Don Félix Cárdenas, aunque no se merece el tratamiento de politólogo, se ha permitido, de manera insultante y poco ética, aprovechándose de su cargo de Viceministro, decir lo siguiente (Página Siete del 29/12/2011): “…Este grupo socialmente en construcción, por lo que se debe debatir, si amerita la incorporación de lo ‘mestizo’… éste no tiene identidad”.
Habría que reflexionar sobre el tema. Sería fácil no contestarle, pero sería peor, ya que en su atrevimiento radica su necedad. Por esto es necesario hablar. Lo mestizo es sustancial a la Humanidad desde que los primeros “homo sapiens” abandonaron África para construir, para bien o para mal, lo que hoy tenemos. Habrán pasado entre 100 mil a 200 mil años, es muy difícil precisarlo. Pero, la genética nos ha dado luces sobre lo que pasó, ella nos explica científicamente cómo los negros se convirtieron en blancos en 20 mil años y, además, cómo somos hijas e hijos de una misma Eva. En esta realidad no pueden haber dudas.
El problema de Bolivia pasa por un racismo que tiene su origen en tiempos pretéritos mucho antes de la llegada de los españoles y no lo quieren reconocer los que no conocen de historia o la interpretan de manera neófita. Los aymaras tienen una presencia importantísima en la construcción del ser nacional. Hace mucho tiempo, desde que llegaron de Asia, puede ser por el Norte o por el Sur, despreciaron a muchos pueblos, chipayas o urus. Acabaron con Tiahuanacu y negociaron una paz relativa con incas y españoles. No se conoce una sola etnia que haya podido sobrevivir tan incólume al colonialismo. Sus quejas son una villanía porque preservaron territorios e identidad que hoy persiste con una fuerza terrible.
Pero, ahora, no se trata de hablar mal de los aymaras, ellos son un cuerpo social con profunda trascendencia, pero ya no étnica. Ellos han contribuido a establecer la nacionalidad boliviana desde siempre. Se han aferrado a una economía que implica dos tercios del Producto Interno Bruto. Ni siquiera los “cambas” son tan poderosos. Y aquí se debe decir con claridad meridiana que son profundamente capitalistas, manejan los hilos de una economía mestiza, total y absolutamente, con perdón de los adjetivos, necesarios en ciertas situaciones.
El 90 % de la población boliviana es mestiza y el otro 10 % ya está profundamente penetrado de muchas vertientes culturales. En síntesis, el no poner en la encuesta del Censo del 2012 la pregunta de si uno se adscribe a una etnia o al término correcto y pertinente, del mestizo, es una arbitrariedad con nombre y apellido fascista.
Los bolivianos, aunque nos duela, estamos impregnados genéticamente de España. Podrán haber algunos aymaras supuestamente puros, pero igual contaminados por sus elementos asiáticos. Ahora, que los españoles nos desprecien ya se trata de una radical ignorancia. Se creen poderosos cuando en realidad su crisis no solamente económica, sino también social, les hará entender que los latinoamericanos estamos vinculados a su cultura por siempre.
El mestizaje implica un proceso largo, biológico y cultural. España vino y recreó una cultura abigarrada, compleja, dejando sus genes que no se pueden cambiar. Algunos aymaras o quechuas, y quizás guaraníes, mestizos en lo profundo, pretenden negar la historia. Los genes no se cambian como la ropa interior de hombre o mujer, están ahí, en nuestra interioridad física. Es mejor que reconozcamos nuestro origen y devenir mestizo.
Un Viceministro, llamado Félix Cárdenas, se atreve, osada y atrevidamente, a decir que los mestizos no “tenemos identidad”. Es una lisura que no prosperará, porque el ser mestizo es universal, se ha apropiado de las mejores producciones de los pueblos, indistintamente de si sean europeos o asiáticos, al final es lo que menos importa, sino su congruencia con el desarrollo indisoluble de la Humanidad.
(*) Politólogo
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