver cada obra maestra en el extranjero.

Y desde las tierras lejanas

exclamo a las sombras que vagan

entre los castillos y templos de Georgia:

–¡Qué pena da lo no pintado y lo no escrito,

qué pena da lo no cantado y del hogar proscrito!

Regreso y me asombro

al ver otra vez vuestras obras,

es todo un milagro,

y al verlo, el pasado recobras…

¡Oh, Patria,

oh, madre de héroes que tu alma recrean,

bendita seas para siempre tú,

bendita seas!

Fuente: La Patria
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