Miercoles 21 de diciembre de 2011
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Editorial y opiniones
¿Es o no es verdad?
Desmoronamiento político
21 dic 2011
Por: José Gramunt de Moragas, S, J.
El pasado domingo falleció en Praga, Vaclav Havel, dramaturgo, poeta, varias veces perseguido sin previo juicio legal, por el régimen soviético de la postguerra mundial y ex presidente de la extinta Checoslovaquia. Les confieso que la desaparición de ese hombre me conmovió sensiblemente, cosa que el amable lector difícilmente entenderá, supuesto que fue una persona sin vínculo alguno personal conmigo, y ciudadano de un país tan lejano de la Europa central.
No fueron ni sus escritos ni sus películas, los que me conmovieron, pues nunca las conocí. Le conocí de lejos, muy de lejos, pero suficientemente cerca, gracias a las crónicas periodísticas que fui leyendo en la turbulenta década de los 80 y 90 del siglo pasado y, últimamente en las reseñas que se han escrito a raíz de su desaparición.
Vaclav Havel, pasó de la dramaturgia a la política, por una cuestión de conciencia. No fue ni por la pasión de mandar, ni por los encantos que ofrece “el maravilloso instrumento del poder”, sino por no resignarse a soportar las injusticias, los atropellos que sufría su pueblo, indefenso ante los tanques soviéticos. Vibró de justa indignación junto a su pueblo oprimido. Conspiró. Reunió a un pequeño grupo de gente, igualmente patriota. Hasta que llegó el momento de pronunciar en voz muy alta, el grito de libertad. Pero, contra lo que había ocurrido en la mayoría de las revoluciones que la historia nos cuenta, la que encabezó Havel fue pacífica. Tal es así que pasó a la historia como la “revolución de terciopelo”. Un levantamiento civil, sin otras armas que un acendrado amor a la verdad y a la justicia. O dicho con sus propias palabras: “la verdad y el amor superarán las mentiras y el odio”. Mucho coraje se necesitaba para pronunciar este mensaje frente a la amenaza de los tanques soviéticos.