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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Intemperancia e impudicia - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Durante el tiempo del Carnaval cesan las profesiones, apenas se halla a un responsable de una importante oficina, están cerrados los negocios oficiales y muchos privados; la vida camina a medio gas, y es que, actualmente en Bolivia, año que pasa se alargan los días de preparación de los desfiles folklóricos, y de la exaltación de las tradiciones, donde la libación y la borrachera han de completar hasta los ensayos mismos de las danzas.
Los días de Carnaval son días de vergüenza nacional, no por las manifestaciones folklóricas, la riqueza de las expresiones seculares de las danzas, ni por las alegrías propias de quien goza de los beneficios de Dios en la línea de la rectitud y la decencia, son días de vergüenza por el abuso del alcohol y sus consecuencias, aunque muchos lo defiendan como una virtud ancestral, como una tradición que nos llega de los antepasados.
Se ha estudiado el problema con datos a la mano, entre el 30 y el 40 por ciento de la publicidad en los diversos medios de comunicación social se dedican a la exaltación de las bebidas alcohólicas. Mientras que la propaganda de la leche y otros alimentos vitales apenas llega al 4%. Bastan estas estadísticas para revelar que Bolivia es un país esclavo de una de las mayores plagas de la humanidad, con la consecuencia de que en Bolivia se bebe 10 veces menos leche en relación del consumo alcohólico.
El consumo moderado de alcohol entre los adultos es algo aceptable, e incluso una deseable norma conductual recreativa.
En cambio el excesivo beber implica un nivel inaceptable de consumo de alcohol entre menores y adultos. El concepto de embriaguez y excesivo y continuo beber está claramente fuera de las normas generalmente aceptables, por lo que resulta imperativo determinar entonces, si este problema del abuso de alcohol es una expresión o un síntoma, ya que ciertamente, no importa buscar el origen de esta insana conducta sub-cultural, lo que debemos radiografiar es la enfermedad: dónde está situada, por qué motivos se produce, y cuál sería la solución a este problema.
La embriaguez y el excesivo beber de las personas jóvenes son, ni duda cabe, manifestaciones de un estado de decadencia social. Nadie ignora que en aquellos sitios donde se desarrolla este tiempo de Carnaval se multiplican incontrolablemente las borracheras, las orgías consiguientes, las desnudeces, los abusos y las violaciones, las ruinas de la economía de muchas familias, las agresiones en las calles y en las familias, los accidentes de circulación a causa de conductores bebidos, las riñas con muertes o heridos graves. Es decir, el caos.
El deterioro de la familia, el aumento de homicidios y suicidios, crímenes sexuales violentos y otras manifestaciones, son otros síntomas probables de esta situación, ya que sería impropio ver el problema de la bebida aisladamente. Los menores de edad que han entrado al consumo temprano de bebidas alcohólicas, están respondiendo simplemente a las consecuencias sociales y económicas actuales.
Hemos llegado a acostumbrarnos a estas degradadas tradiciones carnavaleras, sin sentir vergüenza ni propósito de enmienda, porque en la temporada siguiente sabemos que habrá comportamiento similar. Hemos llegado a un estado en que prácticamente se ha perdido el control del consumo de alcohol y drogas, a tal punto de que dichos consumos constituyen ya, una seria amenaza para la salud pública y el orden social.
Y junto a esta manifestación creciente de la embriaguez y el excesivo beber, el impudor se constituye en un alarmante referente de la decadencia moral social. La extendida ausencia de pudor se manifiesta de manera más elocuente durante el Carnaval, por la relajación de las costumbres a que conlleva el abuso de bebidas alcohólicas.
San Pablo lo ponía de esta forma: “Los hombres paganos, alardeando de sabios se hacen necios, y dan culto a la criatura en lugar de dar culto al Creador, que es bendito por los siglos. Por eso Dios los entrega a los deseos de su corazón, y vienen a dar entonces en todo género de impureza, impudor y fornicación, hasta el punto de que, perdiendo toda vergüenza, se glorían de sus mayores miserias” (cf. Rom 1,18-32).
“La apostasía y el impudor han crecido en los últimos tiempos simultáneamente… La disminución o la pérdida del pudor, no es, pues, en modo alguno, un fenómeno aislado y en cierto modo insignificante. La pérdida de sentido de pudor, ha de diagnosticarse según la misma visión de San Pablo ya recordada”.
“Apostasía e impudor – con muchos otros males intelectuales y morales- han crecido de forma simultánea. En los mismos tiempos y en las mismas regiones del mundo cristiano, se ha desarrollado la avidez desordenada de gozar de esta vida, el rechazo de la Cruz y de la vida sobria y penitente, la aceptación de las ideologías y de las costumbres mundanas, el alejamiento de la eucaristía dominical y del sacramento de la reconciliación, la escasez o la ausencia de las vocaciones y de los hijos, de la debilitación o la pérdida de la fe, así como la erotización morbosa de la sociedad, que los mismos sociólogos señalan. El impudor generalizado, no es, pues, sino uno más entre todos los fenómenos sociales de la descristianización. Y como tal debe ser entendido y tratado” (José María Iraburu, Elogio del pudor).
Urge entonces un cambio de conductas, normas y sistemas familiares y sociales.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
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