¿Por qué mi papá bailó en los Incas “Hijos del Sol”?
27 ene 2012
Por: Fernando Zelada Bilbao
Recordando el mes del fallecimiento de Roberto Zelada García, quien fuese activo dirigente de la Sociedad de Socorros Mutuos de Artesanos las décadas del 70 y 80, en otra faceta de su vida el año 2006 a los 100 años de la “Fraternidad Hijos del Sol Los Incas” acompañó la gestión de Silvia Padilla como Secretario de Cultura. Fue Roberto, indudablemente un orureño “de los de más abajo donde las élites no llegan”, desempeñó a lo largo de su vida una labor silenciosa en la formación de niños y niñas, en diferentes escuelas de la ciudad del Pagador y otras de la sede de Gobierno o en la Mina Matilde de la provincia Camacho del departamento de La Paz.
En la lucha diaria por la sobrevivencia hizo que muchos años su vida estuviera alejado de la entrada del Carnaval; más bien sus gustos los dirigió hacia la Guerra Civil Española, del escritor alemán Thomas Mann, la zarzuela, los poemas de Federico García Lorca, Pablo Neruda, de los hermanos Quintero, del dramaturgo Jacinto Benavente, las arpas paraguayas, valses criollos peruanos o la música clásica entre otros. ¿Por qué las dos últimas décadas de su vida, se apasionó tanto de su Carnaval, de sus Incas?, participó como el cura Luque en los relatos de la avenida Cívica.
Seguramente como la mayoría de la generación que nos precedió veían el desarrollismo europeo, norteamericano o asiático, como el paradigma a imitar, eran tiempos en que soviéticos y norteamericanos competían por la conquista del espacio, eran tiempos de la guerra fría, eran tiempos del nacionalismo en nuestro país, eran tiempos en que marxistas y fascistas pugnaban por el poder y finalmente se llegó a ese aparente equilibrio político con el advenimiento de la democracia.
Pasaron los días, los meses, los años, para un profesor de escuela y para la mayoría de la población que es marginada, empobrecida, el tal desarrollismo sólo son datos estadísticos inventadas por políticos, lo único real es que “los ricos son más ricos y los pobres más pobres”. Entonces se produce el desencantamiento del mundo, el capitalismo y el socialismo hacen aguas en nuestro país, no son modelos aplicables a nuestra realidad, era el momento de salir de víctima del sistema, había que unirse a la resistencia, al reencuentro, a la reconquista de nuestros espacios culturales, territoriales y religiosos. Roberto en la fraternidad de danzantes incaicos, se disfrazó del cura Luque y junto a Pizarro, Almagro y soldados españoles, interpretaron a los antagonistas y colonialistas, que dieron fin con Atahuallpa en Cajamarca el 28 de agosto de 1535, pensando que era el final del Estado Inca; por el contrario el sentido que los indígenas y mestizos dieron a la danza, es más bien una remembranza del glorioso imperio incaico. El mensaje que nos deja este orureño de a pie, es claro y contundente, pues el Carnaval, es el tiempo del sapo, de la víbora, del cóndor, de los arenales, de la Pachamama, es el tiempo del ritmo lento de Los Incas, es el tiempo de los Hijos del Sol.
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