La evaluación del segundo año del Estado Plurinacional tiene un resultado cuestionado que a la vez podría ser alentador si el Presidente de los bolivianos, “gobierna obedeciendo al pueblo” y sin dejarse llevar por las decisiones –muchas veces equivocadas y hasta impuestas por su entorno palaciego- que no le deja gobernar escuchando al pueblo.
En el fondo los deseos de Evo Morales Ayma de gobernar Bolivia, para “cambiar su realidad de pobreza y luchar contra la corrupción” resultan ser alentadores si se cumplen, porque día que pasa hay más gente involucrada en malos manejos por buscar utilidades, frutos y provechos a título de la administración gubernamental con beneficio personal.
Muchos son los casos denunciados y pocos los sancionados, porque la infalibilidad de los “beneficiarios” puede más que la opinión pública y que la propia aplicación de sanciones cuando le hacen conocer informes interesados y manipulados al Presidente del Estado Plurinacional para ocultar lo ocurrido o simplemente tapar la denuncia que por lo general queda en eso, una simple denuncia, que bien podría aportar a la supuesta lucha anticorrupción.
Los grandes políticos y pensadores no se cansaron de repetir que el poder efímero y pasajero es embriagante y muestra de ello ocurre con la actual administración de gobierno, cuando pretendió aplicar el “gasolinazo” y después tuvo que recular para dejar sin efecto la medida y preferir seguir pagando la subvención de los carburantes, motivando empero una escalada de precios que nunca más volvieron a su nivel original, lo que perjudicó la economía popular.
A este irremediable error se sumó otro que también deja una estela de conflictos sin resolver como es la construcción de una carretera por medio del Territorio Indígena de los Pueblos Indígenas del Parque Isiboro Sécure (Tipnis), lo que obligó a repensar en la política de gobierno que reconocen como autocrítica, que deberían haber realizado de manera oportuna la consulta previa que establece la Constitución y respetar ese derecho a los indígenas.
Empero la soberbia de algunos ministros resulta ser más o menos como la lógica de algunos entrenadores o directores técnicos en el fútbol (deporte que apasiona a Evo Morales), cuando afirman que su equipo en este caso el gobierno, “políticamente está bien, es un gobierno muy fuerte y sólido, que tiene sus altas y bajas como es normal en la confianza ciudadana”, sin tomar en cuenta que ya tuvieron dos autogoles y que tener legitimidad no representa necesariamente tener la mayoría en la Asamblea Plurinacional. El Movimiento Al Socialismo (MAS) el año 2010 tenía 114 curules y ahora tiene 109 asambleístas de un total de 166 curules, esto sin descontar a la Bancada Indígena que recién se declaro independiente.
Esa lógica exitista y hasta autoritaria tiene que cambiar para gobernar escuchando al pueblo, que es la propuesta –aunque no auténtica- del presidente Evo Morales, que al final de la evaluación de los dos años de su gestión en la última Cumbre Social realizada en Cochabamba, tuvo que admitir la participación de otros sectores, entre ellos al privado que “le salvaron la cumbre”, siendo así que en mayo de 2011 cuestionaba a los empresarios inquiriendo si realmente son empresarios o se cubren bajo ese rótulo para hacer política. Ahora los empresarios están dentro la “estructura política participativa” del gobierno del MAS y se espera que la inversión privada y pública desarrolle la productividad y genere empleos en Bolivia, porque alentar el contrabando o el comercio informal no aporta al sostenimiento de la economía nacional, al igual que el pago de bonos que convierte a la población beneficiaria en clientelista y perfora la estabilidad macroeconómica, como muchas veces se ha observado.
El gobierno de Evo Morales requiere urgente recomposición política, lejos de los arribistas, de los oportunistas y de los adulones que siempre existieron en los diferentes gobiernos y que por lo general fueron causantes de las derrotas de los líderes que no advierten que el poder es efímero y pasajero, ni reparan en evitar embriagarse con ese poder que nubla su visión les hace perder la razón y hasta prefieren mantener lógicas equívocas y triunfalistas lejos de estar predispuestos a discutir temas concurrentes y corregir sus “errores” ante la necesidad manifiesta de no gobernar sólo para los movimientos sociales, sino para todos los bolivianos.
Ampliar la base social con participación de todos los sectores de los bolivianos que estén representándonos para la toma de decisiones, puede devolver legitimidad a este gobierno para afianzar su administración en los próximos años, puesto que tiene el control de siete de las nueve gobernaciones, con excepción de Santa Cruz y el Beni donde cogobierna con el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), a lo que se suman el control oficialista en casi el 70% de los gobiernos municipales en el país.
La receta de la Administración de Gobierno de Evo Morales debe ser inversión, generación de empleo y generación de riqueza, porque el buen momento de los precios altos en los minerales y los hidrocarburos pronto puede acabar y la única manera de continuar aportando al sostenimiento de una economía sólida y fuerte es produciendo y exportando, el resto hay que dejarlo para la política que es engañosa, frustrante y hasta egoísta y negativa. Gobernar escuchando a todos los sectores respetando sus derechos y libertades, así como garantizando la libre expresión de todos los bolivianos debería ser la fórmula de legitimidad para concluir su mandato. Ojalá así sea.
(*) Periodista
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