Por lo menos en lo que se conoce sobre construcción de tramos camineros asfaltados en el país, el que corresponde a la ciudad de Oruro y Pisiga en el extremo fronterizo del departamento es el que más está demorando, sólo tomando en cuenta la fase práctica de su ejecución.
El anhelo de contar con una carretera asfaltada que nos acerque al océano Pacífico no es un deseo de hace dos décadas atrás, cuando comenzó a moverse el proyecto, en realidad es una demanda orureña con más de medio siglo de antigüedad como reconocen quienes abordaron el asunto recordando por ejemplo la idea del Patricio Orureño Josermo Murillo Vacareza que fue uno de los pioneros en abrir brecha para avanzar en ese proyecto caminero.
Muchas autoridades han pasado por la administración departamental de lo que fue por entonces la Prefectura departamental, hoy la Gobernación, que tiene las mismas responsabilidades de la primera y por tanto la principal de encarar la culminación del largo proyecto de llegar a las costas del mar por la vía de Oruro – Pisiga e Iquique en territorio vecino.
En la perspectiva geopolítica de la ubicación geográfica orureña se establece esa proximidad nacional con el país vecino y de ahí la necesidad de impulsar el proyecto para facilitar además las condiciones de instalación del Puerto Seco que es parte de la estrategia de desarrollo regional pero con visión nacional, pues se trata de la principal coyuntura para dinamizar el progreso de la región.
Uno de los problemas que han postergado y demorado el avance de las obras en la ruta a Pisiga han sido los cambios políticos de gobernabilidad acentuando las contradicciones que mostraban ciertos intereses políticos señalando el peligro de abrir una ruta para la penetración enemiga, conceptos fuera de contexto acentuaron entonces la imposibilidad de financiamiento para encarar el proyecto y concluirlo en tiempo razonable. Pero no sucedió así y menos mal otras fuentes financieras, como las otorgadas por la CAF, permitieron avanzar la construcción de la vía en tramos segmentados.
Aún faltan muchos kilómetros de la ruta para cumplir el objetivo integrador entre dos océanos haciendo posible el funcionamiento del Puerto Seco como respuesta práctica a la caprichosa y tozuda posición de un segmento chileno que no quiere hablar de una salida boliviana al mar con soberanía.
Pero más allá de esas condiciones mediáticas lo importante es que de una vez por todas nuestras autoridades asuman la responsabilidad de fijar metas definitivas para culminar los trabajos en la carretera hacia Pisiga, extremando recursos, agotando esfuerzos y exigiendo al nivel ejecutivo el cumplimiento de promesas para impulsar el desarrollo departamental.
Un reciente informe de la Administradora de Caminos de Bolivia (ABC) da cuenta de que el único tramo inconcluso es el de Toledo - Ancaravi, señalando que ya muchos kilómetros de la ruta de continuidad están asfaltados y utilizados regularmente por los transportistas. Debemos señalar que la ABC olvida señalar que también falta un corto tramo en la parte final que llega a Pisiga con lo que realmente la ruta interoceánica estaría lista.
Vale la pena insistir sin tregua y con fuerza para que ésta gestión se avance en la concreción de nuestra carretera biocéanica. Ya es tiempo de atender las demandas orureñas concluyendo la anhelada carretera hasta la frontera.
Fuente: LA PATRIA
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