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Domingo 19 de febrero de 2012

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Cultural El Duende

Sobrio elogio a la ensayística boliviana

19 feb 2012

Fuente: La Patria

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Las sociedades en América Latina han sufrido en el intervalo de una o dos generaciones un cambio no sólo muy rápido, sino en algunos casos de manera total. Bolivia no está exenta de estas modificaciones y tuvo procesos de modernización en el campo legal, tecnológico, administrativo, educativo, urbano, etc., pero como han sostenido sociólogos e historiadores inspirados por Max Weber, hubo sólo una “modernización imitativa”. En el campo específico de la vida cotidiana, familiar e intima, la modernidad no ha significado un corte o rupturas totales, sino la permanencia de continuidades culturales en la praxis. Uno de los rasgos que permanecen en la historia de Bolivia es el olvido e indiferencia con respecto a personas que se preocuparon por dejar testimonios incómodos o críticos. “En Bolivia el olvido, la indiferencia, la ingratitud, el desprecio […] son los lauros con que se recompensa a los que algo han hecho por ella”. Con estas palabras empieza Nicolás Acosta la introducción del libro Escritos literarios y políticos de Adolfo Ballivián en 1874(1), y esta apreciación no ha tenido una gran variación con el tiempo. Hoy, a principios del siglo XXI, el olvido, la indiferencia, el desprecio, son apelativos todavía vigentes en lo referente a la historia en general y la crónica de las ideas en particular.

Desde el siglo XIX, Bolivia posee una notable producción intelectual en comparación con numerosos países de población mucho mayor en América Latina, Asia y África. Es motivo de orgullo nacional. La historia de Bolivia tan movida y, a momentos, tan trágica, ha estado signada por la guerra de la Independencia (1825), la guerra del Pacífico (1879), la guerra federal (1899), la guerra del Chaco (1932-1935), la revolución de 1952, las dictaduras militares, la democracia pactada, el indigenismo y el populismo. Estos factores han causado ese florecimiento de una actividad intelectual de alto nivel, sobre todo en el campo de la ensayística. Pero, lamentablemente, esa notable calidad intelectual no contribuye ni a mejorar el debate político interno ni a conseguir un pequeño reconocimiento a nivel internacional. En este campo Bolivia comparte el destino de las naciones pequeñas, problema que debería ser estudiado por los cientistas sociales.

La historia del pensamiento en Bolivia, a pesar de apreciables contribuciones, todavía exhibe notables lagunas en lo referente a los aportes significativos de autores poco conocidos por la historiografía y la opinión pública boliviana. Esto vale en todos los contextos y regímenes políticos, pese a que se hicieron esfuerzos valiosos, como el del filósofo Guillermo Francovich en La filosofía en Bolivia (1945), El pensamiento Universitario en Charcas (1948) y El pensamiento boliviano en el siglo XX (1956), la Historiografía boliviana (1973) de Valentín Abecia Baldivieso, los aportes del sociólogo Salvador Romero Pittari en La recepción académica de la sociología en Bolivia (1997), Las claudinas. Libros y sensibilidades a principios de siglo en Bolivia (1998), El nacimiento del intelectual (2009), el prolífico aporte en biografías de Mariano Baptista Gumucio junto con Alberto Crespo y Alfonso Crespo R., o las recientes publicaciones de Fernando Molina en torno a Guillermo Francovich, René Zavaleta Mercado y Vicente Pazos Kanki (2011).

Hay una cierta inquietud por reconstruir la historia de las ideas en Bolivia, porque lo inacabado tiende a ser materia de reflexión crítica y de intentos de superación. Hay contribuciones de notable calidad que hay que salvar del olvido. En el estudio que hizo H. C. F. Mansilla, titulado El carácter conservador de la nación boliviana(2), el autor hace una revisión de la producción ensayística y rescata a autores poco conocidos por la historia del pensamiento boliviano. Tal es el caso de Carlos V. Romero y Daniel Pérez Velasco. El periodista Carlos Romero publicó Las taras de la democracia en 1919. Este libro reconstruye las prácticas cotidianas no codificadas (no escritas), los códigos informales de vigencia prácticamente obligatoria, en contraposición a la parte formal (escrita) de los códigos legal-democráticos en Bolivia. El otro autor es Daniel Pérez Velasco, que publicó La mentalidad chola en Bolivia en 1928. Pérez Velasco calificó al cholo como el “elemento básico de nuestra democracia”, pero simultáneamente como el “hombre desconfiado, suspicaz, perezoso, mentiroso, irresoluto, doblegadizo e insolente”, “hábil para urdir la tramoya indecorosa”. Mansilla señala que aunque Pérez Velasco hubiera acariciado ideas racistas con respecto a los sectores cholos y no estuviese exento de inclinaciones autoritarias, representaba al mismo tiempo al tipo de intelectual moralizante, hondamente preocupado por el destino del país. Hoy, después de haber experimentado varios procesos de reformismo militar, populismo civil y dictaduras de distinto cuño, se puede aseverar que ciertos comportamientos de la sociedad boliviana vienen de una larga data y están arraigados en la mentalidad colectiva de la sociedad. Entonces, el problema no estará en la modernización y ampliación de derechos o reformas totales o parciales de la Constitución Política del Estado, sino en una “revolución moral”, como lo señaló Bartolomé Mitre, o una “reforma moral”, como la llamó Octavio Paz: en la modificación profunda y seria de las pautas recurrentes de comportamiento. Reformas de los códigos legales y estatutos constitucionales no sirven de mucho. Ya lo mencionó Juan Francisco Bedregal(3): “Nuestra Carta Magna es maravillosa y si tiene algún defecto, es el que no se la pueda aplicar”.

Se puede decir que la historia del pensamiento boliviano tiene muchos vacios con respecto a los esfuerzos de autores poco conocidos que no tuvieron fama o que simplemente su recepción académica fue escasa. Muchas contribuciones pasaron desapercibidas y hoy en día son totalmente desconocidas para la sociedad boliviana. Pero como se puede advertir, esta preocupación por hacer una historia de las ideas abre la puerta para que investigadores jóvenes se preocupen sobre esta temática. Es importante redescubrir a muchos autores que hicieron notables concepciones a la historia de las ideas. Una historia del pensamiento boliviano nos muestra que los problemas actuales, como por ejemplo la ineficiencia constitucional, la carencia de una democracia practicada, el mal funcionamiento del aparato estatal y sobre todo judicial, son preocupaciones que fueron planteadas en contextos totalmente diferentes a la actual. Revisando a estos autores olvidados nos parecen casi contemporáneos.

Los factores recurrentes de la mentalidad colectiva, la cultura política y la administración de justicia fueron estudiados desde diferentes ópticas. En el campo de los mitos y creencias profundas de Bolivia se halla Guillermo Francovich(4), en la temática de los códigos paralelos y la anomia estatal está el conocido jurista alemán Peter Waldmann(5) que tiene en su libro un capítulo referente a Bolivia, en materia de cultura política Jorge Lazarte(6) sobre el estudio de élites bolivianas la historiadora española Marta Irurozqui(7), las publicaciones de Salvador Romero Ballivián(8) sobre partidos políticos y comportamiento electoral, la contribución de René Antonio Mayorga(9) sobre neopopulismo, el sociólogo Rafael Loayza(10) concerniente al racismo y etnicidad y en el tratamiento sobre los recursos naturales la contribución de Fernando Molina(11).

Esto muestra la complejidad y a veces la recurrencia de ciertos hechos históricos que se viven en la actualidad. Los considerables estudios que han hecho Guillermo Francovich, Valentín Abecia Baldivieso, Juan Albarracin Millán, Ramiro Condarco Morales, Salvador Romero Pittari, José Luis Roca, Mariano Baptista Gumucio, Marta Irurozqui, Manuel Sarkisyanz(12), Fernando Molina, y HCF Mansilla es rescatar a estos autores poco conocidos del olvido historiográfico e invitar a una revisión de nuestra historia de las ideas.

Formo parte de la generación joven de bolivianos. Tengo menos de 30 años y experimenté procesos políticos que fueron grandes desilusiones. Pertenezco a los jóvenes que leen un poquito, que reflexionan una vez al día, que se deprimen una vez a la semana y que comparten ideas con gente de la misma edad una vez al mes. No queremos ser engañados sistemáticamente mediante programas políticos que suenan bien o teorías que están de moda y con las cuales no pasa nada. Por incierta que siga siendo en tantos puntos nuestra vida, me parece que estamos actualmente mejor situados que nuestros predecesores inmediatos para ver con mayor claridad nuestro presente, precisamente porque conocemos y apreciamos la obra de aquellos que se han preocupado por analizar nuestro pasado y nuestras tradiciones. No nos gusta la cultura vacía de las discotecas. Somos pocos, pero creo que podemos aprender del pasado leyendo a nuestros exponentes del espíritu crítico. Como jóvenes modernos no tenemos muchas ilusiones, pertenecemos al escepticismo. Queremos vivir sobre todo algo mejor, y para eso necesitamos tener más confianza en nosotros mismos y revalorizar, reconocer, redescubrir, revisar, todo lo que se ha producido en la cultura boliviana. Y como yapa queremos que las experiencias del pasado, ante todo las políticas, sean tamizadas por un espíritu crítico.

Freddy Zárate. Abogado

(1) Escritos literarios y políticos de Don Adolfo Ballivián publicado con su retrato y una introducción por Nicolás Acosta, Imprenta del Mercurio de Tornero y Letelier. Valparaíso, 1874.

(2) Editorial EL PAÍS, Santa Cruz, 2003; una versión breve: “La mentalidad tradicional como obstáculo a la democratización en el caso boliviano. Factores históricos y culturales en los procesos de modernización”. Revista de Estudios Políticos (Nueva Época), nº 118, octubre-diciembre, 2002, Madrid.

(3) La máscara de estuco. Divagaciones perogrullescas sobre sociología boliviana, política derecho público y otras menudencias de actualidad permanente. La Paz, 1959.

(4) Los mitos profundos de Bolivia, 2da. Edición. Editorial Los Amigos del Libro, 1987.

(5) El Estado anómico. Derecho, seguridad pública y vida cotidiana en América Latina, Madrid: Iberoamericana, 2006.

(6) Entre dos mundos. La cultura política y democrática en Bolivia, Plural/Microcosmos, 2000, sobre esta temática la valiosa contribución basada en evidencia empírica: Mitchell A. Seligson, Auditoría a la democracia. Informe Bolivia 2006; Daniel E. Moreno Morales, Cultura política de la democracia en Bolivia 2008. El impacto de la gobernabilidad, Cochabamba: Ciudadanía/LAPOP/Vanderbilt University 2008.

(7) La armonía de las desigualdades. Elites y conflictos de poder en Bolivia (1880-1920), CSIC (Madrid), Centro de Estudios Regionales Andinos “Bartolomé de las Casas” (Perú), 1994.

(8) Reformas, conflictos y consenso. Fundemos, 1999; Electores en época de transición, Caraspas-Plural, 1995; “El nuevo paisaje político: los tres ejes del consenso boliviano” en Opiniones y análisis N° 23, 1995.

(9) Antipolítica y neopopulismo, CEBEM, 1995; el estudio de Fernando Mayorga, Neopopulismo y democracia. Compadres y padrinos en la política boliviana (1998-1999), Plural-CESU, 2002 y el reciente y actual estudio de HCF Mansilla, Los problemas de la democracia y los avances del populismo. Paradojas de la modernidad incompleta, Editorial EL PAÍS, 2011.

(10) Halajtayata. Racismo y etnicidad en Bolivia, 3ra. edición, Konrad Adenauer, 2010.

(11) El pensamiento boliviano sobre los recursos naturales, 2da. Edición, Fundación Vicente Pazos Kanki, 2011.

(12) Un aporte que pasó totalmente desapercibido en Bolivia. Kollasuyo: Indianische Geschichte der Republik Bolivien. Propheten des indianischen Aufbruchs, (Kollasuyo: La historia indígena de la República de Bolivia. Profetas del renacimiento indígena), Schulz-Kirchner Verlag, Idstein, 1993.

Fuente: La Patria
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