Son seis años de gobierno que el pueblo ha esperado pacientemente que se presenten cambios prometidos por el régimen del MAS; seis años de largo alcance si hubiese existido la voluntad necesaria, no sólo para el cambio del modo de ser de las personas sino para la realización de obras de beneficio común o la instalación de entidades que impliquen creación de riqueza y generación de empleo.
¿Qué se hizo de efectivo en tanto tiempo? Se habla, hasta demagógicamente, que en este tiempo se han “construido caminos que antes no fueron realizados” y otras lindezas que el régimen de gobierno y el pueblo saben que no son realidad porque en el pasado se hizo lo que se pudo conforme a las posibilidades y a la buena o mala administración que imprimieron muchos gobiernos a su gestión porque, hay que reconocerlo, no todo fue “baño de rosas” porque hubo también corrupción, ineficiencia, irresponsabilidad y falta de planificación; pero, se hizo lo que se pudo aunque con participación en porcentaje importante de la corrupción y el despilfarro de dinero.
En la historia de la humanidad, cada tiempo precisó de cambios o acomodos a las nuevas realidades que se vivían o que surgían por hechos producidos en todos los campos; las poblaciones esperaban que quienes asumían los poderes de un Estado cumplan los compromisos que las circunstancias determinaban y ello se reflejaba en la formulación de programas, planes o planificación de lo que había que realizarse. En nuestro país, a la asunción de todo régimen para administrar el Estado, los anuncios sobre cambios han sido permanentes aunque no planificados ni financiados para su realización.
Antes de las elecciones del año 2005, como todos los partidos políticos, el MAS, partido del Presidente Evo Morales, anunció cambios y decisiones para “estructurar nuevas políticas sociales, económicas y hasta culturales, por considerarse que los estados liberales o neoliberales habían equivocado rumbos en la administración del Estado”; pero, la realidad fue diferente porque nada de lo anunciado se llevó a cabo, salvo las consabidas “nacionalizaciones” (costumbre de varios regímenes “revolucionarios”) que se creyó cambiarían hasta las estructuras políticas y económicas.
El pueblo, siempre esperanzado de que haya cumplimiento de promesas político-partidistas, creyó que el MAS, por tratarse de nuevas “formas de gobernar” que anunciaba, efectivamente tomaría conciencia de las realidades del país y, para introducir los cambios anunciados electoralmente, sus integrantes cambiarían conductas, tomarían conciencia de lo que había que hacer y asumirían funciones pero basados en principios de honestidad y responsabilidad, abandonando ambiciones y ansias de enriquecimiento a costa del Estado.
Quienes han proclamado siempre cambios de toda naturaleza, parece que lo hicieron como simple enunciado sin proponerse, en absoluto, cambiar procedimientos y conductas personales y de quienes conforman el entorno familiar y partidario; así, una vez en disfrute del poder que implica la conducción del país, se olvidan las promesas y se repiten los yerros cometidos por otros gobiernos agrandando la dimensión de los males que padece el país y anulando las esperanzas del pueblo. Hoy, como en los últimos 180 años, se esperan cambios que alguien tendrá que aplicar pero cambiando previamente la conducta de sus protagonistas.
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