Hablar de seguridad ciudadana en una ciudad con más de doscientos mil habitantes y que tiene poco más de mil doscientos policías es inaudito, un hecho incalificable y por supuesto una muestra de las deficiencias que confrontan los servicios de control policial, especialmente cuando se producen hechos de magnitud y cuando en las noches la mayor parte de la ciudad queda prácticamente desguarnecida.
Una observación reciente del organismo que cobija a las juntas vecinales de la ciudad abrió el reservado “cuaderno” de registro de policías para todo el departamento de Oruro, estableciendo que existen 1.228 en total, de los cuales la mayor parte están en la ciudad y otros pocos asignados a las 16 provincias del distrito.
Tomando en cuenta que Oruro cuenta con más de 425.000 habitantes y de estos 235.600 viven en la ciudad el saldo de 190.000 personas están distribuidas en todas la comunidades locales, donde la existencia policial es mínima y en una mayoría simplemente inexistente, lo que muestra una mísera cantidad de efectivos policiales para encarar la difícil tarea de proporcionar seguridad policial, que es sinónimo de garantía para el bienestar ciudadano.
Los delitos más comunes están lejos de ser controlados con una cantidad tan reducida de efectivos policiales que entre otras cosas tampoco tiene adecuada dotación de unidades motorizadas y suficientes equipos de comunicación, quién sabe también confrontan limitaciones en lo que corresponde al material de seguridad personal, como armamento y otros elementos propios para realizar un efectivo control policial.
Es evidente que el proceso de establecer seguridad ciudadana no es sólo tarea de los efectivos policiales sino de toda la población de manera coordinada y en condiciones mínimamente equilibradas. Sin embargo, al conocer la cantidad de efectivos con que se cuenta en la ciudad y sabiendo que siendo menos de mil, porque una cantidad está en las provincias y otros en tareas de oficina, además de una resta lógica por el número de jefes con responsabilidad de mando en diferentes secciones y de los meramente administrativos, lo que se tiene para el efectivo control policial es realmente una pobre cantidad de elemento efectivo.
El tema de seguridad ciudadana no puede ser librado a la suerte de ciertas decisiones que disponen en el Comando Nacional de la Policía, organismo superior que debería asumir responsabilidades en función a las necesidades claras y objetivas de cada una de las ciudades, pero además tomando en cuenta los índices delincuenciales que se producen diariamente y que lamentablemente en Oruro se han incrementado en el último tiempo.
Hay necesidad de que las autoridades en conjunto coordinen un planteamiento único, formulando en las instancias pertinentes el incremento del presupuesto policial del Comando de Oruro, de tal modo que pueda servir para aumentar el número de efectivos policiales para mejorar los servicios de control preventivo y lucha abierta contra el delito.
Mientras eso suceda debe prevalecer la capacidad estratégica de los actuales jefes policiales para que el reducido número de policías sea debidamente asignado a tareas de vigilancia allí donde se encuentran los puntos más neurálgicos en materia de delitos y que no desconocen los mismos policías.
Fuente: LA PATRIA
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