La situación económica que rige para todos los bolivianos en la actualidad y que proviene de la idea política de un “modelo de cambio”, evidentemente ha generado una modificación en los patrones que dominan la estructura de las finanzas internas y por esa consecuencia el modo de vida de las grandes mayorías nacionales, dependientes de un salario mínimo fijo y una canasta familiar variable, generalmente no es compensada.
El sistema está estructurado en un modelo de economía dependiente de la exportación de materias primas y por tanto sensibles a los mínimos cambios que se produzcan en los mercados externos, los que definen las reglas de juego en la economía de los países dependientes como el nuestro.
Hemos visto que nuestro patrón económico se altera inmediatamente que hay variaciones en las pizarras internacionales de minerales, lo que nos obliga a modificar ciertas condiciones de sostenimiento, pero que todavía están lejos de compensar esas variantes e ingresar en un sistema diversificado de nuestras exportaciones.
El caso es que recursos naturales y de alto potencial económico no nos faltan, aunque deben aplicarse condiciones propicias para su explotación de manera que se conviertan en rubros alternativos productivos que compensen, en cualquier instancia, las deficiencias de la dependencia de vender sólo materias primas al precio que fijan los importadores extranjeros y que cuando declinan en valor afectan directamente a los países en vías de desarrollo.
También existen otros factores endógenos que alteran las condiciones económicas de los bolivianos, por ejemplo el anticipo de medidas regulatorias como el de controlar o eliminar las subvenciones a los carburantes. En este caso la sola mención en niveles superiores produce alteración en precios de productos de consumo masivo y ese hecho distorsiona totalmente el equilibrio que debería existir entre salarios y gastos de la canasta familiar.
En lo últimos días algunos sectores como el transporte, por ejemplo, anuncia que al disponerse un incremento salarial, de manera general, determinará el incremento de las tarifas del transporte público lo que dejaría sin beneficio práctico cualquier aumento salarial por el mínimo porcentaje que se perfila.
Para ciertos niveles de la población hay otras obligaciones emergentes de las propias disposiciones gubernamentales, como la autorización en el valor de las pensiones del sistema educativo privado, aspecto que incide directamente en la economía familiar.
Se trata de un cuadro realmente preocupante que debería ser observado en su justa dimensión, en su vigencia real y objetiva para que se adopte un conjunto de medidas necesariamente políticas que sirvan para paliar la situación de crisis que atenta la economía de la mayoría de bolivianos, pendientes actualmente de la aprobación de medidas coyunturales que sirvan para mejorar las condiciones de vida y no para empeorar la ya conflictiva situación de sustento familiar, que disminuye ostensiblemente en lugar de incrementarse.
Hay que efectuar cambios radicales en lo que corresponde a la precariedad de las finanzas públicas, hay que reducir el creciente endeudamiento interno, pero también hay que minimizar el proceso inflacionario para que el costo de vida sea accesible a la economía de la mayoría de bolivianos que hoy por hoy son víctimas de un abierto deterioro en su calidad de vida. Es un tema de voluntad política eliminar los problemas económicos.
Fuente: LA PATRIA
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