Domingo 11 de diciembre de 2011
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Cuando no existía la Fiscalía, mi papá trabajaba como juez de instrucción criminal en Manzanares (Caldas). Con frecuencia debía viajar a la zona rural para adelantar las investigaciones propias de su cargo. Lo que más le molestaba era tener que soportar la música de carrillera que le ponían los choferes de los jeeps que contrataba para los viajes. Así que decidió emprender una labor didáctica y, cada que viajaba, llevaba en el bolsillo de la camisa un casete con música clásica. Apenas comenzaba el viaje y el chofer ponía alguna canción del Caballero Gaucho o cosa por el estilo, papá le pedía el favor de que quitara eso y pusiera su casete de música clásica. Para completar su labor, papá les echaba siempre el siguiente sermón: Mire, señor. Esa música que le acabo de poner se llama música clásica. Para que usted me entienda, le voy a explicar la diferencia con una comparación. La música clásica es como la mamá de las demás músicas. El rock, la balada, el vallenato, son como las hijas buenas de la música clásica. Mientras que esa porquería que usted puso al comienzo, esa música de carrillera, es como las hijas putas de la música clásica.
Fuente: LA PATRIA