Lunes 16 de enero de 2012
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Editorial y opiniones
El término “mestizo” y las categorías étnicas del censo nacional boliviano
16 ene 2012
Por: Juan Marcelo Columba Fernández
El inicio del 2012 trae consigo un trascendental debate en torno a la exclusión, en la boleta censal, de la palabra “Mestizo/a”, término que designa una macro-identidad colectiva asumida por amplios sectores de la población boliviana. Los recientes y variados aportes a la reflexión sobre el mestizaje en el país constituyen un hecho altamente positivo, pues ponen en evidencia la vigencia e importancia de la temática en cuestión.
Una primera precisión sobre el mestizaje apunta a su tratamiento como un “fenómeno cultural dinámico”, caracterizado por la existencia de espacios de encuentro e interacción generadores de nuevas realidades culturales híbridas. Lamentablemente, este hecho ha venido siendo negado y ocultado por una suerte de fundamentalismo étnico plurinacional, desperdigado en los diferentes niveles de la administración pública boliviana.
El mestizaje tiene manifestaciones culturales bien consolidadas en la literatura, las costumbres y la historia de Bolivia. Al respecto, Keith John Richards, académico inglés cuya tesis doctoral fue publicada bajo el título de “Lo imaginario mestizo”, brinda pautas importantes para comprender el mestizaje en el país, a través del análisis de la novela “Manchay Puytu” de Néstor Taboada Terán. El estudio de Richards destaca el principio dialéctico que subyace al mestizaje, sintetizando nuevas entidades culturales a partir de otras, en un inicio diferentes. Este hecho permite plantear, al menos, tres consideraciones que cuestionan los esencialismos étnicos tanto indio como europeo: primeramente, el carácter mestizo del personaje central, un sacerdote de origen quechua que traiciona la causa india al profesar el credo cristiano pero incurre en herejía por su visión indígena sobre la muerte, en segundo lugar, la combinación de la tradición oral indígena y la tradición escrita europea que originan y particularizan el relato boliviano y, finalmente, la concepción de la ciudad de Potosí como un “lugar de encuentro” surgido durante la Colonia; un espacio cosmopolita con la capacidad de fusionar y redefinir identidades que cohabitan un mismo lugar, cosa muy similar a la que acontece, actualmente, en las populosas urbes bolivianas que conforman amplios espacios de interacción cultural entre sus habitantes.