Cada 4 años coinciden las elecciones generales en el mayor país de habla inglesa del mundo (EE.UU.) con la de la alcaldía de la capital de dicho idioma (Londres). En ambos comicios aparecen con fuerza los que coinciden en autoproclamarse como conservadores, pero que en los hechos divergen en mucho.
El partido conservador que más gobiernos ha tenido en el mundo es el británico y su evolución ha influenciado a las demás fuerzas del globo que se reivindican de dicha corriente. Sin embargo, el conservadurismo en ambas lados del Atlántico navega en vientos diferentes.
Históricamente, el conservadurismo británico es centralista y monárquico, mientras que el estadounidense emerge del partido federalista que se autonombra como republicano. Mientras los tories fueron la fuerza que más resistió hacer cambios, los republicanos de Lincoln hicieron una guerra para abolir la esclavitud (mientras Londres coqueteó con los separatistas antinegros del Sur).
Si bien Reagan y Thatcher coincidieron en promover el monetarismo económico y en la II guerra fría que acabó desintegrando al bloque soviético, sus partidos hoy andan en direcciones diferentes.
En las elecciones de Londres, el “rojo” Ken Livingstone, quien compite por retornar a la alcaldía, ha acusado al municipio conservador de Boris Johnson, Londres, de estar copado de homosexuales, mientras que los conservadores estadounidenses piden abolir los derechos y uniones gays.
Mientras el equipo de Johnson está lleno de seculares, darwinianos y minorías étnicas y sexuales, saluda la inmigración y pide una amnistía para los indocumentados, postula obras para la protección del medio ambiente, ha proscrito el tener cuchillos en las calles, tiende puentes a los musulmanes y ha extendido los subsidios a los desocupados en el transporte público, los conservadores estadounidenses compiten entre sí en saber quién pide más restricciones a los inmigrantes, al aborto y a los homosexuales, quién ataca más a los controles de armas de fuego o sobre la contaminación, quién promueve más la religiosidad o que se enseñe la teoría de la creación divina sobre la de la selección natural, quién sea más duro ante el Islam o pida más intervenciones en el Medio Oriente y quién recorte mejor los intentos de Obama de extender la seguridad social.
La versión conservadora moderna de Johnson ha hecho que éste sea una de las figuras más populares del país a punto de que, pese al desgaste de las medidas de austeridad de este gobierno, no le resulte tan fácil a los laboristas, uno de cuyos reductos es Londres, el poder desbancarlo.
El conservadurismo republicano, más bien, puede terminar empujando a dicho partido hacia un extremo del cual le va a ser muy difícil destronar a Obama.
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