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Domingo 11 de diciembre de 2011

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Cultural El Duende

Reencuentro con Vilma Tapia

11 dic 2011

Fuente: LA PATRIA

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Leer los textos de Vilma Tapia es ingresar a un mundo mágico, de iniciados, donde uno palpa la silueta de esa Morgana dotada de destrezas extraordinarias. Sólo los dones de hadas madrinas pueden enseñar el tejido armonioso de la palabra y del silencio. Es tan difícil hablar, es tan difícil escribir; callar es aún mucho más complicado.

En tarde sabatina, en la campiña de maizales de Río Abajo, me tocó leer Fábulas íntimas y otros atavíos de la creadora cochabambina, publicación de la colección de autores nacionales de la editorial Gente Común.

Suerte la mía. El paisaje, la brisa y el calorcito de un atardecer que parecía más cochabambino que paceño fueron el ambiente inmejorable para ingresar al viaje de Vilma por sus sueños más difusos y por sus vigilias más íntimas.

Vilma me había regalado en mano propia un ejemplar en recuerdo de una época adolescente, casi infantil, cuando ambas nos formábamos como guías scouts y viajábamos en camión a Tomatitas, a inicios de los setenta. Amor de ambas por la aventura, la fogata encendida con piedras, la olla ennegrecida, escalar cuestas que nos asemejaban cordilleras. Éramos ya rebeldes contra los autoritarismos y también gustosas de escuchar cuentos; en esos tiempos yo leí con luz de linterna y las menores escuchaban asustadas las leyendas de Gustavo Adolfo Becker.

Después pasaron los años, las ausencias, los muchos otros recorridos y las muchas otras caminatas. Canosas, nos abrazamos después de décadas de relaciones epistolares irregulares.

Por todo ello, abrí el libro con todo amor, por la niña, por la mujer escritora, por la boliviana premiada.

De las notas rescato algunas resonancias de escala mayor.

Vilma siempre andariega. El lugar como espacio es el principal protagonista. Transitar desde el lecho, la sensación más antigua del nacer, del miedo oscuro, de los sonidos callejeros, de la enfermedad, de la primera sangre, del primer enamoramiento, del último novio, del parto, de la soledad, del frío. Las sábanas que llevan nuestro olor.

Dormir, ensoñar, bostezar, despertar, desde la cama al cuarto, cuarto que es el dormitorio de la niña, de los padres, de la abuela, ajeno o pasajero. Del cuarto a la ventana, asomarse al infinito. Del techo manchado al inmenso cielo estrellado.

El pasillo con su carga de misterio, lo desconocido. Sin principio, sin fin. El miedo, los muchos miedos que nos siguen mientras cerramos lo ojos, cuando los abrimos, cuando recordamos, cuando imaginamos pasado o futuro.

Del pasillo al comedor, al comedor en una hora del día. Tan diferente en el amanecer, tan explosivo al mediodía, tan solitario ese domingo.

Y el balcón, el pedazo de unión entre la casa segura y la inmensa acera. Y el patio y sus sombras únicas y el jardín y el sendero y los árboles y la plaza y la avenida ancha y el camino y los aeropuertos.

Son muchos los cielos que la jalan, su Cochabamba, La Paz, Perú, Chile, Canadá, Europa, India, Asia. ¿De dónde soy? ¿Cómo pasó todo lo que ha pasado? Dice algo y calla lo demás, lo sutil.

Vilma mirada interna, el detalle de sus propios lugares, de su espacio: la piel, los ojos, las cejas, las pestañas, la espalda desnuda.

Vilma buceando en su cuerpo y en el agua, el pozo, la vertiente, el río, el mar, el agua. Siempre el agua, como el rito más antiguo, desde su nacimiento, su primer aseo, su primer trago, los baños, las limpias, bautizo y comunión. También el llanto y también la leche.

Vilma cuenta cuentos como las abuelas. Retoma las historias sencillas de gente simple protagonista de jornadas épicas. Detrás de lo aparentemente intrascendente está la mujer heroica, la troyana.

Lenguaje pulcro, pero no académico. Palabras precisas, frases cortas, casi cortantes y párrafos sencillos. Reflejo de la narradora que es poeta.

Un libro que acompaña, que ampara. Un don de hada Morgana.

Lupe Cajías. La Paz. Escritora y Periodista

Fuente: LA PATRIA
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