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Domingo 15 de enero de 2012

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Revista Dominical

Apuntes de un proyecto literario

15 ene 2012

Fuente: LA PATRIA

Por: Javier Claure C. - Poeta boliviano radicado en Estocolmo

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Han pasado veinte años del “Primer Encuentro de Poetas y Narradores Bolivianos” efectuado en Estocolmo, y todavía recuerdo los acontecimientos como si hubiesen ocurrido ayer.

Cuatro amigos interesados en la literatura: Edwin Salas (Q.E.P.D.), Ángel Ontiveros, Víctor Montoya y el autor de esta nota, organizaron este evento que tuvo gran éxito en Estocolmo y buena repercusión en Bolivia.

A Edwin Salas, lo conocí en la Universidad cuando estudiaba informática, ya que él, en aquel entonces, también estudiaba para un doctorado en Ingeniería Mecánica. A Víctor Montoya, lo conocí en la presentación del poemario “Datos para la biografía de un hombre”, del poeta argentino Chiche Diamanario (seudónimo de Mario Chichelnitzky) que actualmente vive en Barcelona. Y con Ángel Ontiveros, iniciamos una amistad en los años 80. Nuestro afán por la literatura y conversar de cosas que ocurrían en nuestro terruño, nos llevaba a reunirnos horas de horas (sin que faltara buenos tragos, por supuesto) para intercambiar ideas y pensamientos. En los veranos, aprovechando el sol que aparece pocos meses en Suecia, solíamos juntarnos en el parque “Ivar Lo” para iniciar nuestras pequeñas tertulias. Fue en una de esas reuniones que surgió la idea de hacer un encuentro de poetas y narradores bolivianos. Al principio, solamente era un sueño porque, como bien es sabido, todo sueño fracasa sin el soporte económico. Miles de proyectos y sueños en el mundo se han frustrado por este motivo. La pregunta era entonces: ¿Cómo financiar este proyecto literario?

Nos repartimos tareas. En lo que a mi persona respecta, los otros compañeros del grupo decidieron democráticamente designarme secretario de hacienda. Así lo señala el protocolo firmado por Edwin Salas y Ángel Ontiveros el primero de abril de 1990. Me lo entregaron ese mismo día, cuando tuvimos una reunión en las oficinas de la Universidad, donde Salas estaba haciendo su doctorado. En dicho documento, Salas figura como auditor; aunque a decir verdad, los otros dos miembros del grupo siempre estaban presentes en el momento de rendir cuentas.

El nombramiento a mi persona como secretario de hacienda se debe, creo yo, a mi firme e inquebrantable crítica a “ciertos miembros” de las asociaciones culturales en Suecia, que se han embolsado (y se embolsan) gran parte de las ayudas económicas que reciben del Estado sueco. Para tal objetivo han utilizado el nombre de un país, de un pueblo o de un grupo.

Debo señalar con gran énfasis, y mucho orgullo, que nuestro grupo jamás tuvo ambiciones de lucro. No éramos una empresa empeñados en ganar, a toda costa, dinero. Ni tampoco hemos utilizado falsas etiquetas para ocultarnos bajo una bandera. Simple y llanamente, se trataba de un gesto altruista. Queríamos difundir, al pueblo sueco y a la colonia latinoamericana, la literatura boliviana. En esa época no había Internet. Nos enterábamos de las noticias de nuestro querido país por el desaparecido periódico “Presencia” que llegaba al Centro Socio-Cultural Boliviano. La literatura boliviana, pese a sus grandes talentos literarios, no era muy conocida que digamos. Don Carlos Medinaceli solía decir: “la mayor desgracia para nosotros es haber nacido en Bolivia, la cola del mundo...” Pero hoy contrariamente a estas palabras, Bolivia avanza, con sus errores, en lo político y en el aspecto literario. Existen en el país buenos escritores y poetas que hacen progresar, día a día, la literatura boliviana. Muchos de ellos se han perfilado a nivel internacional.

Tomando en cuenta lo arriba mencionado, me propuse hacer un trabajo de hormiga para conseguir ayudas económicas. Escribía cartas a diferentes instituciones culturales. Me citaban para conversar personalmente y, después de un tiempo, los logros iban saliendo, poco a poco, a luz. Mientras tanto, los otros compañeros trabajaban por su cuenta. Nos reuníamos cada cierto tiempo para informar los avances. Y la verdad es que había éxito. Lo que inicialmente era una simple ilusión, se tornaba en una realidad.

El 17 de enero de 1990, organizamos una tertulia en los locales del Centro Socio-Cultural Boliviano (en Bredäng). Publicamos un pequeño folleto titulado “Poetas Bolivianos en Suecia, Noche Literaria” donde participaron: Héctor Borda, Víctor Montoya, Olga V. de Arizcurinaga, Edwin Salas, Ángel Ontiveros, Yerko Rhea Salazar y Javier Claure. Fue una noche muy agradable y concurrida en donde el poeta orureño, Héctor Borda, leyó sus poemas ¡durante una hora! El mismo año, el 24 de noviembre a las 19:00 horas, organizamos otra tertulia, también en los locales del Centro Socio-Cultural Boliviano (en Karlaplan). Para esa fecha nos dimos a conocer como grupo “Noche Literaria”. Publicamos nuevamente un cuadernillo, titulado “Poetas y narradores bolivianos en Suecia”, en cuyo prólogo se advierte: “Uno de los objetivos fundamentales de estos encuentros literarios es el de preparar el ambiente para el futuro encuentro de poetas y narradores bolivianos en Europa, a efectuarse en septiembre del 1991. La colonia boliviana, en Suecia, estará muy bien representada.”

Los participantes esta vez fueron: María Joaniquina, Ángel Ontiveros, Juan Carlos Romero, Javier Claure y Humberto Vásquez (escritor cruceño, presentó una pequeña narración acerca de “La coca y la calidad de la vida”). Los invitados especiales de la noche: Bernarda Díaz (declamadora y poetisa chilena), Mario Romero (poeta argentino, Q.E.P.D.) y Ana Rojas Portillo (declamadora boliviana).

El grupo “Noche Literaria” siguió trabajando hasta que finalmente vio el sueño realizado. Tuvimos el honor de tenerlos en Estocolmo a las siguientes personas:

Ruth Cárdenas, poetisa (Sucre, Bolivia, 1957), llegó desde Italia.

Ricardo Pastor, escritor (La Paz, Bolivia, 1940), llegó desde Estados Unidos.

Pedro Shimose, poeta (Riberalta, Bolivia, 1940), llegó desde España.

Nora Zapata, poetisa (Cochabamba, Bolivia, 1945), llegó desde Suiza.

Homero Carvalho, escritor (Santa Ana, Bolivia, 1957), llegó desde Bolivia.

Alberto Guerra, poeta (Oruro, Bolivia, 1932 - 2006), llegó desde Bolivia.

Otros escritores y poetas bolivianos radicados en Suecia, y que además habían publicado libros son:

Héctor Borda, poeta (Oruro, Bolivia, 1927)

Víctor Montoya, escritor (La Paz, Bolivia, 1958)

Edwin Salas, poeta (Casarabe, Bolivia, 1954)

Olga V. de Arizcurinaga, poetisa (La Paz, Bolivia, 1927)

En realidad, en el documento enviado al Instituto Sueco, el 3 de octubre de 1990, figuraban dos nombres más de escritores que no pudieron llegar por motivos de trabajo. La convocatoria para este acontecimiento cultural se lanzó la misma fecha, y estaba orientada a todos los bolivianos residentes en Europa o cualquier otra parte del mundo que hayan publicado libros.

De esta manera, se sumaron también al encuentro por cuenta propia: Luis Vélez Serrano (filólogo cochabambino, llegó desde Suiza), Luis Andrade (poeta chuquisaqueño, llegó desde Bolivia) y Tito Silva (escritor beniano, llegó desde Holanda).

Fuente: LA PATRIA
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