En el libro “Esta es Mi Palabra” de la Editorial Vida Universal podemos leer lo siguiente: “Dios, el Eterno, dio a los hombres los animales y las plantas y les regaló fruta, verdura y cereales. Se lo dio a los hombres y les dijo: “someted la Tierra”; lo que en su significado correcto quiere decir: respetad y cuidad la vida de todas las formas de vida, y éstas os servirán.” (Pág.245). A través de la palabra de Dios manifestada en la actualidad a través de la profecía para nuestro tiempo, sabemos que Dios le ha quitado a los hombres el dominio sobre la Tierra, porque éstos han abusado de Su confianza de la manera más vulgar.
El Espíritu Universal, el Creador del infinito dijo: “Yo les di una Tierra sana. Sin embargo, del planeta Tierra han hecho un basurero y un lugar de germinación de enfermedades, epidemias y mucho más”. La humanidad enferma cada vez más porque la Tierra no sólo está enferma, sino que apenas es capaz de vivir a causa de la pesadilla llamada “hombre”, que la maltrata y tortura incesantemente. El causante de este mal cree poder sanar si encuentra el medicamento correcto para su cuerpo, que es probado de una manera bestial en los animales en los llamados laboratorios. Así piensa el hombre despiadado para poder seguir practicando su falta de piedad.
Los criadores de animales que los mantienen para luego vender su carne, no son mejores que aquellos que los torturan en los laboratorios causándoles un sufrimiento indecible. A quien presiona a los animales metiéndolos en los espacios más pequeños, para hacerles vegetar, a pesar de que la Tierra ofrece la libertad, le ocurrirá un día algo igual o parecido –según la ley de causa y efecto que dice: Lo que el hombre siembre, eso cosechará. Así cada uno forja su propio destino. Lo que el hombre hace a los animales, plantas, minerales, es decir a la Tierra, eso también le pasará a él, no importa qué medicamento tome para evitar el efecto.
La humanidad de muchas generaciones ha maltratado a la Tierra de la manera más cruel. Esta ha sido dañada y se le han robado sus tesoros. Los hombres han intervenido y siguen interviniendo en las corrientes de agua, que son las venas de la Tierra, también en los mares. Destruyendo y siguen destruyendo el escudo protector de la Tierra, la atmósfera, y los pulmones de la Tierra, los bosques.
Los hombres se han convertido en caníbales de animales. La aberración del canibalismo de animales no tiene límites. El caníbal hombre cría millones y millones de animales y día tras día los lleva a los mataderos para que sean sacrificados de una manera cruel, para luego consumir su carne. Más de uno cree que los animales son una mercancía y que a la Tierra se la puede explotar para aumentar su cuenta bancaria, pero en algún momento reconocerá que cuanto más aumentaba su cuenta, se hacía cada vez más pobre
Estas pobres criaturas que creen poder aventajar al Creador, pronto tendrán que reconocer que la madre Tierra ya no les obedece más. Esto significa que las causas, es decir los delitos del hombre contra la madre Tierra, volverán a ellos cada vez con más rapidez.
Los animales en los bosques y caminos no tienen hogar y viven aterrados porque traicioneros cazadores están al acecho para matarlos. Ellos dicen mantener el equilibrio natural, pero Dios es el equilibrio en todo el infinito y no necesita hombres que creen tener que mantenerlo.
La humanidad está llegando poco a poco al punto culminante de sus prácticas negativas. En el estandarte de muchas personas está la muerte y el asesinato. El hombre insaciable se ha puesto en contra de su propio planeta, y está con ello en contra de todo lo que vive sobre la Tierra.
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