La organización ecológica Sea Sheperd Conservation Society, trata de evitar la matanza (más que cacería) indiscriminada de ballenas en el Antártico y en otros mares del mundo. En este cometido debe tratar de ahuyentar o incomodar como mejor pueda a la flota ballenera japonesa encabezada por el buque factoría Nisshin Maru.
La caza de ballenas está prohibida desde 1985, pero esto queda en la letra muerta, habida cuenta de que no existen guardamares a similitud de los guardabosques en tierras firme. Esto es aprovechado por la industria japonesa que, bajo el cándido y absurdo pretexto de atrapar ballenas con “fines investigativos” se da a la tarea de asesinar (no cabe otro término) a éstas inmensas e indefensas criaturas que todavía se encuentran medrando en los mares, aunque a la vez, extinguiéndose lentamente.
¿CIENTÍFICOS?
Todo el mundo reconoce en Japón a una potencia industrial que basa su éxito en la investigación y desarrollo tecnológico. No se puede negar el gran aporte al desarrollo tecnológico electrónico del orbe que la tierra del sol naciente hace y, seguramente seguirá haciéndolo. Hasta ahí, todo muy bien. Pero... el lado oscuro del Japón comienza a decepcionar a mucha gente.
Pues no puede haber algo “científico” en perseguir de manera desigual a las ballenas, que obviamente no pueden competir con los tremendos motores de los barcos de caza. No puede haber "investigación" al arponear inmisericordemente a los inmensos mamíferos causándoles gran dolor, provocándoles una tortura previa a la muerte.
¿Qué fines científicos persiguen los japoneses?, ¿es necesario asesinar 900 ballenas cada año?, ¿para qué? No hay respuesta y más bien hay soberbia, pues el buque factoría Nisshin Maru, a la vista de cámaras de la organización Sea Sheperd, hace ostentación de faenar 10 ballenas por día para el consumo de la carne en ciudades niponas. ¿Faenar ballenas es un acto científico? A estas alturas del tercer Milenio da pena escuchar los pretextos infantiles de una cultura que la pensábamos y la sentíamos diferente.
KYOTO
Japón se hizo de fama ecologista con el mentado Protocolo de Kyoto, que fue un intento de frenar la emisión de gases tóxicos hacia la atmósfera. Esto es ecológico; ¿acaso no es ecológico también evitar la matanza de ballenas? Parece haber una gran contradicción en ciertas actitudes de la gente nipona. Se supone que ellos figuran entre los pioneros de la preparación y consumo del Tofú (carne vegetal de soya), luego muchos los creemos un tanto vegetarianos, pero al conocer de gustos más carnívoros, no sabemos qué pensar.
¿PACÍFICOS?
Después de la beligerancia mostrada en la Segunda Guerra Mundial frente a Estados Unidos, Japón, al rendirse decidió no tener más fuerzas armadas y convertirse en un país pacífico y más bien, entregado al desarrollo tecnológico.
Pero resulta curioso que ahora, frente al accionar de la organización Sea Sheperd, los japoneses los descalifiquen llamándolos “terroristas”. Acá cabe preguntarse si no es más terrorista el que aterroriza a las indefensas ballenas y las mata y si será menos terrorista el que intenta defenderlas y preservarlas. Así mismo cabe notar un renacer del carácter beligerante en los barcos balleneros japoneses que no dudan en arremeter criminalmente contra embarcaciones de menor calado; como ocurrió el 6 de enero del 2010, cuando uno de los barcos balleneros japoneses embistió y hundió al “Earthrace” uno de los principales barcos de la ONG. Sea Sheperd. ¿Por qué lo hicieron?, ¿querían matar?, ¿querían intimidar?
La lucha continuará por parte de Sea Sheperd y es de esperar un cambio de actitud en el Japón. Pero si persiste el espíritu de cacería, entonces el mundo conocerá al Imperio del sol naciente como el Imperio de los Asesinos de Ballenas.
(*) Comunicador
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.