En la historia de nuestra Patria, y justamente en época de Carnaval, se han producido acontecimientos, muchos de los cuales han cambiado nuestra historia. La invasión chilena a Antofagasta, se produjo, mientras festejábamos el Carnaval y la historia no oficial registra que no se comunicó ese hecho para permitir que la gente siga con el festejo. Muchos, de los tantos, golpes de Estado fueron programados justo para esta época, aprovechando los días festivos a los cuales estamos acostumbrados a entregarnos todos los bolivianos; en realidad, el Carnaval ha servido siempre como una especie escape de la realidad.
Por eso, cuando gobernantes y otros personajes se lanzan a una aventura política, lo hacen en los días del Carnaval, con la seguridad que la reacción popular tarda en producirse; primero, porque todos están entregados a la diversión; segundo, porque los feriados que se extienden por varios días, y hasta semanas, enfrían cualquier protesta que pudiera surgir a las decisiones que hubieran tomado, ya sea en el campo social, político o económico.
No importa que la situación económica de la población, no sea precisamente la de bonanza. Durante todo el año, muchísimas personas ahorran, para gastar todo lo ahorrado en el Carnaval… y nadie se arrepiente y justifican ese hecho con una frase ya célebre: ¡¡nadie me quita lo bailado!!
Esa especie de droga carnavalera, adormece los sentidos y todos se entregan frenéticos a vivir en un mundo irreal, inventado por la mente, para despertar después de muchos días con espectacular ch’aquí, pero para empezar al día siguiente a ahorrar y esperar el próximo Carnaval.
Al parecer, inspirado en esa costumbre, el actual Gobierno hizo aprobar con una rapidez envidiable, en el Órgano Legislativo, la ley que da luz verde a la consulta, que anularía la denominada Ley Corta que impide la construcción de la carretera por medio del Tipnis. Y porque estamos prácticamente en Carnaval, las reacciones de los indígenas de la Cidob y otros muchos sectores de la ciudadanía, a las que teme el Gobierno, esperan se diluya. Lo mismo sucede con la anunciada pretensión de construir “La Casa Grande del Pueblo” o un nuevo Palacio del Estado Plurinacional. Construir palacios mientras la mayoría de los bolivianos no tienen un techo para cobijarse, viene a ser como comer torta, cuando no hay pan.
Pero, esta vez podría ser que, sin importar los días feriados y los festejos del Carnaval, no puedan impedir una reacción de protesta de los indígenas del Tipnis que, día que pasa, crece por la forma discrecional como se usa al Órgano Legislativo para aprobar leyes e inmediatamente anularlas, de acuerdo a los intereses del Gobierno. Además, es muy improbable que los discapacitados, se pongan a festejar bailando en el Carnaval, cuando no se les otorga ni siquiera cobijo para pasar la noche a su caravana hacia La Paz.
Podríamos deducir entonces, que estos carnavales los inventaron los políticos, para lanzar medidas no siempre muy populares, sino más bien conflictivas, para pretender hacernos bailar al compás del ritmo oficialista.
Por lo menos… esa es mi opinión.
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