Con inusitado entusiasmo de los delegados de más de treinta países de la zona latinoamericana y del Caribe en el cuarto día del mes en curso se celebró el nacimiento de otra organización “regional” denominada Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, cuya sigla reconocida será la de Celac y que desde su inicio se convierte en abierta competencia de la Organización de Estados Americanos, la OEA.
Se ha dejado claramente establecido que uno de los objetivos de la nueva organización consistió en eliminar en su conformación a los Estados Unidos de Norteamericana por un lado y a Canadá en el otro frente como efecto ampliado hacia la hegemonía Europea. Ese propósito se ha cumplido con la venia de los primeros inscritos en la flamante Celac.
Entre los incipientes lineamientos de la Celac se menciona los factores que deberán ser consensuados más adelante y que se refieren a la necesidad de fortalecer los lazos de unidad de toda una región que quiere enfrentar las condiciones aún vigentes de una política que hace a los países desiguales y beneficiarios a medias de los recursos que se producen en la región.
El planteamiento es una extensión de las políticas “chavistas” que han sido pregonadas abiertamente y que han captado muchos seguidores que de manera coincidente tienen sus marcadas dudas sobre la efectividad del trabajo integrador que debería cumplir la sexagenaria OEA, que en el último tiempo ha perdido paulatinamente legitimidad para considerar los temas regionales.
Paradójicamente asuntos bilaterales entre países sudamericanos no han alcanzado soluciones satisfactorias, entre esos el caso boliviano con un permanente reclamo para lograr que Chile reivindique su condición marítima queja que se convirtió en la primera de la Celac, entidad que a su vez tiene como a su primer representante - pro témpore – al mandatario Sebastián Piñera de Chile.
Sin embargo poco se ha dicho de los recursos que debe disponer un organismo para su desenvolvimiento, cuidando justamente que cualquier financiamiento no signifique comprometer sus intereses y quien sabe hasta su ideología. Ese es un tema para un debate posterior, pero necesario.
La Celac creció en registro de afiliados incorporando a los centroamericanos que se encontraban un tanto aislados de los organismos regionales, pese a tener ciertas relaciones “aisladas” pero no precisamente de fuerza cohesionada como sucederá en la nueva Comunidad.
Se habló de la “democracia de los pueblos” como una referencia especial a la defensa de los sistemas de gobierno vigentes en cada nación, aunque de manera implícita ningún flamante socio aludió el irregular proceso de gobierno que se sostiene en la Cuba de Castro.
Lo hecho está hecho, se trata de una nueva organización que une a los gobiernos desde el extremo sur hasta los que están separados por muy pocos kilómetros de suelo con la potencia norteamericana. Nosotros estamos por así decirlo al centro de un movimiento cuyos efectos se verán mucho más adelante
De momento en la misma dimensión y la ampliación hacia EE.UU. y Europa, la OEA seguirá en funciones y hasta quiera revitalizarse para luchar en la competencia de entidades, en tanto que la Celac tiene que establecer sus reglamentos y rayar el campo de juego para la práctica de su doctrina que si bien tiene un lineamiento político de izquierda puede que aún no encaje en la proyección socialista de avanzada, que es más incluyente en la alternativa del desarrollo real y pragmático.
Fuente: LA PATRIA
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