Cumbre de Durban una nueva prórroga

La cumbre sobre el cambio climático realizada en la sudafricana ciudad de Durban y que concluyó la semana pasada no logró los tan esperados acuerdos para reducir las emisiones de dióxido de carbono culpables del calentamiento global y menos el compromiso de las naciones más industrializadas para frenar esas emisiones.

Dos eran las metas más importantes de Durban: prolongar el Protocolo de Kyoto que obliga a frenar el calentamiento global y la creación de un llamado Fondo Verde dotado de 100.000 millones de dólares destinados a los países en desarrollo como ayuda para programas de mitigación ambiental.

Los alcances del Protocolo de Kyoto fueron extendidos hasta el año 2015, pero ya no como obligaciones de los países partes sino como “promesas” tiempo en el que se debe negociar un nuevo acuerdo vinculante que entraría en vigor recién en 2020.

La conferencia se efectuó entre el 28 de noviembre y el 11 de diciembre y dejó el mismo sabor amargo de las anteriores citas de Copenhague y Cancún donde las grandes potencias impusieron sus puntos de vista en reuniones reservadas a las que no asistieron los delegados de las naciones más pobres tal como denunció el boliviano Pablo Solón ex representante ante las Naciones Unidas.

Como en anteriores conferencias, las potencias norteñas tomaron la iniciativa y un grupo de trabajo “ad hoc” negoció el acuerdo entre bambalinas. La COP17 “fue el tercer refrito de Copenhague y Cancún: mismos actores, mismo guión, los documentos se producen fuera de los espacios formales de negociación, en cenas y reuniones privadas a las que no asisten los 193 estados miembros”, describió Solón, según un reporte de prensa internacional.

Cuando faltaban pocas horas para la clausura de la cumbre de Durban apareció un borrador de 131 páginas el mismo que ya fue acordado en una cita efectuada previamente en Panamá que en la práctica sepulta el protocolo de Kyoto y no establece nuevas metas concretas de mitigación de gases de efecto invernadero fue otra de las críticas de la cita de Durban.

En los hechos, para los países pobres constituye un nuevo fracaso, una nueva imposición de las potencias industriales culpables de la emisión del más del 70 por ciento del dióxido de carbono y una nueva espera en procura de un acuerdo global vinculante que, realmente, combata el calentamiento del planeta y preserve la vida de la humanidad.

Fuente: LA PATRIA