En la naturaleza animal de la tierra se entiende como depredación el hecho de cazar a otros de distinta especie por simple subsistencia. En el hacer humano, se asume como el pillaje o robo con violencia y devastación. Así ha pasado, y transcurrido, en África hace 3 millones de años, quizás más. La diferencia entre ambas situaciones es palpable. Un mismo concepto engloba diferentes acciones por su naturaleza y finalidades: Subsistir en los animales y pervivir en los humanos.
Pero, el lobo o la loba cazan por sobrevivir, por nutrir a sus crías Lo hacen los mayores depredadores de la naturaleza: Los tiburones, los leones y los osos (con el perdón de la feminidad). No obstante existe una especie que se distingue por su aberración: la humana. Ella hiere y mata en su historia que construyó con sangre y por placer. Elimina por vileza a sí y al otro.
Y, en este encuentro, es necesario reflexionar con la realidad de los bolivianos, la que amamos y detestamos. Primero, en la condición de depredadores humanos, se atraviesan los llamados colonizadores, grupo numeroso de hordas expulsadas del ambiente urbano, incapaces de trabajar dignamente, se refugian en el campo para destruir a la naturaleza, para matar plantas y animales. Les preocupa lo que todo se mueve y lo exterminan.
Los colonizadores llegan a territorios puros, de la Bolivia integral. Empiezan cazando animales y talando árboles, después “colonizan” a la manera de los que conquistaron Norte América. No tienen trabas y recurren a métodos abusivos. Consideran que la naturaleza es su bien y la depredan al máximo. Finalmente la usan a su beneficio.
Peores son los cooperativistas, “los obreros del Siglo XXI”, que arrebatan el metal de la tierra, pero, en su ambición, destruyen contaminando las aguas con mercurio. Llegan a La Paz en masas estratificadas en “hordas” para mostrar “hago lo que me da la gana”. Sus dinamitas, más que asustar, crean odios. El oro es su sustancia vital. Lo capturan de la Madre Tierra y lo asumen como su riqueza primaria.
Finalmente, están los que cultivan coca, los que transforman la tierra en veneno, la hacen yerma. Son el principal y fundamental sustento del gobierno totalitario. Además se constituyen en la base física del narcotráfico. Han hecho posible, malamente, la destrucción de zonas cafetaleras y cítricas, plantando la “hoja maldita”. Yungas se ha convertido en expresión de destrucción de la naturaleza.
Donde, hace 20 años, crecían los naranjales y plataneros, hoy crece la hoja desgraciada, la que quita a la tierra todos sus nutrientes.
Los sectores del supuesto “Proceso de Cambio”, las “Bartolinas” nada tienen que ver muy unidos estratégica y subliminalmente, construyen la pirámide del poder actual. Lo hacen fuerte e indestructible ya que se basan en el engaño populista. Evo vive de su servilismo para mal de Bolivia.
Los últimos hechos, los que ratifican el envilecimiento del actual poder, nos dicen que el sistema está destinado a su disolución. Pasarán épocas, momentos, pero, al final, se destruirá en su barbarie.
(*) Politólogo
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