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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Navidad, fiesta de gratuidad y nostridad - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
En la mentalidad popular la Navidad se asocia a dar y recibir regalos. Pero sin embargo, esa asociación se desvirtúa e incluso se pervierte cuando se limita a un tráfico de regalos, muchos de ellos interesados, agradeciendo o esperando una contraprestación. Proliferan los vendedores para todo bolsillo que buscan satisfacer y despertar nuevos deseos y caprichos incluso de gastar sin ton ni son y de poseer y acumular más cosas, no raras veces inútiles. Este bombardeo de propaganda de atractivos productos con un despilfarro de luces y colores puede llevarnos a un consumismo irracional. A esto se añade la celebración de fiestas no sólo totalmente profanas, sino en muchos casos con excesos de consumo de comida y de bebidas alcohólicas, drogas y con espectáculos y actos inmorales, todo ello en las antípodas de la verdadera celebración de la Navidad.
Por eso la sociedad cristiana y más precisamente la Iglesia Católica debemos esforzarnos por recuperar el sentido religioso profundo de la Navidad. No es fácil descubrir esa verdad en el ambiente materialista en que vivimos. En lo que se refiere a las comidas y los regalos, hay que educarnos en la sobriedad y en la moderación y sobre todo en la solidaridad para fomentar la amistad y la generosidad.
Pero ante todo la Navidad es una invitación para profundizar en el amor de Dios. ¡Quién no se conmueve al contemplar el rostro de un niño que viene al mundo en un establo y es recostado en un pesebre por no poder encontrar alojamiento en la posada! El pesebre, asociado a la cruz, muestra el inmenso amor, totalmente gratuito que Dios ha tenido, tiene y tendrá a la humanidad.
Debemos pedir insistentemente a Dios que nos haga comprender que la Navidad es la fiesta del amor gratuito. La encarnación del Hijo de Dios no es un regalo interesado. El niño Jesús constituye la prueba más evidente del don irreversible que la Familia Divina nos da por pura gratuidad. El Padre y la Santa Rúaj (Espíritu) nos envían a su Hijo para que, encarnándose en el seno de la Virgen María, establezca un pacto de amor eterno con su pueblo y con toda la humanidad. Difícilmente el hombre podrá llegar a comprender este misterio que supera toda imaginación.
Sólo la gracia de la fe puede iluminar a la inteligencia humana para reconocer que se trata de un gesto de amor divino total. Pero al mismo tiempo debemos esforzarnos en practicar la generosidad, trayendo a la memoria un dicho de Jesús: “Más alegría hay en dar que en recibir” (Hch 20, 35). Esta frase lapidaria nos remite a la esencia del ser humano. Nuestra existencia proviene de un don de nuestros padres y en definitiva del mismo Dios. Para captar y vivir esa verdad en la gratitud hace falta educarnos, comenzando ya desde la niñez, para aprender a ser generosos y experimentar la alegría en el ejercicio de hacer el bien de manera altruista y sacrificada a las personas necesitadas que necesitan de nuestra solidaridad.
Ejerciendo el amor auténtico en sus múltiples facetas experimentaremos la alegría de compartir y de ayudar a las personas necesitadas, dando de comer al hambriento y de beber al sediento, vistiendo al desnudo, ayudando a pagar el alquiler al desahuciado o los tratamientos médicos a los enfermos y a los inválidos, enseñando a los que no saben y llevando la luz del evangelio a los que todavía no la conocen. Es todo un rosario de acciones que tradicionalmente se han llamado las obras de misericordia y que siguen siendo actuales. La gratuidad no quita, sino que al contrario refuerza el compromiso que tenemos que asumir para trabajar por la justicia y los derechos humanos como una tarea urgente y permanente.
Llegar a comprender esa verdad fundamental es ya un logro muy importante en el desarrollo de la personalidad. Así descubriremos que la esencia de todo hombre es la gratuidad y en consecuencia su vocación ontológica se orienta a la gratitud que a su vez se pone en práctica en la gratuidad, según el precepto del Señor: “Lo que gratis recibisteis gratis dadlo” (Mt 10, 8).
En definitiva la gratuidad nos lleva a la nostridad, elemento complementario del anterior. La familia Trinitaria en su amor totalmente gratuito envía al Hijo para que se haga hombre y el nosotros humano se inserte en el Nos Divino. Por eso el nacimiento de Jesús ofrece la prueba evidente de que el hombre no está perdido en el mundo ni condenado a vivir sin un futuro transcendente. La esperanza de una vida más allá de la muerte, insertada en la Familia Divina, se garantiza en la Navidad. Con ello se revela el profundo sentido de la vida: la gratuidad de la caridad en la verdad de la nostridad.
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