Aunque en muchas ciudades del país y otras del exterior se desarrollan en las mismas fechas las carnestolendas dizque excepto en Oruro, Bolivia vive con todo acierto la fiesta “de la carne”, expresión mundana de pura diversión en el más alto grado de exagerado regocijo.
Menos mal que tal circunstancia tiene su variable de exclusividad en el escenario de la Capital de Folklore de Bolivia, la alta ciudad de Oruro donde el carnaval comienza con una demostración de fe y devoción de miles de danzantes que rinden pleitesía absoluta a la Virgen del Socavón, actitud que además es parte de una simbiosis en el sentido de expresar en una sola demostración humana, religiosidad y paganismo algo que no existe en ninguna otra latitud geográfica del mundo.
Ese proceso examinado, observado y analizado profundamente ha permitido a la Unesco reconocer al Carnaval de Oruro como la Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, evento que anualmente debe mejorar en su proceso de presentación, aunque manteniendo invariable su contenido devocional y tradicional, folklórico y artístico, incomparable e inigualable por su contenido de eclosión devocional en miles de creyentes que realizan una larga preparación y una costosa inversión para cumplir su presentación.
Al margen de este hecho personalísimo de los devotos, la preparación y realización del Carnaval de Oruro obliga a una serie de trabajos e inversiones para que la ciudad se muestre con características especiales para recibir a miles de visitantes, nacionales y extranjeros que llegan atraídos por la fama y las características de un carnaval excepcional y único.
La Alcaldía gasta un presupuesto especial en el arreglo de calles, iluminación pública, instalación de baños públicos, de algunas graderías y de espacios por los que danzarines y visitantes puedan desplazarse con comodidad y seguridad
Los orureños de manera general muestran también su innegable condición de anfitriones, efectuando inversiones familiares para recibir a parientes y amigos que disfrutarán por varios días la más amplia hospitalidad del oriundo de la tierra de la Virgen del Socavón y sus miles de danzarines que muestran en las calles el mayor espectáculo de un carnaval exclusivo y perenne.
La ciudad carnavalera necesita además de la cooperación de muchos aliados en la tarea de ejercer control permanente, el caso del organismo policial y la entidad castrense, la Cruz Roja, los bomberos y los gendarmes municipales para cumplir un trabajo de control y seguridad que garanticen a propios y extraños un transcurrir de alegría con paz y sin contingencias negativas.
Hay algunos aspectos que deben ser normados para completar un cuadro de total servicio a la comunidad, regulando el trabajo del transporte de pasajeros, vigilando el comercio informal que gana espacios y las vías de tráfico vehicular y peatonal, poniendo en riesgo la seguridad de las personas si no existen los adecuados controles y las advertencias anticipadas que deben socializarse para su práctica durante los días festivos.
Hay que insistir en la responsabilidad de autoridades para otorgar seguridad ciudadana, pero también en la hospitalidad orureña, en la conciencia vecinal para mostrar una ciudad preparada convenientemente para desarrollar el mayor espectáculo de un carnaval diferente y por lo mismo único en su género.
Fuente: LA PATRIA
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