Los bolivianos estamos cien años demandando el retorno de nuestro acceso al mar, cercenado y cerrado por una acción bélica expansionista de un vecino ávido de aprovechar nuestras riquezas naturales, que aún en el presente las sigue explotando con enormes beneficios y nosotros buscando que se imponga la justicia para volver al Pacífico.
El asunto está en gestión, es parte de una agenda de 13 puntos que sigue en pie pero no avanza, en tanto que las relaciones comerciales que tenemos entre países muestra claramente el beneficio que logra Chile con un inusitado movimiento económico que genera el comercio boliviano, dando vida a los puertos del norte chileno el caso concreto de Iquique y más próximo Arica.
No se desmienten corrientes singularmente positivas como las que mostró en varias ocasiones la máxima autoridad de Iquique y que visitó nuestro país, estuvo en Oruro y planteó, insinuó y ratificó una cordial invitación para que podamos establecer, por supuesto sin soberanía, un atracadero que ampliaría la actividad del mismo puerto, pero con características de administración directa y mayores beneficios para las operaciones comerciales nacionales.
En Arica deberíamos estar operando sin problemas desde siempre, pues así lo establece el Tratado de 1904, lamentablemente la posición chilena nos coloca en la condición de contratantes de servicio y el tratamiento está sujeto a los intereses de las empresas que administran ese puerto en desmedro de los derechos e intereses nacionales.
Precisamos una salida al Océano Pacífico para consolidar el flujo comercial de las importaciones y exportaciones que se generan en nuestro país y de muchas otras que necesitan movilizarse bajo condiciones de mejor servicio y mayor seguridad, es decir buscando competitividad portuaria que hace ya muchos años pudimos implementar en función de nuestras propias necesidades.
El asunto no va como quisiéramos por un lado y puede demorar todavía un largo periodo en el que no disminuirá nuestro pedido de justicia y al contrario se fortalecerá con el apoyo de organismos y países amigos que saben de la demanda boliviana, su derecho y su valor histórico, pero…
Debemos encarar soluciones paralelas, sin renunciar a nuestro derecho marítimo y aprovechar la coyuntura que también de manera reiterativa nos concede el otro país vecino, Perú, cediéndonos en “comodato” una franja de acceso en su territorio, en Ilo, donde ya se plantó la enseña tricolor en la zona denominada Boliviamar. Se trata de 99 años por delante para utilizar esa salida marítima, que por supuesto debe ser implementada porque de lo contrario no tendría mayor significación de orden práctico en materia portuaria.
Menos mal que hay una reacción positiva en el Gobierno al anunciar que dispondrá de los recursos suficientes para encarar el proyecto de desarrollo en la zona económica y exclusiva que nos cede el Perú y que debe convertirse en un verdadero puerto, en un punto de atracción turística y en la sede de lo que será la Escuela Naval Mercante de Bolivia.
Por supuesto que se trata de mucha inversión, millonaria pero que permitirá subsanar el centenario enclaustramiento al que estamos sometidos. El Estado boliviano invertirá en ese proyecto y ha planteado una invitación abierta al sector privado nacional y a la inversión externa para que se sumen a la consolidación del Puerto Boliviamar en Ilo Perú.
Fuente: LA PATRIA
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