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Domingo 15 de enero de 2012

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Revista Dominical

Sai Baba y Yo

15 ene 2012

Fuente: LA PATRIA

Por: Márcia Batista Ramos - Escritora

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Hace tiempo, viajando en el tren de la muerte (Santa Cruz de la Sierra-Puerto Quijarro), una señora me prestó una revista sobre Sai Baba; también me obsequió un poquito de vibhuti: una ceniza materializada, suavemente, desde el universo por las manos de Sai Baba.

Realmente me impresionó tanta información sobre el Gurú Hindú que hacía milagros, transportaciones y materializaciones inexplicables para la mayor parte de los habitantes del planeta.

Sus frases como: “Cualquier cosa que uno haga, buena o mala lo seguirá. Nosotros cosechamos los frutos de las acciones y los deseos”. “Evita hacerles a los demás todo aquello que tú pienses que los demás no deberían hacerte”. Todo eso no es muy impactante pues no está muy alejado de las enseñanzas que recibimos en casa, en la escuela o en la iglesia; lo extraordinario estaba en sus materializaciones y milagros. De veras me aguzaba la curiosidad.

Éste líder espiritual del sur de la India, logró adeptos por todo el mundo. Sus seguidores creían que su poder era ilimitado y que él era la encarnación de Dios en la Tierra. Para mí siempre fue difícil imaginar a Dios, caminando entre nosotros, comiendo y escogiendo cual de sus hijos podría ser su predilecto. Tampoco en mi concepción, Dios no puede vestirse con ropa color naranja y llevar el pelo despeinado…; pero, son apenas prejuicios presumidos de una simple mortal, que recibe dádivas a diario de un Dios sobrehumano, omnipotente y omnipresente. El cual solamente conozco con el nombre de Dios y no necesito viajar a ninguna parte del mundo para verlo.

De veras en éste mundo todo es cuestión de fe. Unos tienen fe en deidades que a mí no me cautivan. De la misma forma yo creo en una serie de seres espirituales que asombraría a muchos vivientes. Lógicamente, que no creo en ellos como dioses, lo que no disminuye mi fe. Mi fe es algo imbatible, especialmente en Dios.

Sai Baba impresionó a propios y extraños. Hizo curaciones a distancia o con simple toque en el enfermo o mediante el vibhuti, la ceniza sagrada que alguna gente tomó o frotó en el lugar enfermo y la curación fue inmediata.

Yo no fui una excepción, cuando pasé suavemente, la ceniza sagrada que me fue obsequiada, en un quiste que tenía en la muñeca, el quiste desapareció inmediatamente y para siempre. Eso me impresionó mucho… Busqué más información sobre Sai, encontré muchos detractores por el camino, no les hice caso, pues, ni Jesús Cristo fue monedita de oro… Hay de todo en éste viejo mundo de Dios. De cualquier forma quise conocer personalmente al Dios encarnado para algunos, al gurú para otros y al Sai Baba para mí.

Sí, para mí Sai era el que repetía las enseñanzas de Jesús Cristo, con sus palabras y por alguna obra del destino, tenía la mente desarrollada para realizar milagros mayores. A pesar que él se consideraba un Avatar para esta era, no pude entender hasta que punto esto era cierto.

Él siempre acostumbraba a decir que solamente podrían llagar a Él aquellas personas que fueran escogidas por su divinidad para merecer tal dádiva. Entonces me apunté. Hice las meditaciones necesarias. Las oraciones indicadas. Envié una cartita para Puttaparthi… En fin alisté los crespos para largarme hasta el sur de la India para conocer a Sai Baba.

Pero, yo no fui escogida. Me quedé con los crespos hechos…

Quise viajar a India más de una vez y mis intentos fueron frustrados. No merecí semejante dádiva. Porque Sai acostumbraba a decir que solamente las personas elegidas por él podrían llegar a su casa.

Tengo amigas que fueron hasta tres o cuatro veces a besar los pies de Lotus de su Divinidad Sai Baba y garantizan que su vida es pleno éxito, desde el momento en que contactaron con el Dios hecho carne y habitando el planeta Tierra en carne y hueso.

Pero, los dioses mortales mueren. Así, Sai Baba murió el 24 de abril del 2011 de un paro cardiorrespiratorio. Murió de una muerte igual a la muerte de otros hombres que pueblan el planeta como obreros, policías, profesores, periodistas…

Para muchos es la muerte de un Dios. Para mí es el sueño frustrado. El sueño que no se realizará, el de volar hasta Bangalore, después tomar un taxi hasta Puttaparthi y ver de cerca a Sai Baba.

Fuente: LA PATRIA
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