Pasa el tiempo, las experiencias abundan, los derechos crecen, la libertad es más necesaria; pero, son verdades que no se entienden y menos se quiere respetar. Parece que el partido de gobierno persiste en su criterio de que tener poder político es detentar todos los derechos y ello da lugar a propiedad absoluta.
¿Cuáles las razones para no comprender que la libertad de expresión es parte indivisible de la libertad de pensamiento y que éste es intocable, absoluto, propio de cada persona y que nada ni nadie puede violarlo? La libertad de pensamiento –de la que proviene la libertad de expresión– es derecho general; es decir, de todos: de gobernantes y gobernados, de ricos y pobres, de los que tienen mucho y de los que nada poseen. Es, como el aire que se respira, como el sol que calienta y alumbra a todos. ¿Por qué se busca arrogarse poderes que nadie otorgó?, ¿por qué violentar la voluntad de Dios que otorgó libre albedrío al ser humano?
El Gobierno conjuntamente agrupaciones políticas, juntas, congresos que se sienten lastimados por la “conducta de los medios de comunicación y de los periodistas”. Por su parte está el conglomerado humano de información y opinión que actúa en representación de todos porque no todos tienen la capacidad para expresar sus ideas, criterios, sentimientos, pareceres y derechos; personas que desde el momento de nacer han manifestado su derecho a la vida, su propiedad de lo que Dios insufló en su existencia y que es su alma que es eterna. ¿Por qué coartarla o regularla o constreñirla?
Se anuncia una “cumbre popular” donde dizque se analizarán conductas de medios y periodistas, donde se alzarán las acusaciones más encendidas porque se habría “atentado” contra el Gobierno y su partido. Falsedades que a nadie convencen y que el propio régimen no cree. Artificios que se inventan al calor de la soberbia y la petulancia porque, parece, que el ejercicio del poder implica adquirir derechos hasta del pensamiento.
El pueblo, favorable o contrario a lo que diga y haga el régimen gobernante, juzga, analiza, aprueba o reprueba todo lo que se hace, ¿cómo se podría catalogar, analizar, medir y establecer la medida de todo ello? La comunicación social al transmitir mediante los medios –prensa, radio, televisión, comunicación alternativa, altavoces y cualesquiera otros sistemas– lo que hacen es mostrar los sentimientos y pensamientos del pueblo. ¿Algún medio, siquiera por casualidad, ha ignorado lo que hacen y dicen las autoridades? ¿Cuáles serían los resultados si el silencio fuese la característica de cada medio? La queja obligada de los que se sienten afectados –gentes del Gobierno, su partido, su entorno– sería: “boicot de los medios, mal uso de los mismos, ataques, ofensas, bloqueos al gobierno y otras acusaciones”. ¿Qué se busca y qué se quiere?, ¿Alabanzas, aplausos, vivas y glorias, aprobación absoluta a todo, endiosamientos y otros extremos en que se muestren sólo bondades, aciertos, milagros, cambios ciertos, ejemplos dignos de ser imitados por todo el mundo? En ninguno de los extremos ingresan los medios, los periodistas, analistas, escritores, editorialistas, pensadores, historiadores y quienes emiten verdades sobre el acontecer nacional o internacional. Si lo hiciesen, sería ingresar en los campos de la fantasía que llega al absurdo.
El Gobierno, si quiere el respeto y la consideración de medios y periodistas tiene que obrar y responder con lo mismo; debe levantar o suspender la “espada de Damocles” que pende sobre la cabeza de los que, en libertad, hacen uso de la libertad de expresión.
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