Sábado 14 de enero de 2012

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Los políticos de los gobiernos de los distintos países del mundo hace tiempo que sólo buscan sus beneficios personales y se han olvidado de los ciudadanos. Y, como su avaricia es insaciable, actualmente dicen que hay mucha gente en el planeta y que hay que reducirla. Por eso, desde el poder, a nivel nacional e internacional, se favorecen medidas directas de control poblacional como nunca antes en la historia: iniciativas de despenalización del aborto en la mayoría de países, para que no nazcan bebés; fomento del uso de anticonceptivos, para reducir la fertilidad de los individuos y disminuir las posibilidades de traer nuevas vidas al mundo; impulso de la esterilización forzada o a cambio de dinero, para aniquilar toda opción a procrear; aplicación de la eutanasia a ancianos y discapacitados.
Estas medidas directas van con frecuencia acompañadas de medidas indirectas que también buscan reducir al mínimo la población: prohibición a los grupos religiosos, bajo pena de cárcel, de predicar a favor de la natalidad; especulación con el precio de los alimentos para causar hambre en países pobres; fomento de la precariedad laboral y del desempleo para hacer imposibles planes de futuro que incluyan la formación de nuevas familias; especulación con el precio de la vivienda para erradicar toda posibilidad de acceso a una vivienda digna para las familias; negación de ayudas a familias con hijos y aumento de impuestos a los ciudadanos.