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Domingo 11 de diciembre de 2011

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Cultural El Duende

Don Teddy

11 dic 2011

Fuente: LA PATRIA

Novela biográfica escrita por el académico de la Lengua, Rodolfo Pinto Parada, acerca de la vida de Teddy Ávila Alberdi (1924), personaje trinitario que en este capítulo narra pasajes entrañables de amistad con el Pdte. Germán Busch

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Algo más, sobre mi infancia

Fragmento

Uno de los buenos recuerdos que tengo de mi infancia más que todo, herencia de lo que me contaron mis mayores, se refiere a la vida del presidente de Bolivia Coronel Germán Busch Becerra. Siempre me interesé en conocer lo máximo posible sobre su vida. Fui un admirador de él desde muy niño. Eso lo reconozco porque cuando ya tuve uso de razón me contaron tantas cosas, que ahora las puedo relatar.

Germán Busch era cuñado de mi tío Samuel Ávila Alvarado, hermano de mi padre, quien se había casado con Bertha Busch Becerra y tenía la misión familiar de atender las estancias Ávila Hermanos. Cuando Germán vivía con su madre en la ciudad de Trinidad y cursaba estudios en el colegio Nacional 6 de agosto, yo tenía muy pocos años de vida y recuerdo que alguna vez me cargó sobre sus hombros, especialmente en los momentos en que en la ciudad caía alguno de esos torrenciales aguaceros que dejaban las calles inundadas por buen tiempo.

Germán Busch en ese entonces, siendo muy joven, estuvo estudiando en el Colegio Nacional 6 de agosto y en las vacaciones, siempre estaba a órdenes de tío Samuel. Unas veces era el encargado de la tienda Ávila e hijos y otras, era el que acompañaba a tío Samuel a las marcaciones del ganado, a los inventarios y a todo lo que se hacía en las estancias de la familia Ávila. Había actividades en Popayán, Dolores, El Sirari, Aurocanía, San Antonio, San Hilario, Humaitá, Concepción, El Puesto, El Carmen y la Argentina. Era un hombre sumamente dinámico, que le gustaba hacer las cosas bien. Ésa es la imagen que tenemos de él todas las personas que convivimos en esa época de su juventud.

Después, ya más joven, vivía siempre con problemas con las muchachas hasta que se le ocurrió enamorarse de una señora que le doblaba en edad. Cuando tío Samuel supo de esas veleidades, intervino muy seriamente porque no concebía que un muchacho se case con una mujer de esa edad y entonces decidieron con sus hermanos, previa consulta con su madre la señora Raquel Becerra de Busch, sacarlo de Trinidad y enviarlo al Colegio Militar. Parece que ya se había hablado de esta solución por lo que no hubo problemas para que mi padre viaje con Germán, primero hasta Todos Santos en lancha, luego a Cochabamba en mulas y por último a La Paz en ferrocarril. Tío Samuel movió influencias y amigos para conseguir las recomendaciones necesarias que sumadas a su estatura, su porte y otros atributos físicos le abrieron la puerta de la institución militar, donde se distinguió como un excelente alumno. Ingresó a la sección caballería. Estuvo en el colegio Militar y con el grupo llamado Tres pasos al frente, fue trasladado a la zona del Chaco cuando se declaró la guerra con el Paraguay. Su primera actuación fue en Boquerón de donde salió eludiendo el cerco paraguayo. Después, con gente del Beni organizó su grupo que se encargaba de cuatrerear al ejército paraguayo o sea que se movilizaban hasta la retaguardia del enemigo y allá hacían estragos ¡Fue declarado Héroe Nacional!

Yo quiero referirme a su nacimiento porque los intelectuales cruceños, sin argumentos válidos han querido hacerlo cruceño. ¡Eso no es verdad! ¡Don Germán Busch es beniano! Y yo les voy a relatar esto, si quieren bajo juramento, tráiganme una biblia y yo lo juro.

Cuando Germán subió a la presidencia de Bolivia yo estudiaba en Cochabamba y vivía en la casa de mi tía Elvira Ávila Alvarado de Velasco. A los pocos días de este suceso, mi tía Elvira me dice: –Cuando salgás del colegio me vas a acompañar porque voy a ir a visitar a Raquel y a felicitarla porque Germancito es el presidente actual, y vos sabés que yo he sido como su madre cuando vivía en La Paz. Mientras estaba en el Colegio Militar, sus salidas eran directamente a mi casa. Bueno, siempre lo hemos tratado como un sobrino y como una persona muy allegada a nuestra familia, así que estamos muy contentos porque él sea el presidente de Bolivia.

Llegó el momento y acompañé a mi tía Elvira a la casa de la mamá de Germán. Llegamos y después de los abrazos, los saludos, felicitaciones y todo lo demás, entraron en una charla que yo escuché porque estaba sentado en una sillita, prácticamente en medio de las dos. Ahí empezó doña Raquel a lamentarse: –Ay, Elvirita, no vayas a creer que a mí me alegra que Germancito sea presidente. Hay mucha gente envidiosa, gente mala y sobre todo, la gente de acá no nos quiere a los cambas y tengo miedo que le pase algo. Pero así es, Germancito siempre ha sido mi preocupación desde que nació. ¡Cuántas veces te he relatado yo el nacimiento de Germán, pero vuelvo a contarlo! Estábamos en los gomales, allá por el Iténez con mi marido y decidimos volver a Santa Cruz. Yo estaba embarazada y en los últimos meses. Empezamos la navegación desde Magdalena y usando varios ríos y canales antiguos, llegamos hasta el río Blanco. Cuando estábamos pasando frente a la estancia La Pampita, de propiedad de don Luís Suárez Suárez, amigo de mi esposo, ubicada unos 6 tornos aguas abajo del Carmen del Iténez, me empezaron los dolores del parto. No hubo más caso y ahí di a luz a Germancito, ya te lo he contado otras veces, con la ayuda de mi marido y de la muchacha que nos acompañaba en la embarcación, a la que nosotros habíamos criado. No tuve problemas con el parto. El señor Suárez no nos dejó continuar el viaje de inmediato y exigió que cumplamos con la costumbre de esa época. Cuando la mujer desembarazaba tenía que guardar cama durante cuarenta días. Germancito estaba perfectamente bien y te cuento más, no sé si te lo conté en otra oportunidad: no podíamos seguir el viaje sin cumplir con la costumbre que siempre hemos tenido los católicos, que era efectuar el bautizo de agua en nombre de Dios, hasta que se pueda llegar a alguna iglesia. El padrino fue precisamente el señor Luís Suárez y la madrina la muchacha que yo crié, que vos te acordás de ella. Ahora ya está joven y tiene una familia buena.

Ésa es la verdadera historia del nacimiento de Germán Busch. Yo me recuerdo bien lo que escuché de viva voz de la mamá de Germán Busch. La familia Busch Becerra siguió viaje por el río Blanco, luego en carretón por los pueblos guarayos hasta llegar a San Javier y allá lo bautizaron.

Decía la señora Raquel que no quiso que se coloque en el certificado que había nacido en San Javier, porque eso sería faltar a la verdad. El cura solucionó el problema al no mencionar el sitio de nacimiento. La fe de bautismo dice así: En esta Iglesia Parroquial de San Javier, a los veinticinco días del mes de agosto del año mil novecientos tres, yo el cura interino de Concepción, como encargado bauticé solemnemente, puse óleo y crisma a un párvulo nacido el 23 de marzo del mismo año, a quien puse por nombre VICTOR GERMAN, hijo legítimo del señor Pablo Busch y Raquel Becerra de Busch, siendo padrinos el Dr. Ángel Menacho y Carmen Limpias de Menacho. Lo certifico: AMBROSIO MONTERO. Es copia fiel del original de su referencia. Libro Nº 1, a fojas 236. En constancia lo firmo yo. P. E. Berglhaler - PARROCO“.

Siempre volviendo a esa linda relación que tuvimos los de la familia Avila con Germán Busch, de la cual usufructuamos nosotros cuando éramos jóvenes, sobre todo yo. Resulta que en una oportunidad, cuando asumió la presidencia Germán Busch, yo estaba estudiando en Cochabamba, y llega mi padre y me dice: –Estoy de ida a La Paz para hacer unos trámites y quiero que me acompañés para que conozcás esa ciudad.

En esa época yo tenía algo más de 13 años y me alisté para acompañarlo. Tomamos el ferrocarril, llegamos a La Paz y nos alojamos en el Hotel París, en la plaza Murillo, que era el hotel de moda. No había otro mejor. Después de instalarnos salimos para ir a almorzar y cuando llegamos frente al Palacio de Gobierno o Palacio Quemado, nos paramos cuando vimos, después de los saludos de rigor de los Colorados de Bolivia, que salía el Presidente y nos ve. Rompe el protocolo, cruza la calle y se dirige hacia mi padre: –Tío Eloy, cómo puede ser que usted esté aquí y nadie me ha avisado.

En eso me vio y me abrazó también y continuó: –¡Qué barbaridad, tío! ¡Déjese de macanas! Venga van a almorzar en mi casa. Tengo unos invitados pero no hay problema. En seguida nos hizo subir al auto presidencial. A mí me hizo sentar adelante porque ningún presidente viaja en ese lugar para evitar algún atentado. Llegamos a la casa y pronto nos sentamos a almorzar. Cuando estábamos ya casi a los postres les dice a sus invitados: –Yo voy a hablar de algo que viene al caso. En mi vida de civil y de militar, solamente una persona se me montó al pescuezo.

Habló en forma tan seria, que provocó que todos mantengan el silencio. Hasta yo me sorprendí. Yo estaba sentado a su izquierda, cuando sentí que me tomó del brazo y me dijo: –¡Levántate! Y dirigiéndose a sus invitados continuó: –¡Este jovencito que ven aquí, es el único que me ha montado en el pescuezo! Ahí continuó contando que cuando yo era un niño tal vez de 4 a 5 años, y él volvía a Trinidad a pasar sus vacaciones, le pedía permiso a mi madre para llevarme montado en su cuello a recibir, en las torrenciales lluvias las aguas que caían en Trinidad. Esos momentos yo los tengo grabados en la memoria y los recuerdo con mucho cariño.

Fuente: LA PATRIA
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