Una parada dulce y refrescante

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Desde noviembre hasta febrero o los primeros días de marzo de cada año, grandes y chicos pueden deleitarse comprando miniaturas, ropa, muebles, enseres, herramientas, títulos de propiedad, profesionales, billetes y otros.

Cuando uno está de paseo por el Calvario, de repente nos invade el hambre o la sed, y como no podía ser de otra manera está la infaltable gastronomía orureña, presente en esta feria de las miniaturas. Una parada obligada para deleitarse con dulces postres o para refrescarse es en la sección donde se ofrecen gelatinas, coloridas espumas, jugos de fruta natural, ensaladas de fruta o refrescos hervidos, que por supuesto son más saludables que las sodas.

En esa parte de la feria del Calvario se encuentra el puesto de Patricia Caro, quien desde muy pequeña conoció el oficio acompañando a su madre a vender refrescos y postres, ella comenta que su actividad la inició “desde que tengo uso de razón, años que vendo, mi mamá vendía aquí desde hace unos cuarenta años”.

Ella con la ayuda de sus familiares alista todo para ir a vender en el Calvario, comenta que cuando llega el “mini Calvario” prepara sus productos en menor cantidad y habilita copas y vasos pequeños, para no ir contra el espíritu de esa fiesta en miniatura.

Según Patricia, la actividad que realiza le produce satisfacción a pesar de que para ella resulta un gran esfuerzo el preparar y cuidar que sus postres y refrescos sean de la mejor calidad, de buen sabor, para deleite de sus clientes.

“La gente viene a pasear, porque en Oruro no existen muchos lugares a donde ir (a divertirse o entretenerse), entonces vienen a servirse los anticuchos, los apis” y por supuesto los postres y bebidas refrescantes que ofrece tanto ella como otras compañeras de ventas.

Patricia asegura que los niños por lo general prefieren comprar los refrescos o postres cuando vienen en envases pequeños, pero los adultos escogen consumir los grandes, pues de lo contrario tendrían que comprar varios pequeños para saciar su sed.

Además comenta que para hacer sus postres más atractivos y deliciosos realiza una combinación de ingredientes naturales como chocolate, coco, cremas de diferentes sabores, dependiendo de lo que pide la gente que le compra sus productos.

Patricia es ama de casa, pero en los fines de semana sale a vender en el mercado sus postres y refrescos, lo que le permite subsistir los días en que no hay Calvario, es decir que su actividad principal es vender y es lo que más disfruta hacer.

Por otra parte, Patricia es autodidacta pues no realizó ningún curso para poder preparar sus productos, sino que aprendió viendo a su madre e imitándola.

Para preparar sus postres y refrescos busca la fruta de mejor calidad y a más bajo precio en los camiones que llegan al sector del Tagarete, zona Este de la ciudad.

Este como muchos otros rubros que se encuentran en el Calvario demuestra que prima la tradición y que las diferentes actividades por lo general son herencia recibida de padres, abuelos, padres políticos u otros parientes, no son producto de una enseñanza especializada sino de observar y aprender de los antecesores, sin embargo, también se puede encontrar mucho talento y esfuerzo personal, así es el Calvario de Oruro, una feria de artesanías peculiar que se puede apreciar cuando comienzan las actividades preparatorias del Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, desde noviembre de cada año hasta febrero o marzo del siguiente.

Fuente: La Patria