Tenemos la dicha de que a Jesús se le puede conocer a fondo gracias a la cantidad y calidad de estudios sobre Él, muchos de ellos muy fáciles de obtener. Libros que escudriñan todos los aspectos de la Escritura, con conocimiento y aprecio de las ciencias auxiliares como la geografía, la etnografía y la arqueología que han dado una tercera dimensión de las explicaciones de los Evangelios. Libros que, posados en la psicología, han estudiado el carácter de Jesús a partir de sus actos y de sus enseñanzas. Libros de raigambre sobrenatural que penetran en la base de la espiritualidad de Jesús y nos ofrecen luminosas interpretaciones de su espíritu. Libros, que se aposentan en la más seria historia, y colocan a Jesús en su mismo ruedo en que vivió y actuó. Junto a los libros, los videos, losa filmes, las revistas, los comics, que regalan a toda edad y a toda altura cultural la extraordinaria figura del Dios-hombre.
Hay libros, pero quizás no haya lectores numerosos ni entusiastas, porque abundan los escritos de falacias con lujo editorial que escriben y publican los falsos profetas, ya denunciados por el mismo Jesús como la plaga de los siglos venideros, porque deforman la figura de Cristo, ya sea por el ateísmo o el relativismo, ya por el prurito de llamar la atención, ya por pertenecer a un grupo cerril que no le abre los ojos al Evangelio, ya por pertenecer sus autores a religiones que ven con antipatía fundacional la obra de Jesús.
Recientemente en una visita apostólica a una profesora jubilada que gusta de la lectura, ésta se refirió al libro “La santa sangre y el Santo Grial”, escrito que aunque se publicó en 1982, continúa derramando su veneno por donde pasa. Empleando un ingenioso juego de palabras, el libro es un cóctel literario de falacias como aquella que Jesús se casó con María Magdalena y tuvo hijos, condimentado con templarios y el Santo Grial (que es presentado no como el cáliz que habría utilizado el Señor en la Última Cena, sino como que el Grial es la línea sanguínea de la descendencia de Cristo).
Dos ejemplos de entre muchos: “El quinto evangelio” del portugués Saramago, premio Nobel de Literatura 1998, donde el evangelio ha sido prostituido por su fantasía de gran novelista; y “La última tentación de Cristo”, de Kazantzakis, donde -contra la castidad de Jesús en los Evangelios- el novelista inventa que no murió Jesús en la Cruz, sino que se casó y tuvo numerosa familia.
Ciertamente que es necesaria la lectura para obtener conocimiento. Pero, ¿qué leer? Como ya sabemos, una gran cantidad de material impreso no vale la pena leerse, es inapropiado, es basura física y sobre todo basura moral. Por otra parte uno no puede pretender leerlo todo, ni siquiera podemos leer todos los buenos libros, y puesto que no podemos leerlo todo, hemos de ser selectivos, y en esa selección hay que ser muy cuidadosos. ¡Hay que leer los mejores! Y los mejores libros de espiritualidad son aquellos que nos inspiran a actuar, que nos hagan ser mejores de lo que somos, que despierten en nosotros el deseo por las cosas elevadas de la vida –particularmente la santidad.
Sin duda alguna la Sagrada Escritura ocupa el primer e imprescindible lugar. El libro más grandioso del mundo, un “best seller” perenne. Ningún otro texto puede superarlo, porque Dios mismo es su Autor. Jesús repelió las atentaciones del Satanás citando la Escritura. San Agustín se convirtió gracias a un texto de la Biblia…
Además de la Sagrada Escritura la Iglesia dispone de los escritos de los santos y sabios católicos. Cuando San Ignacio de Loyola convalecía de una herida de guerra, no encontró otra cosa que leer, sino “La vida de Cristo” y “La vida de los santos”, leyendo ambos libros, él comenzó a darse cuenta por primera vez que había otra clase de batalla mucho más importante que la de las armas: la batalla por conseguir la santidad.
Uno de los libros más hermosos jamás escritos es el clásico espiritual “La imitación de Cristo” del beato Tomás de Kempis, es después de la Biblia el libro que más ediciones ha tenido. “Este precioso librito es llamado ‘el consentido de los libros’ porque se ha sacado en las ediciones de bolsillo más hermosas y lujosas, ha tenido ya más de 3.100 ediciones en los más diversos idiomas del mundo. Su primera edición salió en 1472, 20 años antes del descubrimiento de América (un año después de la muerte del autor), y durante más de 500 años ha tenido unas 6 ediciones cada año. Caso raro y excepcional”.
“La Imitación de Cristo”, presupone que todos podemos configurarnos en Cristo. Al tratar de seguir sus pasos, con la gracia de Dios, cada día podemos ser más y más como Él. San Ignacio de Loyola leía diariamente un capítulo de este libro. Se dijo de Ignacio que mirarlo a él, era como buscar una página de la Imitación hecha vida. Gabriel García Moreno, el Presidente mártir del Ecuador, gran amante del Sagrado Corazón de Jesús, asesinado por la anti-Iglesia, era también un asiduo lector de “La Imitación de Cristo”. Santa Teresita del Niño Jesús lo sabía de memoria. John Newton que escribió “Amazing Grace” encontró su fe a través de él, también lo leían diariamente San Juan Bosco y el beato Papa Juan XXIII.
Bajo la inspiración del Espíritu Santo, busquemos a Jesús, al único que existió, al Jesús histórico (negado por bastantes escrituristas como Bultman), y al Jesús espiritual, activo, comunicativo a quien quiera recibirle; iluminador, fortalecedor, santificador. Aparte de Salvador y Juez. Tenemos la oportunidad y los medios para descubrirlo en su intimidad.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
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