Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Haití, dos años después del terremoto - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Eran casi las 16:53 horas del 12 de enero de 2010 y, hasta entonces, aquel atardecer parecía el de un martes cualquiera para Jacques Lemmony; no imaginaba que unos segundos después su historia y la de Haití cambiarían para siempre.
Hoy solo recuerda que iba de regreso a su casa (acababa de recoger a su hijo del colegio que quedaría después en ruinas) y sintió una extraña sensación que, cuenta, todavía le hace perder el sueño.
"No sé si fueron ideas mías, pero sentí que un momento antes del terremoto hubo como un gran silencio, como si todo se quedara demasiado tranquilo. Y entonces pasó", relata vía electrónica a Prensa Latina.
Dice que a lo primero que atinó, casi instintivamente, fue a abrazar a su hijo Michel, entonces de cinco años.
A él, que en sus 30 años de edad, vivió casi todos los días las habituales sacudidas de las tierras y las montañas de Haití, tan acostumbradas como están a temblar, el sismo le pareció, por un momento, sólo uno más, un movimiento cotidiano.
Pero cuando se levantó, todavía con Michel tomado de la mano, vio que la ciudad y la gente, tal vez él mismo, ya no eran iguales.
Un terremoto de 7,0 grados en la escala de Richter había partido en dos la tierra y la historia de Haití. Más de 300 mil personas murieron y casi dos millones quedaron sin hogar.
El fue uno de los afortunados, pues al menos, a pesar de todo, está vivo.
Camino a su casa, testimonia que todo era destrucción, "la gente se quejaba, lloraba; todo estaba por el piso, mi hijo también lloraba y yo no sabía qué hacer; ya había muertos por todos lados y todo estaba destruido".
DOS AÑOS DESPUÉS
Lemmony trabaja hoy como activista de Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos (Rnddh), en una sección que se ocupa de atender a los damnificados del sismo, pero reconoce que dos años después el panorama de Puerto Príncipe no es muy diferente.
"Si usted pudiera ver nuestras calles, notaría que aún están llenas de basura y escombros. Eso es un símbolo, así esta todo el país", afirma.
Más de 80 mil edificios colapsaron con el temblor y, de acuerdo con datos oficiales, aún quedan por remover más de cinco millones de metros cúbicos de desechos, una cantidad similar a la capacidad de dos mil piscinas olímpicas.
"Lo otro son los refugiados, la gente que perdió su casas, y todavía vive en tiendas de lona, en condiciones infrahumanas", reconoce.
Más de 500 mil personas viven todavía en las carpas, en condiciones que bordean los límites de lo infrahumano.
Datos de la Rnddh indican que en cada campamento un promedio de 112 personas se benefician de una sola letrina y solo 18 por ciento de esos lugares cuentan con lavatorios de manos y cara.
En otros campos, la situación es peor, pues hay una letrina por cada 141 personas, una ducha por cada 185 y no existe ningún dispensario o centro de salud, según la institución civil.
Las cifras aseguran además que solo 48 por ciento de los desplazados accede al agua potable.
Jacques Lemmony fue uno de los afortunados; al menos, a pesar de todo, su casa fue una de las pocas que soportó el temblor.
LAS RUTAS DEL DINERO
Cuando contempla hoy lo que ha sido de su país después del sismo, Lemmony no puede dejar de preguntarse qué ocurrió con la tan anunciada ayuda internacional.
"Cuando pasó el terremoto, todo el mundo nos decía que nos iba a ayudar. Y es cierto, se han desembolsado millones, pero nosotros no los hemos visto llegar", sostiene.
Según la revista independiente Dissident Voice, organizaciones no gubernamentales, empresas privadas y gobiernos, principalmente el de Estados Unidos, fueron los principales destinatarios de los millones de dólares donados por la comunidad internacional para la reconstrucción de Haití.
Justo después del sismo, Estados Unidos asignó 379 millones en ayuda inicial y envío de tropas al país caribeño, pero se demostró que 33 centavos de cada uno de estos dólares regresó al país norteño para reembolsar el gasto de los militares, indicó la publicación.
De hecho, un informe de la Oficina de Investigación del Congreso estadounidense señaló que de las supuestas ayudas a la nación caribeña, 655 millones regresaron al Departamento de Defensa y 220 millones al de Salud y Servicios Humanos.
Dissident Voices, tras analizar datos oficiales del Enviado Especial de la ONU para Haití, afirmó además que el resto de la ayuda internacional, canalizada a través de organizaciones no gubernamentales (ONG) y empresas privadas, siguió el mismo patrón.
Así, de los más de dos mil millones entregados para la financiación humanitaria, 34 por ciento pasó a manos de donantes y militares y otro 28 por ciento fue a las agencias de Naciones Unidas y ONG.
Añadió además que solo uno por ciento de ese total paró en manos del gobierno de Haití, o sea, menos de un centavo de cada dólar de ayuda.
Jacques Lemmony, uno de los sobrevivientes, uno de los afortunados, desconoce estos datos, pero asegura que hay otras cosas que ahora le ocupan más.
"No sé qué va a pasar con mi país, porque lo peor es que la gente ya está perdiendo la esperanza. Creo que eso es lo peor que nos puede ocurrir, pero es comprensible, van dos años y seguimos en lo mismo," comenta.
Ahora coordina esfuerzos con la RHDH para campañas de prevención contra la epidemia del cólera, otro de los resultados más mortíferos de la insalubridad dejada por el sismo.
Desde octubre de 2010 más de siete mil personas murieron por esa enfermedad diarreica aguda ocasionada por la bacteria Vibrio cholerae.
Otras 500 mil, cinco por ciento de la población, contrajeron desde entonces esa infección intestinal.
"Después del temblor, creo que la razón de mi vida está en cuidar a mi hijo, y en tratar de ayudar a los demás. Yo sí no he perdido la esperanza," asegura Lemmony, tal vez porque se considera afortunado de permanecer vivo, y sigue luchando.
(*) Periodista de la Redacción Centroamérica y Caribe de Prensa Latina
Fuente: La Habana (PL)
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