Empiezo, evocando hechos heroicos relacionados al día 21 de Diciembre, fecha gloriosa para el proletariado minero de Bolivia.
Desde tiempos inmemoriales de la humanidad, la actividad minera fue motivo fundamental para el desarrollo de las diferentes culturas de la sociedad.
Es así, que en nuestro territorio ancestral la minería empieza a ser explotada allí por el siglo XII. Siendo su principal fuente de operaciones las regiones argentíferas de Porco.
En el siglo XIII con la invasión, conquista y colonización por los Incas, inician la explotación en grande del oro y la plata en los márgenes de los ríos y lo ricos yacimientos del Imperio Colla. Para la explotación considerable los Incas sometieron en forma cruel a los originarios, es decir a los aimaras y quichuas, causando miles de inhumanas muertos.
Posteriormente en el año 1522, los invasores españoles, angurrientos de riqueza y poder optaron por la explotación desmesurada de ricos yacimientos de oro y plata, acumulando así ingentes cantidades en beneficio de los Reyes Católicos de España. Toda esta explotación es a costa de cientos y cientos desgraciados originarios ancestrales de nuestro territorio, hoy Bolivia.
En la vida republicana también los mineros originarios, son sometidos a trabajos crueles y tortuosos, por aventureros ingleses, holandeses, franceses, rusos, americanos y particularmente por compañías chilenas y peruanas, dejando como siempre a cientos de muertos en las minas inseguras de Bolivia.
En el año 1884 adelante, se expande con mayor intensidad la explotación del estaño, como consecuencia de los conflictos bélicos europeos.
De tal suerte, nace en Bolivia un engendro colosal llamado los Barones del Estaño, la rosca minera, Patino, Aramayo y Hochschild. En consecuencia, la desgracia, el sacrificio, la pobreza y los muchos males del humilde trabajador minero no cambian para nada, por el contrario se fueron agudizando más y más en contra de sus intereses de clase y con jornadas de 12 a 36 horas continuas sin intervalos de descanso.
Origen de masacres Rojas y Blancas, se inician fundamentalmente por las demanda de mejores salarios, aprovisionamiento de pulperías, la mejora de seguridad en el sistema de trabajo, prestación de primeros auxilios y enfermeros en lugar de yatiris y por último, suprimir el castigo material como ser el cepo, los calabozos, los grillos, las esposas, el azote con verga, y la tortura hasta la muerte.
Por consiguiente, así es como empieza las masacres. En el año 1904 se produce la primera masacre por el ejército nacional bajo el comando de Ismael Montes, burgués minero, corresponsable de la pérdida de nuestro Litoral,
En 1914 por primera vez se confronta un conflicto obrero patronal, lamentablemente no se consigue nada, por el contrario se ocasiona una gran masacre blanca en las minas del sud.
A raíz que en el país se presenta una fuerte crisis económica, los trabajadores mineros de Socavón Patiño y el naciente e impávido anarco-sindicalismo, consideran presentar a la administración Patiño un Pliego de Demandas. La empresa no aceptó el pliego considerado por ellos como una insolencia. Los trabajadores mineros de Uncía declaran la gran primera huelga minera, julio de 1918, por supuesto, dicho paro fue un fracaso total, por la falta de una coordinación orgánica y logística,
El año 1919 el gobierno liberal de José Gutiérrez, otro burgués minero, fundador de la Huanchaca, en complicidad de empresarios mineros, dispone la movilización de las fuerzas del ejército y los carabineros para masacrar mineros, lamentando por supuesto varios muertos.
En noviembre de 1919 se logra la mayor conquista social por el proletariado minero. ¿Cuál es ese logro social?, la conquista de una jornada de ocho horas.
Gracias a los trabajadores de Huanuni y sus dirigentes compañeros: Manuel Pareja Abecia, José Estévez, Fermín Gómez, Celestino Mendoza, Juan de Dios Galvarro y Macario León, considerados como los Mártires del Chicago Boliviano, ya que gracias a ellos el 16 de marzo de 1926 se dicta el Decreto que establece la jornada legal de 8 horas, beneficiando a lodos los proletarios de país.
En 1922 el gobierno de Saavedra al servicio de la burguesía minera, dicta un Estado de Sitio a nivel nacional. Al enterarse los mineros de Uncía de la aprehensión de varios dirigentes inician una huelga de protesta con el apoyo de los mineros de Catavi, Siglo XX y Llallagua. Esto ocasionó la reacción de un oficial de ejército, de apellido Ayoroa, para masacrar a mineros el 4 de Junio de 1922 en la Plaza Alonso de Ibáñez.
La conciencia de clase del minero, es más angustiosa cuando sus pliegos petitorios de reivindicaciones a nivel salarial, social y político, son siempre rechazados por los empresarios y apoyados por la tuerza represiva del ejército masacrador.
Así llegamos al nefasto año 1942, cuando en septiembre del año citado, el Sindicato de Catavi presenta una demanda salarial, exigiendo un incremento entre el 20 al 60 % considerando categorías. La Empresa decide consultar la solicitud a Nueva York. Entretanto el Gobierno y su Ministro de Trabajo soslayan irresponsablemente el clamor de los trabajadores. La administración admite los servicios de los piristas (seudo comunistas) para romper la huelga y otros en cumplimiento al contubernio rosco-pirista-quinta columnistas. Facilitando de esta manera el libre accionar del Gobierno para movilizar tropas del Ejército y Carabineros con destino a Catavi. El Ministro de Gobierno, instruye una represión enérgica en contra de los huelguistas, considerados nazifacistas. Frente a las primeras víctimas por la represión armada del día 13, la familia minera decide marchar el día 21 de diciembre de 1942 en dirección a Catavi, portando una gran tricolor en aras de un arreglo pacífico. Lamentablemente, cuando marchaban hombres, mujeres y niños fueron sorprendidos por una emboscada al mejor estilo de militares fracasados en contiendas internacionales, dejando por consiguiente a centenares de muertos y heridos en las pampas, llamadas hoy campos de María Barzola.
Así, como citamos en líneas anteriores, el proletario minero siempre fue un combatiente de primera línea, más aún si reflejamos los siguientes hechos históricos.
La masacre del 28 de octubre de 1964, a los mineros de San José; La masacre en las pampas del estadio Bermúdez en Oruro, a los mineros de San José, Huanuni y Colquiri; mayo de 1965. La masacre en la noche de San Juan a los mineros de Siglo XX. Las diferentes masacres de la dictadura Banzerista en circunstancias muy negras. La masacre del dictador García Meza-Arce Gómez a los compañeros mineros de Caracoles.
En fin, sería muy extenso seguir analizando los problemas del proletariado minero en sus diferentes infortunios de clase.
Al concluir mi salutación, quiero testimoniar en cada uno de ustedes un abrazo de clase y de agradecimiento.
También pido a ustedes, un voto de aplauso por nuestros compañeros mineros difuntos, que en vida prestaron sus servicios en aras de mejores condiciones de vida para el minero y su familia, al igual que a nuestras organizaciones sindicales y sociales.
(*) Rentista Minero - Oruro
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